viernes, 1 de febrero de 2019

Herrera en Treinta y Tres



 Más de 2000 jinetes lo recibieron en el 38

La elección nacional de marzo de 1938, mediante la cual se ponía fin a la dictadura de Gabriel
Terra, instaurando sendas reformas constitucionales y habilitando por primera vez en nuestro país el voto femenino, concitó en nuestro medio, al igual que en el resto del país, un inusitado interés, que se tradujo sobre todo en la multitudinaria participación de los simpatizantes de los distintos bandos en lid.
En Treinta y Tres, sin dudas uno de los puntos supremos de la campaña, fue el acto realizado con motivo del arribo de la fórmula presidencial blanca, que proponía a la Presidencia de la República al ingeniero Juan José de Arteaga acompañado por el también ingeniero Carmelo Cabrera, quienes anunciaron su presencia en nuestro medio para el 6 de febrero, acompañados por varios de los candidatos a senadores, entre ellos el destacado caudillo Luis Alberto de Herrera y los treintaitresinos Valentín Olivera Ortúz, Pedro Berro y otros.
Todos los blancos de la zona fueron convocados, y el resultado de la magnífica jornada, quedó magníficamente plasmado en un extenso artículo del periódico local “La Acción”, cuya síntesis publicamos a continuación.






Desde muy temprano hubo gran movimiento en la población. Tráfico intenso de automóviles y camiones repletos de gente que agitaba banderas y vivaba continuamente a la Patria y a su Partido Nacional. Música, cohetes, ir y venir de gente…
A eso de las 9 y ½ pasó por nuestra calle principal una formidable columna de caballería que reunía a los contingentes de la 1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 9ª y parte de la 5ª y 7ª seccionales (otra parte se dirigió directamente al campo de la reunión entrando por el Paso de los Carros)
Pasa un pedazo de tradición.
Mil trescientos hombres sumaba esta columna, contada en veinte grupos de opositores curiosos que reconocían con asombro que no esperaban semejante demostración.
La 1ª sección estaba en masa. No faltaba un solo herrerista. Desde la Costa del Yerbal hasta la Cuchilla de Dionisio y desde el Olimar y los Ceibos hasta el Convoy, todos, viejos y jóvenes, habían acudido a la cita. Imposible dar nombres de los más prestigiosos. Eran tantos que cometeríamos omisiones.
Aparece la 4ª en correcta formación. Gauchos pobres en su mayoría, pero de los que no niegan fuego. ¡Siempre los mismos sufridos, desinteresados hasta el sacrificio, siempre firmes, de los que no andan cambiando de cabecera! Distinguimos a Toribio Ramírez, Manolo Vidal, Pablo Fernández, los Machado, los Iguiní, los Llano, los Caraballo, los Cardona, Perdomo y otros.
Ahora pasa el contingente de la 5ª (la sección más blanca). La altiva 5ª de las épocas borrascosas. Son más de 500, de los de Antonio Magallanes, Tunicio Saravia, Juvenal Cruz, Gerónimo Pérez, Chiribao, Gabino Fuentes, Evangelista Pereira, Riaño, Argibay, Félix Franco, Jaunarena, José P. Olascoaga, Jauregui, Francisco Sosa, Moreira, Saralegui, Cruz, Martínez, Correa, los Larrosa, Espinosa, Justo Iguiní, Medero, los Brun, Mariño, Delfín, etc.
Sigue un nutrido escuadrón de la Charqueada y del Arrozal Olimar. Son más de 150. A su frente vienen los mellizos Gómez (Antonio y Angel). Se destacan por su organización, desde luego improvisada. Vimos también a Floro Almeida, Floro Olano, Jaime Serralta, José Alcántara y tantos otros.
Avistamos el pasaje de los de la 7ª abajo, los blancos que han dado mayores pruebas de civismo. Al verlos acude a nuestra memoria el recuerdo de las famosas elecciones complementarias de la 7ª en las que a pesar de la mazorcada josesista del adelanto de la hora y de mil oprobios, los blancos de la 7ª votaban una y otra vez. Allí vienen José y Felipe Alvarez, Manuel Quirque, Arocena, Prado, los Nocedo, Manuel M. Amorín, los Acosta, los Silva, Bauzil, Cruz, Soba, Priguez, Palacio, Spagnolo, Prais y otros.
Entre un ondear de banderas y haciendo caracolear sus hermosos pingos, entran los blancos de Vergara y de la 9ª. Queremos reconocerlos a todos, pero pasan tan ligero que apenas vemos a Salvador Acosta, a Dionisio Batalla, a Donato Batalla, a los Teliz (que forman solos una legión) a Barragán, los Sanz, los Chaves, los Mariño.
Llama la atención un escuadrón de lanceros que rememoran el pasado heroico de nuestros criollos: es un homenaje a la tradición, al pasado glorioso que pertenece por igual a blancos y a colorados. A su frente vienen Ventura Robaina y F. Silvera.
Al mismo tiempo, ha arribado por motocar un importante núcleo vergarense que capitanea Rafael Fabeiro, quien distribuyó gratuitamente 150 pasajes.
Doña Belmiria Alvez Pereira de Gigena ha llegado también al frente de una caravana de autos y camiones.
Y en esta columna de Vergara falta don Leonardo Salvarrey, el patriarca de la zona. Falta a la revista porque se encuentra en un Sanatorio en la Capital, pero él está en espíritu acompañando a sus hermanos de causa en esta memorable jornada cívica.
Del fondo del Rincón de Ramírez también han acudido presurosos a la cita de honor los Padula, Rosas, Techera, Sosa, Barreto, Fuquet, San Martín, Aguilera y un fuerte núleo de musculosos trabajadores del Arrozal “33”
Por el Paso de los Carros, avanza directamente al campamento de la asamblea otro contingente de ciudadanos que viene de la 5ª y de los lejanos pagos de Santa Clara. Por ahí llegan Celestino Díaz, Octavio Barcelo, Odorico Díaz, Joaquín Silvera, Claudio Serra, Gabino Arévalo, Manuel Fernández Cruz y varios más.
Por Palo a Pique vienen de la 6ª Francisco y Pepe Sosa, Nicanor Tormes, los Goday, Felipe Cantera, Nico Alvarez, Jacinto Espinosa, Lopez García, Del Campo y otros.
De María Albina y de la 7ª llegan otros grupos importantes con Antonio Ramírez, los Conde, Tono Cruz, Jaime Stol, Román Palacio, los Martínez, Izmendi, Tabeira, Rado, los Medina, Azcárate, Almenar, Juan Casteriana, Eduardo Mesones, los Gomez.



Llega Herrera


Con él la brillante comitiva.
Clamorosa ovación. Inalienable alborozo exteriorizado por vivas, aplausis, efusivos saludos, mientras se oyen como un nota emotiva casi en pleno campo, los acordes marciales del Himno Nacional, coreado por un conjunto de voces femeninas bajo la experta dirección del profesor Clark.
Avanzan entre dos vías de jinetes en correcta formación desde la parada del Motocar hasta el camino donde aguardan un número incalculable de automóviles y camiones atestados de gente, que les prodigan los más entusiastas y fervorosos vivas d bienvenida: Herrea, Arteaga, Cabrera, Moreira y los nombres de otros destacados integrantes de la comitiva llenan el espacio.
Una hermosa y numerosa delegación de damas en todo el trayecto anunciado, ofrece la gallarda ofrenda de sus flores y la alegría bulliciosa de su entusiasmo.

En el Campamento


Las preciosas márgenes de nuestro magnífico Olimar ofrecieron propicio ambiente a las columnas blancas que poco a poco fueron ubicándose en lugares estratégicos, constituyendo improvisados y pintorescos fogones criollos.
Es imposible captar en una fugaz nota periodística el inusitado movimiento y alegría desbordante de las muchedumbres congregadas allí, en la más formidable exteriorización de civismo nacionalista y de homenaje al jefe civil del Partido, Dr. Luis Alberto de Herrera.

La Oratoria

Después del clásico almuerzo campechano, la delegación, las agrupaciones de todo el departamento y aquel verdadero pueblo allí volcado, se reunieron en un panorámico sitio del rio junto a sus bulliciosas aguas y bajo los pliegues de una monumental bandera nacional que confundía en sus colores al flamear el cielo despejado de ese día y la pureza de los blancos ideales que todos los pechos albergaban.
En medio de atronadores vivas y en una tribuna improvisada, comienza la oratoria el Senador don Valentín Olivera Ortuz. Enjundioso y entusiasta fue su discurso. Por sus palabras, saluda al Dr. De Herrera, a los candidatos Arteaga y Cabrera y a la brillante comitiva, en nombre del comité organizador de la magnífica fiesta nacionalista. Se refirió, con la vehemencia que le es peculiar, a la acción viril y depuradora del Partido que comenzó aquel 31 de marzo. Hizo el panegírico decidido de la fórmula Arteaga-Cabrera, exaltando su honradez, patriotismo y austeridad. Sus elocuentes y patrióticos conceptos fueron laureados por gran y clamorosa ovación.



Habla Herrera


Verdaderamente indescriptible, con todos los caracteres de apoteosis, es el saludo que se le prodiga al conductor de las muchedumbres blancas, al indiscutible jefe, cuando ocupa la tribuna. Su palabra como siempre, fluida, espondánea y campechana llega a estremecer las fibras más íntimas de los oyentes que lo aclaman en todo el transcurso de su vibrante arenga, interrumpiéndolo continuamente. Al poner fin a su improvisación, persiste un delirante clamoreo que sin hipérbola ha debido durar muchos minutos. Tal la ansiedadde todos estos nobles paisanos, de todo ese pueblo en masa, por oir la palabra del gran demñocrata.
Lo sigue el Dr. Roberto Berro. Esta eminente personalidad que nos honró con su visita también supo arrancar entusiastas ovaciones al pronunciar concienzudo y patriótico discurso. Tuvo palabras elogiosas para los nobles paisanos de Treinta y Tres que habían concurrido en tal forma a esa cita del civismo.
La joven y destacada personalidad de nuestro diputado Dr. José Gorosito Tanco, pasa a ocupar la tribuna. Sus cálidas frases de personalísimos giros y emotivas expresiones, arrancan frenéticos aplausos de la concurrencia. Como Olivera Ortuz, evocó las venerables figuras de Bernardo G. Berro y Luciano Macedo, teniendo cariñosas palabras de recordación para nuestro patriarca don Tolentino Gorosito. Saludó a las damas del departamento en la persona de doña Belmiria Alvez Pereira de Gigena, y luego de referirse a las conquistas sociales del Partido, terminó recitando una bella composición poética. Su palabra fue premiada por vivas y aplausos entusiastas.
La juventud herrerista estuvo representada por Ricardo Macedo. Los que conocemos sus notables condiciones de orador no nos sorprendimos de su magnífica pieza ortoria. Fue una arenga vibrante, un canto de juventud, una ofrenda nueva a la guardia vieja del Partido. Honda impresión dejó en el ánimo de sus oyentes que lo aplaudieron con inusitado entusiasmo.
A continuación hizo uso de la palabra el prestigioso tribuno del Partido y Director del “El Debate”, nuestro coterráneo Pedro P. Berro. Como siempre, enfervorizó las muchedumbres que lo aplaudieron en los diversos pasajes de su vibrante discurso. Como hijo de Treinta y Tres, tuvo palabras muy cariñosas para el viejo Olimar que lo destacó como el rio más hermoso del mundo. Celebró la fusión del nacionalismo departamental que lleva en sus listas su nombre junto al prestigioso de Gorosito Tanco, para quien tuvo palabras de elogio, instando a que todos concurran a cumplir con el deber cívico en los próximos comicios. Descendió de la tribuna en el medio de cerrada ovación.
Entre atronadores vivas y aplausos, ocupa la tribuna la bizarra figura del Ingeniero De Arteaga, candidato único del Partido a la Presidencia de la República. Su palabra elocuente esbozó a grandes rasgos su magnífico programa de gobierno. Ecxaltacion de la nacionalidad y protección y defensa a las nobles clases trabajadoras del campo y de la ciudad. Respeto y consideración para todos los buenos orientales. Despues de tener palabras de emotiva evocación para nuestro inolvidable jefe don Luciano Macedo y de cumplidos elogios para el nacionalismo treintaitresino, los compañeros Valentín Olivera Ortúz, Pedro María Macedo, y doctores Pedro P. Berro y José Gorosito Tanco, terminó su magnífica alocución entre ensordecedor clamoreo y estruendosas vivas.
A continuación, habló el conocido tribuno Benjamín Pereira Bustamante, quien tuvo felicísimos paisajes en su cálida improvisación, que le valieron nutridos y justicieros aplausos.  La palabra de la doctor Regina Rodríguez Bulgarelli, en representación de las damas herreristas clausuró el acto, cosechando vivas demostraciones de parte d ela concurrencia.

El desfile por la ciudad


Terminada la parte oratoria, a las 4 ½ de la tarde se inició el desfile por el centro de la ciudad.
Adelante marchaban vehículos, ¡inmensa caravana! Autos, camiones, volantas, sulkys, atestados de gente.
Presidían la interminable columna el Jefe Civil del Partido, Dr. Luis Alberto De Herrera, los candidatos Ingenieros Arteaga y Cabrera y demás integrantes de la delegación: Dr. Morelli, Dr. Roberto Berro, Dr. Posadas Belgrano, Dr. Collazo, Dr. Pedro P. Berro, B. Pereira Bustamante, diputados Vigliola y Santos y Pio Barrica, Gorosito Tanco y otros distinguidos compañeros.
Luego venía la caballería. ¡Imponente, grandiosa, nunca vista en Treinta y Tres!  Cuadras y cuadras ocupaban aquellos 2000 jinetes.
El Senador don Valentín Olivera Ortúz, el Presidente de la Departamental Nacionalista, don Manuel T. Quintela, el ex intendente Pedro Mª. Macedo, el Sr. Martín M. Ois, don Juan Angel Quintela, don Aurelio Pintos, don Eladio Eguren, don Germán Barreto, don Angel Martínez, don Pedro C. Rodríguez, don Manuel Peralta venían al frente.
En la plazoleta Reventós el Dr. Herrera y demás acompañantes ocuparon un palco desde donde presenciaron el final del estupendo desfile que duró más de una hora.
Desde allí dirigieron la palabra los siguientes oradores: Dres. Morelli, Collazo, de Herrera –cuya palabra fue nuevamente solicitada- y los señores Julio Hugalde, Martín M. Ois, Leopoldo Quuintela, Sra. Nieto Aguilera y señor Juan A. Macedo, quienes recibieron también nutridos aplausos por sus magníficas piezas oratorias.

Parece el Ejército de Saravia


Mientras el Dr. Herrera presenciaba emocionado  el desfile de la caballería, le oímos repetidas veces esta frase: “Parece el ejército de Saravia”.

Vivan los gauchos!

Cuando pasaban bizarros los escuadrones de nuestros paisanos –ofreciendo un espectáculo magnífico a la ciudad-, de los pechos emocionados de los hombres, de las mujeres y niños que marginaban el desfile, salía este grito unánime: “¡Vivan los gauchos!”
 
Caballería a fines de los años 50

La juventud de “33”

La juventud herrerista de Treinta y Tres estuvo representada en el desfile de caballería por un escuadrón de 180 muchachos que llevaban al frente un cartel con la leyenda “Juventud Herrerista Treintaitresina”
Cada componente de esta escuadra juvenil, que fue aclamada a su paso, llevaba un banderín blanco y caleste.
Vimos al frente al escribano Roberto Ríos, Lepoldo Quintela, Pochocho Bas, Espíndola, César Urgel, Caétano, Ramos, Pintos, Recarte, Mederi, Bauzil y varios otros.

La mujer nacionalista

La mujer nacionalista tuvo destacada actuación en esta magnífica asamblea.
Puso la pincelada de colorido y puso emoción en el pecho de los hombres.
¡Admirable partido el nuestro que cuenta con el férvido entusiasmo femenino!
Centenares de mujeres de todas las esferas sociales se volcaron a la formidable asamblea del 6. Debemos de mencionar, con riesgo de cometer omisiones, a las que colaboraron en diversos detalles de la organización: Blanca Sosa, Susana D’Alessandro, Mª Elena Sala, Francisca D’Alessandro, Beba Recarte, Cristina Miraballes, Celia D’Alessandro, Violeta Blanca Sala, Juanita Sala, Renée Recarte, Gladys Recarte, Deida Rodriguez, Haydé Rodríguez, Chela, Carmen, Negra y Marta Macedo, María Sofía, Olga, Quela y Berta Olivera Ortúz Antúnez, Pocha Silvera, Tana Silvera, Blanca Ungo, Elida Arroyal, E. Solé, Ilda Machado, Maruja Rodríguez, Coca Amaral, Blanca Fonseca, Dorita Sala, señoritas Falibeni y otras.
Herrera, Herrera, Herrera!!!
Unánime, clamoroso, ensordecedor, resonó en el inolvidable desfile del 6 de febrero este grito: Herrera, Herrera, Herrera!!!

Arteaga! Cabrera!
Estos dos nombres fueron aclamados delirantemente por la vibrante columna blanca que señaló una fecha histórica para el civismo de Treinta y Tres

Orden perfecto


Motivo de especial comentario de parte de la población ha sido el orden que caracterizó a esta asamblea que congregó más de 6000 personas.
Ni una sola nota disonante, ni el más leve conato de incidente durante todo el día.
El desfile por las calles de la ciudad fue un modelo de corrección, de disciplina, de respeto.
Sin dispocisiones militares previas, porque la columna no tenía “generalísimo” ni coroneles ni comandantes ni capitanes ni tenientes ni alféreces: espontáneamente, democráticamente, cada cual ocupaba su puesto, soldados todos de una gran causa blanca, allí no había distingos. Junto al trabajador humilde del campo o de la ciudad marchaba el profesional, el comerciante, el industrial, el hacendado, el agricultor. ¡Hermanos de ideales!

El Jefe de Policía

El Sr. Fermín Hontou, concurrió a la parada kms 330 a la llegada del motocar, a presentar su saludo al Dr. Herrera y demás miembros de la delegación. Este acto de cortesía de los nuevos tiempos, fue comentado favorablemente.

La Policía

Correctísima actuación tuvo la policía durante el desarrollo de la asamblea y el desfile. El inspector Manuel de los Santos, el comisario Domínguez, el comisario Chiarla, el comisario Larrosa Portela, fueron los encargados del servicio.

Colaboración eficaz

Aunque la columna de caballería se organizó por decisión espontánea de sus componentes, sin órdenes ni lugares preestablecidos, correspondería mencionar los nombres de los compañeros Venancio Fábrica, Ramón Téliz, Manuel Peralta Cabrera, Ricardo Silvera, Feliciano Sosa, Marcos Sánchez, Germán Barreto, Angel Martínez y otros que colaboraron eficazmente en la organización del desfile.

El campo de la reunión

El Sr. Izmendi, arrendatario de la Sociedad Fomento, había cedido gentilmente un potrero del campo que ocupa para que allí fuera la reunión. Pero como aquel campo resultaba insuficiente se adelantaron espontáneamente a ofrecer sus predios para ensanche del campo de la reunión, los vecinos y correligionarios Ignacio Nieto, Francisco Costa, Manuel Fernandez y Esteban Goicochea. Corresponde en estricta justicia, mencionar esta valiosa colaboración prestada con tante generosidad.

Jefe de Campo

El veterano compañero Luis Echenique tuvo a su cargo la difícil, la penosa tarea de distribuir las provisiones.
Había carneado el día antes 52 vacas. Tenía numerosos compañeros ayudantes acostumbrados a esto. Disponía de varios camiones, pero resultaba imposible atender aquella formidable masa de hombres. Era una avalancha, una ola humana.
No obstante, nos complacemos en  recordar la dinámica colaboración de nuestro compañero Angel S. Gorosito que coadyuvó en lo posible a la atención de todos los campamentos.




Coronel Marcelo Barreto


Soldado de la patria, fundador de Treinta y Tres



                                                       El Coronel Marcelo Barreto fue sin dudas uno de los protagonistas del nacimiento de nuestra ciudad, aunque no está su participación fehacientemente probada y su deceso se haya producido cuando seguramente recién se construían las primeras poblaciones de la villa. Ya en su calidad de cónyuge de Teodora, una de las herederas de Juan Francisco Medina a quienes se le adquirió gran parte de la legua cuadrada en que se fundó nuestra ciudad, o en el papel protagónico que le asignan algunas tradiciones orales que ya hemos narrado en estas mismas páginas, o simplemente en su carácter de hombre de connotada influencia en la zona, su nombre está ligado a nuestra historia, además, como tronco de una vasta familia de la que muchos descendientes transitan aún hoy calles olimareñas.
                                 Es propósito de estas líneas tan solo poner en conocimiento algunos documentos poco conocidos, que sirvan como un aporte más al conocimiento de su historia.

                                             Josef Marcelino Barreto Herrera o Ferreira, hijo de Eleuterio Barreto, paraguayo y Ana Herrera, nativa de Rio Pardo, nació el 26 de abril de 1795, según consta en el acta de bautismo ubicada en el Libro I, folio 126 de la parroquia de Minas.
Camilo Barreto Medina y su esposa, foto del Bco de Imagen
El mismo, a la edad de 19 años y ya siendo vecino del “Partido del Olimar” el 3 de noviembre de 1814 contrae matrimonio con Petrona Medina Baldenegro, quién en los libros parroquiales de Melo donde se encuentra el testimonio de casamiento (libro I Fº 109), figura también como vecina del mismo Partido. En este documento, Barreto es anotado ya como José Marcelino, y el párroco actuante anotó que era “hijo de José Eleuterio Barreto, natural del la Villa Rica en el Paraguay y de doña Ana Ferreyra, natural del Portugal” y vecinos también en el Partido de Olimar.
                                   Según algunos datos biográficos que relata Obaldía Goyeneche en su obra “El Solar Olimareño”, pocos registros quedan de su foja de servicios en el archivo militar. Dice el autor que “en la carpeta Nº 24 del Legajo 8” que se encuentra en el Estado Mayor del Ejército, sección Biblioteca, Historia y Archivo, solamente figura la anotación del grado de Coronel, una comunicación por la cual se le destina “un indiecito de los que toca el clarín” al ya Comandante de la Guardia Nacional de Cerro Largo, y un petitorio de una nieta para acceder a una pensión graciable por los méritos de su abuelo.
                                              A pesar que no he encontrado aún documentos que lo demuestren, hay muchas posibilidades que en sus años mozos, Barreto haya participado de la campaña de los Andes, aunque algunos prestigiosos estudiosos opinen en forma contraria. A favor, por ejemplo, está entre otros el profesor Homero Macedo que así lo afirma en su obra “Treinta y Tres en su historia”, señalándole a Marcelino Barreto como “capitán en las campañas transandinas” especificando que “cruzó los Andes en los ejércitos de San Martín, ganando galones de guapeza y bizarría”, explicando luego que era llamado “el indio Barreto”
                                             Por su parte, Obaldía en su libro ya mencionado, también lo inmortaliza como “batallador incansable por el ideal republicano, que se asoció a la campaña heroica del Paso de los Andes”.
                                             Tampoco consta documentalmente en nuestro conocimiento, su casi segura participación en los distintos episodios de la gesta libertadora, ni en época artiguista, cuando contaría a lo sumo con 15 ó 16 años, edad en la que ya muchos se sumaban a las milicias en esas épocas, ni específicamente es nombrado en las siguientes.                                               Sin embargo, en los anales de la Correspondencia Militar de 1825, publicada por el ejército en el centenario de la cruzada libertadora, en los meses de mayo y junio se registran movimientos voluntarios en nuestra zona: Matías Lazarte con una partida de 12 hombres poniéndose a las órdenes de Lavalleja desde “Costa de Gutiérrez”, el Capitán Pancho Morales “con gente la mayor parte vecinos de entre Olimar y Parado”, y otra partida de vecinos de la Costa de Olimar que “esperan reunirse a la brevedad” estando “con las armas empuñadas en defender nuestra libertad”. Es de suponer muy razonablemente, que Marcelino Barreto formara parte de alguna de estas dos últimas mencionadas.
                                                      Lo concreto, sin dudas, es que Barreto fue un soldado de la patria. Ya era militar destacado y con grado en el ejército nacional durante los primeros años de la institucionalidad; hay comunicaciones que lo avalan firmados por el primer  presidente General Fructuoso Rivera y otras altas autoridades. También más tarde, cuando la Guerra Grande lo encuentra al lado de Oribe, enfrentando a los colorados de Rivera, hay constancia de su participación.
                                                       Entre los documentos originales que se conservan en la Sala de Materiales Especiales de la Biblioteca Nacional, hay notas enviadas y recibidas por Barreto, o referidas a él, que avalan esas afirmaciones.
                                                       Algunas, por ejemplo una en Puntas del Yi en setimbre del 1833, le comunica al Presidente de la República General Fructuoso Rivera haber cumplido sus órdenes de licenciar y disolver la compañía a su mando y expresa que luego “marché hacia el Durazno a recibir nuevas órdenes”. Algunos meses más tarde otra nota, esta vez una firmada por el General José Augusto Pozolo jefe del Mando General de la Frontera, desde la Villa de Melo, propone al entonces Ministro de Gobierno Santiago Vázquez, “se expidan las patentes que corresponden a los oficiales de las dos compañías de milicias de este departamento y son de Sargento Mayor graduado y Capitán de Línea de la 1º Compañía D. Agustín Muñoz y de la 2º D. Marcelo Barreto”.

                                                       En 1834, Fructuoso Rivera, Presidente de la República en su calidad de General en Jefe del Ejército lo ratifica a cargo de la 2º Compañía de Cerro Largo, documento que también se encuentra en esa ubicación.
                                                       En agosto del año 1834, cuarenta y nueve efectivos entre soldados y oficiales, componían la fuerza de la 2º Compañía de Milicia del Cerro Largo, comandada por el Sargento Mayor Marcelo Barreto, y apostada en el campamento de Durazno a las órdenes del General  Julián Laguna, según documentos manuscritos originales que se conservan en la Sala de la Biblioteca Nacional, como ya comentamos.
También hay otra serie de notificaciones giradas a otros superiores, como por ejemplo al General Julián Laguna y al Coronel y “Jefe de la Banguardia” Ignacio Oribe. Algunas tan banales como un comunicado fechado en “Olimar” en Julio de 1835 donde informa que solo se le han entregado 8 caballos y no se le han reunido partidas como se le había anunciado, indicando que se dispone a “ponerse en marcha sin esperar mayores razones de los tenientes alcaldes”.
                                                      Una vez comenzada la Guerra Grande, apoyando la institucionalidad de Oribe, participa en varias escaramuzas y se gana el aprecio y la confianza del General Justo José de Urquiza, por cuenta de quien persigue a Rivera informando de sus movimientos, en una misión que culmina con la Batalla de India Muerta (1845) aunque no entró en batalla en forma directa.  En comunicación de Urquiza a Oribe, al comunicarle el resultado favorable de la batalla mencionada, escribe: “El Coronel Barreto, a quien tengo a mi lado, me parece será de mucha utilidad al señor Presidente General Oribe en las operaciones, porque además de ser un hombre de buen crédito, es valiente y de grandes conocimientos prácticos en los enunciados departamentos…”

                                                       Una vez culminada la guerra grande, licenciadas las milicias y vuelto a la paz de sus campos a orillas del Olimar, en un lugar muy próximo a donde hoy se encuentra la conocida por “Estancia del Banco”, fallece “de una parálisis” el 20 de abril de 1855, sepultado en el Campo Santo de la Villa de Melo, donde se expide el acta de defunción en la que consta, además, que le supervivían su viuda, Teodora Medina y seis hijos, dos mujeres y cuatro varones, quienes son los ascendientes de muchos de nuestros vecinos de hoy.




Por ser sumamente interesante, a mi juicio, transcribo a continuación la nómina de los integrantes del escuadrón comandado por Barreto, y acompaño estas líneas con el documento que grafica la remuneración de los mismos, según su escalafón.




Compañía 2ª de Milicia del Departamento de Cerro Largo

Lista de los Integrantes que tiene la expresada hoy día de la fecha

Sargento mayor                   Marcelo Barreto
Teniente                               Juan de la Cruz Pisarro o Pisano
Alférez                                  Carmelo Alvarez
Sargento Primero                Manuel Acosta
Sargentos Segundos           Basco  de Olivera
                                             Manuel Díaz
Cabo Primero                       Jacinto Ruiz
Cabos Segundos                 Firminiano Bergara
                                            José Mariano Ocampos
Soldados                              Zacarías Olivera
                                               Lorenzo Otaso
                                               Gabriel de los Santos
                                               Vicente Cayetano
                                               Feliciano Romero
                                               Alvaro Pereyra
                                               Manuel Pereyra
                                               Tiburcio Cabrera
                                               José María Medina
                                               José María Garagorte
                                               Julián Cardona
                                               José Barreto
                                               Francisco Alvarez
                                               Antonio Méndez
                                               Saturnino Ximénez
                                               Rafael Télis
                                                Bentura Cabrera
                                               Anastasio Martínez
                                               Tomás Cardozo
                                               Julián Ramírez
                                               José Santana
                                               Antonio Moreno
                                               Saturno Moreno
                                               Simplicio de Sosa
                                               Juan Altes
                                               Candido Martínez
                                               Juan Pereyra
                                               Domingo Bueno
                                               José Flores
                                               Pedro Antonio López
                                               Leonardo Sobera
                                               Marcos Carnales
                                               Juan Astudillo
                                               Pedro Rïos
                                               José Vicente Lucero
                                               Teles Correa
                                               José Rosario Patiño
                                               Nicolás Ortis
                                               Juan Tomás Laguna
                                               Rafael Villará




Resumen General

Sargento Mayor Gdo. Capitán             1
Teniente                                               1
Alférez                                                  1
Sargentos                                             3
Cabos                                                   3
Soldados                                             40



Durazno, mayo 11 de 1834

Sto Myor. Marcelo Barreto