Entre “gordos” y
“flacos”, un show de solidaridad de los 70
Hurgar
en el pasado es, sin dudas, tarea apasionante y que ocasionalmente nos regala
sorpresas, ya sea en la consecución de un “dato” relevante, el descarte o la
confirmación de alguna teoría elucubrada con pocas pistas, o simplemente el
descubrimiento de un testimonio gráfico que pese a ser noticia nueva para el
hurgador, esconde una historia particular, un hecho o suceso que merecería ser
recordado más detalladamente.
De
izquierda a derecha: ¿Isaza? , Néstor Forni, Julio “Colorín” Correa, Walter
“Serrano” Abella, Aníbal “Fajita” Martínez, “Italiano” Peralta, “Pato” Sosa,
¿Suárez?, Lewin y Sapere.
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Eso me
pasó hace algunas semanas, mirando algunas fotos viejas del archivo del Museo
Histórico departamental, cuando descubrí una serie de fotografías de un partido
de fútbol de salón realizado en el gimnasio del Club Centro Progreso, que tenía
la particularidad que los jugadores no eran futbolistas en actividad, y por el
contrario, en su gran mayoría gente de mediana edad en la época, de diversas
profesiones y algunos poco vinculados al fútbol, y casi todos utilizando algún
disfraz. Este descubrimiento, la verdad,
me picó la curiosidad, y tras reconocer algunas caras, comencé a intentar
conocer la anécdota detrás de las fotos, algunas de las cuales acompañan estas
páginas.
Al fondo, Miguel Angel Gómez a la izquierda y Artigas Lago a la derecha; al frente, Enrique Londinsky y “Pajarito” Rosales. |
Según relató uno de los participantes de ese encuentro, la ocasión fue
tan improvisada como repentina, y aunque le memoria no le ayudaba a recordar de
quien o donde partió la iniciativa, aseguró que todo nació a partir del
trascendido hecho público en aquel entonces acerca de las grandes carencias que
tenía en su infraestructura y funcionamiento el Hogar de Varones de nuestra
ciudad.
Corrían avanzados los años 70, y recientemente se habían construido
los primeros dos gimnasios cerrados de la ciudad (en el Progreso y el del Club
San Lorenzo) y el fútbol de salón que había comenzado tímidamente, se había
convertido en una disciplina popular. A alguien, entonces, se le ocurrió la
idea de organizar un beneficio cuyo producido se pudiera volcar a la mencionada
institución, e invitando amigos y conocidos se llegó a la conclusión que la
mejor posibilidad consistía en organizar un partido de fútbol de salón
enfrentando a “gordos” y “flacos”, pero encarándolo más como un espectáculo que
como una competencia deportiva.
Se empezó a convocar gente, y la mayoría se sumaron gustosos a la
idea. Por el lado del cuadro de los “gordos”, jugaban entre otros, tal como lo
muestran las imágenes el óptico Néstor Forni, el comerciante Herman Lewin (el
popular “gordo Kizner”), el juez de fútbol “Pato” Sosa, los recordados
“Italiano” Peralta, Aníbal “Fajita” Martínez y el “Ñato” Mario Sapere. Por el lado de los “flacos”, lo hacían Enrique
Londinsky (dueño de la tienda y mueblería La Palma), “Pajarito” Julio Rosales, el
“Brasilero” Ricardo Petry, “Cheche” Latorre y “La Muerte” Miguel Angel Gómez,
según testimonios que hemos podido recoger entre algunos participantes directos
del evento y otros que o bien fueron espectadores o bien pertenecientes a la
misma generación.
Quizá un poco por el paso del tiempo, otro poco por la modestia de
haber relegado a un segundo plano el recuerdo de ese momento solidario, o tal
vez por respeto a la memoria de quienes ya no están vivos, que son la mayoría,
los recuerdos de los protagonistas consultados no han sido todo lo claros que
nuestras intenciones preveían. Sin embargo, en las fotos se puede apreciar
además de los mencionados a otras varias personas caracterizadas, formando
parte de algunos de los cuadros. Están por ejemplo claramente identificables
Walter “Serrano” Abella y el “Colorín” Julio Correa, de túnica blanca el
“Tartamudo” Artigas Baltasar Lago y oficiando de juez, de traje y zapatos, el
inconfundible Tydeo José Quintana.
Titànica y despareja lucha sin pelota mientras el juez Tydeo Quintana intenta mantener vigentes las reglas del juego y los demás jugadores son sonrientes espectadores de primera plana |
Del resultado del partido, ninguno de los consultados se acuerda,
porque no era lo importante; si coincidieron todos en asegurar que el propósito
por el cual se organizó el evento, fue todo un éxito, ya que se recaudó una
cifra muy importante con una concurrencia masiva de público que colmó las
instalaciones del Progreso hasta la línea misma que delimita la cancha.
En el otro aspecto que todos los relatos coinciden, además, es en
destacar que para los protagonistas, fue un hecho sumamente divertido, ya que
“más que un partido fue un show de humor”, como sentenció Rosales, uno de
nuestros consultados.
Hubo de todo y valía todo, según recuerdan, y la sorpresa estaba a la orden
del día: el “Serrano” Abella, por ejemplo, construyó para la ocasión una honda
gigante (que puede observarse portándola en una de las notas gráficas), y en un
tiro libro o un penal hacia al arco contrario, fue utilizada para “disparar” el
balón: mientras algunos la sujetaban con la horqueta apoyada en el suelo, otros
la estiraban y apuntaban para lograr el tiro perfecto.
En un partido lleno de “protestas” jocosas y muchos “tiempos” de
descanso y exageraciones (como cuando los “gordos” les daban comida a los
“flacos” para que agarraran energía, por ejemplo). En una oportunidad el cuadro
de los “flacos” se sintió en real desventaja, comparando los goleros, y
aduciendo que era injusto que el arquero rival “tapara” casi todo el arco con
su corpulencia, extendió un poncho de paño (seguramente el mismo que en las
fotos se le ve usando al “Ñato” Sapere) para cubrir casi todo el arco y tratar
de evitar que se le convirtieran goles. La memoria recuerda que pese a ello, se
convalidó un gol convertido “con la mano empujando la pelota por la boca del
poncho”, con lo que se armó una discusión extendida y una nueva carcajada
colectiva festejando la ocurrencia.
En definitiva, se sucedieron una serie de anécdotas simpáticas, todas
protagonizadas por este grupo heterogéneo de gente que se combinaron en un
emprendimiento solidario, característico además de una etapa de la vida de
nuestro pueblo donde la solidaridad y la sana diversión acercaba gentes de
diferentes profesiones e intereses.
Muchos detalles del desarrollo de aquella jornada quedan aún sin descubrir,
y me gustaría solicitar la ayuda de los lectores para intentar completar lo más
posible este relato, así como completar la lista de los “jugadores” de ambos
equipos, que está a todas luces incompleta. Por ejemplo, solamente entre
quienes aparecen en las fotos, hay dos personas que no hemos podido identificar
satisfactoriamente a pesar de las más de 30 personas contemporáneas consultadas
al respecto, más allá que a muchos les resultaron “cara conocida” y que varios elaboraron
teorías acerca de sus identidades, creyendo reconocer al “Negro” Isaza y al
“Mosca” Suárez, pero sin una total seguridad. Sinceramente espero que quienes
puedan reconocerles, nos hagan llegar la información.
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