sábado, 28 de marzo de 2020

Doña Concepción E. de Urtubey


Un carta especial: ¡no me lleven el capataz!




                                                               El 14 de octubre de 1821, María de la Concepción Estrada y Viana, viuda de su tío, el Brigadier General Francisco Xavier Viana y Alzáybar, contrae segundas nupcias con el Doctor y Constituyente José Agustín de Urtubey y Farías, destacado militar cordobés que fue uno de los promotores de la independencia de Córdoba, (en 1815, bajo los auspicios de Artigas).
                                                              Concepción, con cuatro hijos pequeños funda entonces nuevo hogar con Urtubey, con quien va a tener otros cuatro vástagos, entre ellos el luego Jefe Político y de Policía de Treinta y Tres y Cerro Largo, y comandante blanco en las revoluciones de Aparicio, Agustín de Urtubey y Estrada, y ocupan como residencia habitual la que habían llamado “Estancia de la Concepción”, erigida en los campos otorgados a su finado esposo en 1795 como consecuencia del arreglo judicial en que terminó el largo litigio entre los herederos de Bruno Muñoz y los de la “Mariscala” por gran parte de las tierras de esta zona este del país.
                                                             Urtubey Farías en su nuevo hogar en tierras hoy olimareñas en la zona que aun el nombre recuerda su apellido, prosiguió la lucha independentista, y cooperando más tarde con la cruzada libertadora (1825-28), actuando posteriormente como Constituyente en la redacción de la primera Carta Magna de 1830.
                                                             Encontrándose nuestro territorio inmerso en la Guerra contra Brasil, en 1827, y el patricio cordobés integrando el ejército libertador al mando de Lavalleja, la necesidad de soldados en las filas del ejército de línea provocaba que las partidas recorrieran las estancias donde hubieras hombres en edad de combatir, y los reclutaban aún contra su voluntad, en levas obligatorias que dejaban la campaña y la explotación pecuaria prácticamente en manos de niños, ancianos y mujeres.
Campos en Rincón de Urtubey, con las sierras del Olimar al fondo
                                                 En ese marco de cosas, viendo con desesperanza que sus bienes y la subsistencia de su familia corría peligro, doña Concepción Estrada escribe una significativa carta a su pariente el General Miguel Etanislao Soler, marido de su tía Natividad Viana y en ese momento Jefe de Estado Mayor del Ejército de las Provincias Unidas del Río de la Plata, para intentar mantener en su puesto a su capataz, con el propósito que a pesar de la guerra su hacienda continuara produciendo.
                                                    La carta, que se conserva en los anales del Museo Histórico habla por si misma, y la transcribimos a continuación:




Señor Don Miguel Soler
Estancia de la Concepción Julio 11 de 1827

                                     Muy Señor mío: molesto su atención con esta, obligada de la necesidad en que estoy de hacerlo, y cierta, a mi juicio, que Vd. puede remediarla, y que lo hará.
                                     En esta estancia, es donde he.reunido la parte más notable con que cuento de los intereses, que deben formar mi subsistencia y la de mi familia; por consiguiente, para su conservación hago el sacrificio de desprenderme hasta de los criados necesarios al servicio interior de mi casa, pues no hay que contar con peones, cuando todos están empleados en el servicio a la patria; mas siendo con este fin es muy tolerable esta escasez.
                                     Lo que miro como insoportable es que me arranquen hasta el Capataz. La falta de un hombre en el servicio no equivale a las ventajas, que reporta al Estado en mantener crecidos intereses de que ha estado usando en sus necesidades. Creo muy bien que no habrá órdenes para tanto; que cuando un oficial comanda una partida, se tienen las consideraciones debidas, más cuando un sargento ó cabo sin juicio viene al cargo de ella, todos están a la merced de sus caprichos y solo se contienen por una autoridad o quien teman.
                                      Para no exponerme a esto, y a que quitándome el capataz sean destruidas en dos días todas estas haciendas, me tomo la confianza de escribir a Vd. y suplicarle se sirva mandarme una ordenata, para que los Comandantes de partidas no remuevan de esta estancia a su Capataz, llamado José Gregorio Vidal, que está al cargo de todos los intereses, que hay en ella.
                                     Solo la firma de Vd. es respetada, espero pues que me la remita con el chasque conductor de ésta.
                                     Deseo que lo pase bien, y que mande a su afectísima servidora

Q.B.S.M.
Concepción Estrada de Urtubey

2 comentarios:

  1. Y que pasó? Mantuvo a su valioso capataz? Gracias por tan linda historia.

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    1. Debí aclararlo. No consta, o no pude encontrar,.ninguna respuesta. Es de suponer, porque era casi de orden, y más entre parientes adinerados y con familiares como el Coronel Urtubey peleando en el mismo ejército, que se le haya concedido una carta de salvoconducto para evitar la leva del capataz.

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