sábado, 15 de junio de 2019

"La campaña es un desierto"


El viaje del presidente Juan Francisco Giró y su relación con la fundación de Treinta y Tres





                                             La Guerra Grande había finalizado tras una docena de años de cruel lucha, enarbolando divisas que aún hasta nuestros días perduran. Ese final dejó un gran deseo de paz en la mayoría de los actores, expresado en la reconocida frase “Ni vencidos ni vencedores”, que fue el espíritu del tratado de paz firmado el 8 de octubre de 1851.
                                             Eran tiempos difíciles. Mientras había durado la guerra, los dos gobiernos paralelos en litigio habían financiado sus acciones tomando préstamos que se reconocieron como “deudas del estado” en el mencionado tratado. El descuido de la campaña había facilitado el contrabando incontrolado y los campos estaban despoblados, de ganados y de gente; la principal actividad comercial de exportación de la época, la industria saladeril, que previo a la guerra contaba con más de 30 establecimientos se había visto reducida a 3 o 4 que quedaban en funcionamiento.
                                             En marzo de 1852 es elegido Presidente de la República don Juan Francisco Giró, (soldado de la independencia, constituyente entre el 28 y el 30), con el apoyo de fuerzas blancas y coloradas, iniciando lo que se llamaría “gobierno de fusión” y que intentaba limar las asperezas de la guerra civil y poner en práctica un gobierno que obviara las banderas partidarias.
Preocupado sin duda por la situación de ruina económica y financiera que debía soportar el país al asumir (las rentas aduaneras y otros recursos hipotecados a favor de los acreedores del Estado), el presidente decidió interiorizarse de la realidad socio económica de nuestra agropecuaria. Consciente de que la única fuente de auténtica riqueza radica en el sector primario, Giró quiso conocer de cerca las consecuencias de la guerra en la realidad de la campaña, y en setiembre de 1852, emprende una gira por el interior del país que culminará a mediados de diciembre.
                                               Una extensa comitiva participó del mencionado viaje, y muchas autoridades locales acompañaron tramos del trayecto, poniendo al tanto a la cúpula de gobierno de la problemática real.


                                                    Este viaje, que en sus propias palabras tuvo como principal resultado concluir que “la campaña es un desierto”, provocó en consecuencia muchas acciones gubernamentales actuando para repoblar y dar seguridad a la campaña. En ese marco, es que Giró aprueba, en marzo de 1852, la aprobación del proyecto presentado por Dioniso Coronel y acompañado por la firma de vecinos, para la creación de la ciudad de Treinta y Tres.
                                                          Giró había pasado por la zona, había sido retrasado por el Olimar crecido en primavera, y había recorrido y hablado con los pobladores locales.

El viaje de Giró según crónica de la época

                                               El periódico capitalino “La Constitución” había enviado un corresponsal integrando la comitiva presidencial, y en sucesivas publicaciones va realizando una síntesis de los avatares de la gira presidencial. El duro trayecto de seis o siete días y 60 o más leguas desde Minas hasta Melo pasando por el Paso Real del Olimar, es testimoniado por el mencionado corresponsal en sendas notas, de las cuales extractamos lo más significativo.
                                               El día 11 de noviembre, finalmente, la caravana encabezada por el Presidente Giró prosigue su viaje saliendo de Minas con destino a Melo: en una nota encabezada en “Barriga Negra” el día 12 y publicada el 15 de noviembre en el periódico de referencia, el corresponsal explica que “ ayer a las 7 y media salimos de las Minas; a eso de las 11 paramos para dar alivio a los caballos á inmediaciones del cerro del Bonete, en la estancia de las Maestres. Como a la una de la tarde volvimos a emprender la marcha y a las 5 de la tarde hicimos alto en la estancia de D. Vicente Rodríguez; pasamos la noche y esta mañana a las 7 nos pusimos en camino. Son las 11 y media y acabamos de hacer alto en la cantera de D. Antonio Vidal (…) Tenemos la intención de ir a hacer noche en la estancia de Corbo, del otro lado del Paso Godoy (…) en dirección a Cerro Largo nos quedan seis buenos días de marcha”.


                                                El día 18, nuevamente escribe el corresponsal una extensa crónica, esta vez informando de la llegada de la comitiva a Melo, el día 16 a las 6 de la tarde, y según sus propias palabras, transcribiendo de sus apuntes “detalles de nuestro viage por su orden”, los que transcribo textualmente por considerarlo de interés central para nuestra zona, ya que esas vivencias tienen relación directa con la fundación de nuestra ciudad de Treinta y Tres.

                                               El día 13 a las 6 ½ de la mañana nos ponemos en marcha, a las 8 pasamos el Pirarajá y a las 11 llegamos al Paso de Gutiérrez, tapera de los Cardozo, para almorzar y dar descanso a los caballos – a las 3 de la tarde dejamos ese lugar – son las 5 menos ¼ y acabamos de llegar al paso de los Corrales donde pasaremos la noche pues a pesar de nuestro propósito del alcanzar hoy hasta Olimar nos es imposible a causa de lo avanzado de la hora y de ser la jornada un poco larga.
                         Día 14 – Son las 6 y ¾ de la mañana y dejamos los Corrales. A las 9 llegamos al Paso del Olimar Grande. Nos apeamos en este punto en la estancia de la viuda de González con la intención a permanecer aquí hasta que se efectúe el pasaje de los carruages, caballos, &a. – A las 2 de la tarde pasamos el Olimar Grande embarcados – a las 3 ½ nos apeamos        para hacer noche en la estancia de D. Frutos Medina situada en las caídas del Yerbal – Desde Olimar a este punto nos ha acompañado una fuerte garúa.
                          Día 15 -  A las 7 ½ de la mañana salimos del Yerbal a pesar del agua que aún continúa. A las 10 ½ hicimos alto en los Corrales, Cuchilla de Dionisio, en una pulpería de campaña por no tener otro sitio donde refugiarnos – Allí almorzamos y permanecimos hasta la una, hora en que salimos. – a las 3 ¼ pasamos el arroyo de Otaro, a las 7 y media llegamos a Guazunambí, estancia de D. Juan González (a) el curtidor – Esta jornada ha sido una de las más fatigosas, no solamente por el mal camino, sino por las continuas garúas que no han cesado en todo el día.
                          Día 16 – Son las 10 de la mañana y nos ponemos en marcha para el Cerro Largo – es la 1 ½ de la tarde y acabamos de pasar el arroyo Tacuarí. En su margen izquierda permanecimos dos horas para dar aliento a los caballos – A las 2 y ½ recibimos un chasque de Montevideo, y a las 3 ¼ emprendemos  montamos de nuevo para rematar nuestra jornada de Minas al Cerro Largo, en la que hemos ido sorprendiendo a fuerza de la rapidez con que vamos marchando. Son las 6 de la tarde y acabamos de llegar  a la villa de Melo del Cerro Largo.

¿Existen hoy los lugares nombrados en la zona?

                                            Los datos referentes a lugares y pobladores de nuestro medio de la época nos deja planteados a los interesados en los detalles históricos, tres interrogantes principales: cuál era la casa de la “viuda de González” en la margen derecha del Olimar donde esperaron que fuera vadeado el río, dónde era la casa de “Frutos Medina” en la que hicieron noche los viajeros, y cuál y dónde era la “pulpería de campaña sita en Los Corrales, Cuchilla de Dionisio donde debieron guarecerse de la tormenta.

                                                                    Investigaciones realizadas por el estudioso coterráneo Amílcar Brun Almiratti, tras exhaustivo estudios de documentos y la geografía lugareña, le han permitido llegar a la estimación razonable de haber encontrado el lugar donde estaba la casa de Frutos Medina, cuya ubicación exacta de momento nos reservamos hasta no lograr la convicción basada en pruebas o documentos que comprueben
fehacientemente que sea ese el lugar.


                                                                    Brun amablemente compartió su teoría conmigo, y juntos fuimos a “descubrir” el lugar, convenciéndonos aún más ante la visión de una vieja tapera y construcciones aledañas, que ese es el lugar indicado. Las viejas paredes de piedra construidas “en seco”, la ubicación rodeada de protección natural que hacen difícil su acceso por varios frentes, una vieja “manguera” aterrada prácticamente invisible a simple vista, son algunos de los evidencias que se pueden considerar para evaluar la certeza del lugar. Acompañan estas líneas un par de fotografías ilustrativas del sitio que suponemos fue la estancia de Frutos Medina, y que debería ser considerado parte del patrimonio histórico departamental si es que –como pensamos- se confirma su veracidad.

jueves, 6 de junio de 2019

Fundación y primeras estadísticas


Lucas Urrutia y su informe de 1872, las bases de la historia treintaitresina



                                                             Sin ningún lugar a dudas, la casi desconocida aunque muy nombrada monografía redactada por
Lucas Urrutia cuando culminaba el año 1872, poco menos de 20 años después de la firma del decreto fundacional de nuestra ciudad, constituye no sólo un documento valioso para conocer detalles de esa época referentes a Treinta y Tres, sino que es –además- el punto de partida ineludible para todos quienes desde entonces, nos interesamos por la historia local.
                                                                   Rescatado casi con toda seguridad por el Doctor Francisco N. Oliveres a principios del siglo XX de algún archivo olvidado en Cerro Largo, fue publicado por la Comisión Organizadora de las fiestas conmemorativas del cincuentenario de la creación del departamento de Treinta y Tres en Agosto de 1935, con el pomposo y altisonante nombre de “Informe de la Comisión Auxiliar de Treinta y Tres a la Junta Económico Administrativa de Cerro Largo en diciembre de 1872 redactado por su secretario Don Lucas Urrutia”, y prologado y comentado por el propio Oliveres.
                                                                    El extenso informe, como es lógico, se refiere únicamente a la problemática y actualidad de nuestra ciudad y sus adyacencias a escasos 20 años de su fundación, siendo que administrativamente Treinta y tres formaba parte aún de la 5º sección de Cerro Largo, y es una detallada muestra combinada de rendición de cuentas con aspiraciones de mejoras en muchos rubros, y ya se atisba en su redacción las primeras menciones para convertir a Treinta y Tres en la capital de un nuevo departamento.
                                                                 A los efectos de realizar esta breve síntesis, podríamos dividir este trabajo de Urrutia en dos partes complementaria. En la primera, luego de una introducción donde explica las razones de redactar tan extenso documento, que básicamente son dar cuenta de las acciones llevadas a cabo por la Comisión Auxiliar que integra como secretario y rendir cuentas de los ingresos y gastos de la misma.
                                                                      Entre las más de 20 “materias” como las llama el autor que trata la primera parte de su comunicación a sus superiores de Melo, Urrutia comienza realizando un racconto de las actuaciones de la Sociedad Fundadora, hace una encendida defensa de la creación de una “Policía municipal”, y detalla estado, historia y proyectos refenente a temas tan diversos como el Cementerio Público, la Iglesia, las Escuelas Públicas y la educación, la Cárcel, las propiedades municipales, Pasos y balsas y caminos públicos. Dentro de los temas estrictamente municipales, además, se extiende también en lo que hace al “régimen interno” de la corporación, a temas de estadística, de jurisdicciones, tasas e impuestos (Derechos de abasto, permisos para edificar, rentas locales y presupuesto, entre otras.

                                                                           En lo que tiene que ver con la sociedad, la vida social y pública, hay capítulos referidos a la agricultura, al abigeato, a las Boticas, a médicos, vacunación y salud, Correos y comunicaciones, haciendo un verdadero estudio sociológico de la actualidad de entonces en la novel villa.
                                                            En lo que sería la segunda parte, el autor detalla exhaustivamente en seis “anexos”, muy bien explicados y documentados, los aspectos más importantes de los temas que considera esenciales, y es –sin dudas- la parte más destacada del documento.

Anexo A – Informe de la comisión Fundadora y estadística


                                                                  Al iniciar este capítulo, Urrutia realiza una reseña pormenorizada de “todos mis trabajos en el delicado pero honroso cargo que mis coasociados me habéis conferido” –vale aclarar que era entonces el Gerente de la mencionada Sociedad Fundadora-, informando del ordenamiento de los libros de la sociedad, la consecución de la escritura de propiedad de la legua cuadrada adquirida originalmente, y el otorgamiento de títulos escriturados a todos los propietarios de terrenos que pudieran justificar la propiedad, mediante el canje de los recibos originales extendidos por la Comisión.  Hace mención también, en este apartado, de los reglamentos de ordenamiento territorial realizados, donde obliga a cercar los terrenos, guardar distancia de construcción respecto a las calles, y homogeneizar el tipo de construcción en algunos lugares, especificando por ejemplo que “la población (casa o comercio) que se construya sobre la línea de la calle no se permitirá que tenga techo de paja, ni pared que no sea de ladrillo”, ya desde el año 1866.
                                                                            Acto seguido informa de un error en la primer mensura de la legua cuadrada medida por Travieso en 1855, que se rectificó con la mensura de Amorín y Brum realizada en 1861, que además modificó la cantidad de manzanas destinadas a solares. Ambos detalles, el error en exceso del primer plano, y el aumento del área de solares, dieron lugar a una serie de disputas y acuerdos, muchos de los cuales fueron zanjados por las buenas, pero en algunos casos, como por ejemplo sucedió con la Chacra de Palacios, debió llegarse a una decisión judicial tras un largo juicio de varios años de duración.

Estadística


                                                                          Presentando este apartado, Urrutia sostiene que presenta las siguientes estadísticas “para dar una exacta idea de la importancia actual de esta localidad, cuyos datos he recogido yendo personalmente casa por casa”.
En lo que refiere a la población de entonces, afirma:
El número de habitantes que residen en la legua cuadrada asignada a este pueblo por ley, asciende a 1.804.
Viven en el terreno de solares 1.186 almas, en 106 casas de material y 53 ranchos de paja.
En el terreno de chacras, viven 618 almas, en 21 casas de material y 62 ranchos.
Acto seguido, indica que “son 242 poblaciones que contiene en promedio 7 pesonas y media”, de las cuales saben leer y escribir 529, saben solamente leer 282 y ni leen ni escriben más de la mitad del total, 993 personas.
Con respecto a la nacionalidad de los habitantes de entonces, Urrutia publica la siguiente tabla:
                                            Orientales      1506
                                             Españoles        128
                                            Brasileros          76
                                             Franceses          29
                                             Italianos          27
                                             Africanos          16
                                             Argentinos          12
                                             Portugueses          4
                                             Alemanes           4
                                             Paraguayos           2
                                                    Total     1804

                                                     Asimismo, especifica que “son de color, es decir, negros y pardos  267, mientras que los blancos y mestizos de indio suman 1537.
                                                Refiere que hay 183 niños y 207 niñas de 7 a 14 años de edad que pueden recibir educación: total 390 niños. 
                                                  De éstos hay matriculados en la escuela de niños municipal 61, además de 1 adulto y 11 menores de 7 años (total 73), siendo la asistencia media en el mes de 45.
                                                            Hay en la escuela de niñas, también municipal, matriculadas 51 y además 2 adultas y 8 menores de 7 años, total 61, con una asistencia media de 39.
                                                             Reciben educación es escuela particular 13 varones y 21 niñas.
                                                    El total de matriculados de 7 a 14 años es de 134, es decir, una tercera parte del total.
                                                         En lo que tiene que ver con las profesiones y comercios existentes en momentos de la elaboración del informe, el detalle es el siguiente:

                                      Casas de Giro e industria
                                               Tienda y Pulpería        17
                                                 Herrerías                 2
                                               Carpinterías               2
                                               Zapaterías                 2
                                               Platerías                         2
                                               Confiterías                  1
                                               Sastrería                     1
                                               Billares                           2
                                               Retratistas                 2
                                               Tahonas                         1
                                               Hornos de Ladrillo      3

De estas 36 casas de comercio, 23 pertenecen a españoles, 5 a franceses, 2 a brasileros, 1 a un alemán, y solamente 5 de ellas están en manos de propietarios orientales, razonando en este punto Urrutia que “tristes frutos de nuestras guerras civiles” son los que llevan a que casi la totalidad del comercio esté en manos extranjeras.
                                                                     Con respecto al aspecto social, y tomando el cuenta no solo el pueblo sino el área de influencia de la iglesia, el informe asegura que desde la fundación “se han contraído 63 matrimonios, se han bautizado 779 niños, y en el cementerio se han realizado 68 inhumaciones.

Los siguientes anexos


                                                                 Los siguientes anexos del informe tratan el “B” sobre la Policía Municipal y su reglamentación, el “C” sobre la rendición de cuentas de la obra del Cementerio (de la Soledad, situado en la actual Cruz Alta), el “D” acerca de un proyecto de  reglamento para el uso del cementerio, (donde se dispone además el traslado de los restos existentes en el primer cementerio de la ciudad hacia el nuevo antes del 2 de noviembre de 1873), el “E” sobre la “cuenta de gastos originados en la obra del templo de la villa de Treinta y Tres”, el “F” que incluye el detalle de los exámenes escolares del año 72 y el siguiente y último que realiza el balance de gastos e ingresos de la comisión.
                                                               
        Junto a los temas detallados, el extenso informe se ocupa además de hacer un pormenorizado relato de la situación y la solución propuesta para los principales problemas de interés público de la entonces novel “Villa de los Treinta y Tres”. Recuérdese que en la época, nuestra ciudad contaba con menos de 20 años de fundada.
                                                                  Uno de los problemas que más preocuparon a la Comisión Auxiliar entonces, fue sin dudas el del Cementerio público, tema al que se le dedica especial atención. En este apartado comienza explicando el aspecto económico de la construcción del nuevo cementerio realizada por el Cura Vicario Ramón Rodríguez según contrato realizado con la Junta Económico Administrativa de Cerro Largo de la cual dependía administrativamente esta ciudad. Se refiere al segundo cementerio que tuvo nuestra ciudad, que fue llamado “De La Soledad”, estaba situado en la zona de la Cruz Alta, y funcionó hasta finales del siglo XIX
                                                               Al respecto, el informe destaca en primer lugar las cuentas, haciéndose constar con números que omitiremos, que la deuda de entonces con el constructor “quedará amortizada en tres años más”, afirmando más adelante que “a fin de 1874 el Cementerio pertenecerá exclusivamente al Municipio”. Luego, informa que el primer cadáver supultado fue el de María Jesús Carballo, esposa de Pedro Méndez, vecino de Los Corrales en la 2º sección de Minas, el 31 de agosto de 1865, aunque la bendición del Cementerio no se realizó sino hasta mayo del 1867 durante la visita del Obispo de Megara y Vicario Apostólico de Estado, Monseñor Jacinto Vera.
                                                                 En el marco de este informe, además, Urrutia elabora y eleva un proyecto de reglamento para el funcionamiento del Cementerio, donde además de regular las prácticas habituales comunes a todos las necrópolis de la época en materia de venta y arrendamiento de panteones, nichos y espacios en tierra, incorpora obligaciones para la revisación y autopsia de los casos dudosos, así como el intento de prohibición de enterramientos sin control en la campaña, práctica habitual de entonces. A este respecto, argumenta: “en los pueblos de nueva creación y en las condiciones de este, cuesta infinito extinguir los resabios encarnados en las masas de nuestra extensa campaña, y es así que todavía conservamos la práctica de dar sepultura a los cadáveres sin averiguar debidamente si para su fallecimiento ha mediado alguno de los tantos crímenes que no deja de haber, o si la muerte ha sido natural. He visto con alguna frecuencia que cadáveres que necesitaban una inspección científica o al menos judicial muy prolija para averiguar tal vez un horroroso crimen, han sido sepultados sin formalidad alguna. Si esto sucede aquí en el pueblo, presentes las autoridades y aun debido a ellas mismas ¿Cuántos crímenes se ocultarán en la campaña, donde cada cual parece estar autorizado para sepultar un cadáver allí donde mejor le plazca y que no está al alcance de la acción judicial?  Es tiempo ya que desaparezca este espectáculo que nuestros campos presentan de ser un vasto cementerio, en los que a cada paso se hallan cadáveres sepultados”  
                                                             El reglamento, sin modificaciones, es aprobado al año siguiente por la Junta Económico Administrativa, con una disposición transitoria que conminaba a trasladar los restos del “cementerio viejo” hacia el nuevo a más tardar el 2 de noviembre de 1873 “con la formalidad y respeto que esto requiere”, apercibiendo que tras esa fecha, de los restos existentes “dispondrá esta Corporación que inmediatamente procederá a extinguir completamente todo vestigio que revele para lo que aquel lugar ha servido”. Cabe recordar que el primer cementerio de la ciudad, estaba ubicado en terrenos del ejido, a la derecha del camino que va hacia el parque del Río Olimar.

De la Iglesia y sus imágenes


                                                          La Iglesia, su historia, construcción y alhajamiento, ocupan también un lugar preponderante en el detallado informe de Urrutia.  Comienza el apartado dedicado al tema, realizando un “racconto” de sus inicios, cuando ante la fundación de la ciudad, el Cura Vicario José Reventós, además por entonces presidente de la Junta Económico Administrativa de Cerro Largo, mandó construir el primer Oratorio en el año 1857 (aproximadamente en el lugar que hoy el Sanatorio, en Basilio Araújo casi Juan A. Lavalleja) y donde se celebró misa por primera vez el 25 de diciembre de 1858. Previamente, según reza el informe, en el mes de julio de 1855, se había empezado a construir en el local que hoy ocupa la iglesia, frente a la plaza 19 de abril, una serie de construcciones que se destinarían a templo la principal, y las demás a casa rectoral y escuela y oficinas públicas.
                                                                 Con respecto a la construcción del tempo, que demandó años y aún a la fecha del informe estaba inconcluso, Urrutia detalla, planos, solares, precios, proveedores y trabajadores de la obra, que en ese momento era dirigida por Nicolás Pomata, así como materiales y avance de obra, que fue bendecida aún sin culminar en marzo de 1871.
                                                               Por otra parte, además, individualiza las imágenes existentes, aunque resalta que son escasas para su envergadura, resaltando que una imagen de la Soledad y dos grandes cuadros que adornan el altar mayor las ha concedido en préstamo él mismo, explicando luego que la imagen del Señor Crucificado, de 6 palmos de altura, es tallada en madera de laurel del monte del Olimar, colocada en la capilla del lado izquierdo, mientras que “la de Nuestra Señora de los Remedios, en el lado derecho, es la que trajo Reventós para esta iglesia”. Aclara además, que se mandaron pedir a Europa donadas por la familia Oliveres, las imágenes de los patronos San Vicente y San Salvador, y establece también que “el señor Cura tiene también una de San Antonio, de la misma madera, del monte del Yerbal, obra también en escultura pero que le falta aún la pintura”.

Otros planteamientos municipales


                                                                Tal como señaláramos, son abundantes los ítems que desarrolla el informe que nos ocupa, del cual hemos resaltado, a nuestro juicio, los aspectos más relevantes, aunque no podemos dejar de resumir muchos otros que quizá despierten la curiosidad de los lectores. 
                                                                     Por ejemplo, hay todo un capítulo dedicado a la educación, detallando escuelas, maestros y preceptores y relatando además muy pormenorizadamente el resultado de los exámenes escolares del año de referencia, habiéndose examinado separadamente varones y niñas, en 7 materias. Las materias para los varones fueron Lectura, Escritura, Gramática, Arimética, Geografía, Doctrina Cristiana y Catecismo; para las niñas, las mismas excepto Geografía, la que era sustituída por “Labores de adorno”
                                                                      Otro de los temas que por su extensión y desarrollo aparecen como de cabal importancia para los gobernantes de la época y para Urrutia en particular, es lo referente a lo que él llama una Policía Municipal, independiente de la Policía Miliar existente entonces, y que “se encargaría del cuidado de todo lo que corresponde a garantías vecinales”, actuando además como “brazo ejecutor de los impuestos y de todo lo que esencialmente corresponde al municipio”. Urrutia planteó y obtuvo la creación de tres puestos de trabajo con esta denominación, que básicamente estaban encargados de conducir oficios, citaciones y demás diligencias actuando como ordenanza y alguacil de los juzgados; revisar toda clase de patentes, pesas y medidas, derechos de abasto, contribuciones y demás rentas  municipales; vigilar alumbrado público, animales sueltos, garantía del agricultor o otras funciones de injerencia públicas.

                                                      Con respecto a las individualizaciones de otro tipo de actividades municipales, Urrutia mostró preocupación por el abigeato, la agricultura, el tema de médicos y vacunaciones, los permisos para edificar, el estado de vías y caminos, los derechos de abasto, la construcción de una cárcel, lo referente a correos y comunicaciones, así como reveló su preocupación sobresaliente por el correcto funcionamiento de los pasos y balsas aledaños a la ciudad, que considera “actualmente mal servidos”, tanto el de Olimar, a cargo de Dionisio Vaco, como el de Yerbal, bajo responsabilidad de José Rodríguez.
                                                    Para finalizar este resumen, y como corolario curioso, transcribiremos unos párrafos que se le dedican al agua potable y los baños, donde dice textualmente: “Está rodeado este pueblo de magníficas aguas procedentes de los arroyos Olimar y Yerbal y dos grandes lagunas. Por su proximidad al pueblo y por sus cualidades potables, estaba sabiamente establecido que se usase la de la laguna llamada de Ferreira para tomar, sin perjuicio de que cada vecino pudiera proveerse de donde mejor se le antojara. Es por estas poderosas razones que hasta ahora estaba prohibido que la gente fuera a bañarse en ella, dejando para este objeto al gran laguna Etchepar y los dos arroyos en toda su extensión. Desgraciadamente, este año la Policía se entrometió en el asunto y autorizó que la laguna Ferreira fuese profanada por los bañistas, con perjuicio de la población pobre y con escándalo del público.”

miércoles, 5 de junio de 2019

Oliveres intendente


Una actitud diferente: no cobró ni un solo sueldo




                                                            El doctor Francisco N. Oliveres, de quien casi todos en Treinta y Tres ya tenemos al menos referencia, fue sin lugar a dudas uno de los hombres más influyentes en nuestro pueblo a comienzos del siglo XX, a quien se recuerda permanentemente por su donación póstuma de la Quebrada de los Cuervos, su biblioteca y otros legados; por su contribución a las grandes obras y emprendimientos de la época; y por su gran aporte a la historia local y regional a partir de tres de sus libros: Los Pleitos del Ejido, Datos, Apuntes y Recuerdos, y Toponimia de Treinta y Tres y Cerro Largo, entre otras cuestiones.

                                                                Oliveres era un abogado, productor y comerciante que heredó un buen capital y lo multiplicó, apasionado de la cultura en general y de la historia en particular, al punto que la colección de documentos que reunió conforman una colección especial de consulta en el Archivo General de la Nación.

                                                                Pocas maneras mejor de definirle habrá que las palabras que le dedicó Luis Hierro en 1912, cuando por razones particulares Oliveres decidió dejar Treinta y Tres y pasar a residir permanentemente en Montevideo, y que fueran publicadas en su momento por el periódico “El Comercio”.

                                                               En la parte medular de su discurso, Hierro expresó: “Es un hombre de bien. Ama la virtud por instinto... Hace el bien por el bien mismo… Practica el deber como una imposición matemática… El doctor Oliveres es bueno, puro, generoso y grande. Si la honradez, la inteligencia, la integridad, la delicadeza, la generosidad y la virtud no tuvieran nombre, deberían llamarse Oliveres…”   “El doctor Oliveres es un hombre de lucha y un hombre de triunfos. No se ha lanzado a las cuchillas acaudillando multitudes, ni ha sentido ante sus ojos el rojizo resplandor de las batallas campales; no ha ido a las tribunas políticas para hacer campañas eleccionarias, ni siquiera ha escalado puestos públicos…”

                                                                   Unos meses antes de su alejamiento temporal de su Treinta y Tres natal, sin embargo, Oliveres había aceptado transitoriamente el único puesto público que ejerció en su vida, asumiendo la presidencia de la Junta Económico Administrativa, en la práctica Intendente del Municipio, acompañado por Rafael F. Ximénez como Vicepresidente y los señores Tomás Sánchez, Santiago Aycaguer, Constancio A. Fleitas, Isidro Medero y Cornelio Piedra como vocales.



                                                                   En la oportunidad, “El Comercio” sostenía: No es necesario forzar el elogio para decir que la actuación del Dr. Oliveres está unida a todos nuestros progresos locales de varios años a esta parte. Protector de todas las empresas elevadas y hombre de verdadera acción en el terreno de la prosperidad general, el Dr. Oliveres, alejado por completo de la política, imprime norte seguro a todos nuestros movimientos de progreso. Las Exposiciones Feria que con tanta frecuencia han derramado su riqueza en el departamento han tenido en el Dr. Oliveres su más decidido paladín. El Centro Progreso que expresa como institución social nuestra cultura, debe su actual próspero estado a la acción perseverante, a la inteligencia y al bolsillo del Dr. Oliveres. Los puentes han tenido en él un gestor importante. El ferrocarril le debió no pocas energías y, en una palabra, el Dr. Oliveres ha estado presente en una forma activa y distinguida en todas las manifestaciones de prosperidad y cultura de Treinta y Tres. Tal es el hombre que por primera vez en su vida acepta un puesto público. Tenemos la seguridad que su gestión ha de arrancar aplausos a todas las personas desapasionadas”.

                                                                      En el marco de su gestión municipal, según publicaciones de la época, Oliveres se ocupó de poner al día las cuentas públicas, racionalizando gastos y esfuerzos y priorizando los servicios básicos, “para sacar al Municipio del mal momento administrativo que estaba pasando”.

                                                                      Ocupó el cargo en forma interina durante algunos meses, - como lo había anunciado según parece-, y al cumplirse cada mes de su “administración”, trascendía similar noticia en los periódicos de la época: la donación de su sueldo mensual. El primer mes, lo donó a las arcas municipales para hacer frente a pagos atrasados, el segundo, lo destinó para la compostura de una calle en la localidad de Vergara, el tercero, fue destinado a la compra de vestimenta a los niños pobres concurrentes a la escuela. El siguiente, del mes de abril, lo donó al Patronato de Damas (institución benéfica), para ser destinado al auxilio “de los pobres perjudicados a causa de las última crecientes”.


                                                                       “Estos rasgos filantrópicos ponen de relieve al hombre. Es notoriamente conocida la delicadeza de sentimientos que para honra de Treinta y Tres ocupa actualmente la Intendencia Municipal. Las intensas virtudes que forman su carácter le generan el aprecio y respeto de cuantos le conocen, porque el doctor Oliveres, enemigo de vanidades y vanaglorias, ha estado presente en forma activa en todos los infortunios, siendo muchos los hogares desamparados que le deben una hora de alegría y un pedazo de puchero”.