lunes, 10 de julio de 2017

Recuerdos y fotos

Coronaciones y Reinas 


Una de las tradiciones que durante mucho tiempo esperaban los jóvenes olimareños con excitante ansiedad, durante muchísimos años arraigadas en la actividad social de nuestro medio y a la fecha prácticamente desaparecidas, eran las “Coronaciones”, serie de  


Elección liceal en los años 70

actividades bailables casi siempre primaverales, donde cada institución social y educativa del medio reunía sus más conspicuas bellezas, elegía con distintos métodos cuál era la más bella del año, y con pompa y glamour se le otorgaba el reinado de la correspondiente institución por el siguiente período, siendo “coronada” por la saliente “Miss”.

Sin dudas que habría que rebuscar mucho en los primero años de la historia Treintaitresina para indicar con certeza dónde se realizó la primera de estas actividades y a que club o centro de enseñanza le corresponde el honor de ser el creador de esa tradición, aunque es dable suponer que se haya instaurado en el seno del Club Centro Progreso a principios del siglo pasado, haciéndose extensiva luego a la mayor parte de las instituciones del medio.

Lo cierto es que, al menos desde finales de los años 60 y durante muchos años más, quizá hasta mediando los 90, año a año se realizaban no solamente en el mencionado Progreso, sino que también en el Centro Democrático, la UTU, el Liceo y algo más acá en el tiempo se sumaron algunas instituciones privadas, como la Alianza Cultural Uruguay – EEUU, y se aprovechaba prácticamente cualquier ocasión para celebrar ese tipo de eventos, como las “Reinas del Carnaval”, la “Reina del Sol” que se llevó a cabo durante muchos años en el parque del Río Olimar, o la “Reina de la Primavera” que en su cenit organizativo supo convocar multitudes a la Plaza 19 de Abril. No escaparon a esta contagiosa tradición tampoco, durante muchos años, los Centros de Barrio de nuestra ciudad, sobre todo los tres primeros que funcionaron, en los barrios Nelsa Gómez, Sosa y 25 de Agosto respectivamente.

Sin ningún lugar a dudas, los más pomposos y significativos para la población en general eran los organizados por el Centro Progreso, el Democrático y el Liceo (en ese entonces el único), seguramente por ser las instituciones que contaban con mayor cantidad de público. Recuérdese que en el caso de los clubes sociales, en su auge de participación, alcanzaron a registrar ambos más de mil asociados, y teniendo en cuenta que solo se asociaba el “cabeza de familia”, tenían posibilidad de participar de estas actividades no menos de  tres o cuatro mil personas, mientras que el Liceo alcanzó la friolera de más de 2000 alumnos en tres turnos antes que se inaugurara el liceo Nº2.

Había en aquellos tiempos, además, una especie de “guerra fría” o competencia con regla no establecidas entre las tres grandes coronaciones, primero y antes que nada intentando elegir a la más bella primero que los demás, ya que no se consideraba correcto que la misma joven fuera elegida como Reina de más de una institución. Pero además, cada una de ellas no escatimaba esfuerzos ni dinero para intentar que su fiesta fuera superior a las demás en todos los detalles: desde los vestidos de las integrantes del “cortejo” que acompañaba las elegidas, las orquestas y amenizantes de las fiestas hasta la
preparación de las escenografías y tronos donde se llevaba a cabo la coronación. Recuerdo nítidamente, de mis años mozos, por ejemplo, a Alma Helal y a “Pocha” De Craviotto a cargo de estos menesteres, preocupándose por todos los detalles, desde el peinado y maquillaje de las “señoritas” hasta la especie de coreografía ensayada con que se llevaba a cabo la “entrada” de las reinas y su cortejo.





Llegaron a ser eventos tan populares y que concitaban tanto la atención, que apenas el canal 11 local contó con la tecnología suficiente, se ocupaba de transmitir en directo los eventos, en un alarde de producción que sin dudas debió significar mucho esfuerzo para la época, donde había que trasladar pesados equipos y no era tan solo como lo permite la actual tecnología, llevar una cámara y transmitir inalámbricamente.

Quienes ya doblamos el codo de los 50 años, y descartando que seguramente cada cual tenga más vívidos los recuerdos de sus propias participaciones en este tipo de actividades, cada vez que surge el tema no conseguimos escapar de la fascinación que produjo en Treinta y Tres que varias de estas “Misses” en el entorno de los años 70, hayan participado y conquistado lauros importantes en eventos nacionales, como cuando Rossana Pintos obtuvo el cetro de Miss Juventud y si no me equivoco al año siguiente también la representante olimareña fue seleccionada finalista del mismo prestigioso concurso que se llevaba a cabo en el balneario de Piriápolis.

Las coronaciones eran una fiesta de todos. Eran, por aquellas épocas de los años 70, una de las pocas actividades bailables del año de carácter “oficial” de los Clubes, donde hombres y mujeres, muchachos y chiquilinas, nos vestíamos de etiqueta para estar a tono con la importancia de la ocasión.





Como testimonio gráfico de ello, han quedado decenas de registros fotográficos muy interesantes, algunos de los cuales es posible publicar aquí gracias a la amabilidad del Archivo Fotográfico del Museo.
Sería muy lindo y gratificante que además de mis propios recuerdos tan sucintamente narrados, se animaran a dejar sus remembranzas en los comentarios de esta nota, que quizá entre todos podamos traer a la luz una época añorada por muchos.