Hace 70 años,
emprendimientos de Batista y Petry impulsaban el progreso treintaitresino
El periódico semanal olimareño “Orientación”, dirigido por
Aramís Mancebo Rojas, en una de sus ediciones de julio de 1948, en una sección de
opinión llamada “Temas Locales”, destacaba positivamente dos nuevos
emprendimientos comerciales del medio, la construcción de las modernas
instalaciones de Antonio R. Batista, y la erección de la fábrica de tejas de
Petry, en la zona de Villa Sara.
Al respecto, el artículo de referencia comenzaba opinando
que “Treinta y Tres es un pueblo pobre de hombres con iniciativa”, explicando
que en otros lados del país se multiplicaban los ejemplos de “personas que se han asociado para implantar
una industria”, o construir salas de espectáculos u hoteles, remarcando que “entre
nosotros no se ha despertado aun el interés por invertir capitales en obras que
contribuyendo al progreso local”. tras estas consideraciones, afirmaba que “esta
ausencia de iniciativa de conjunto nos
mueve a destacar algunos esfuerzos individuales dignos de mención.”
En primer lugar, la nota periodística nombra la obra en
construcción emprendida por Batista con destino a concesionaria, taller y estación
de servicios “que será dotado de los elementos más modernos que lo harán uno de
los más importantes en su género en todo el territorio nacional”.
Más adelante, el firmante del escrito con el seudónimo “Zeta”,
se refiere al emprendimiento de Petry, en los siguientes términos:
“Otro esforzado luchador, don Pedro Alfredo Petry, ciudadano
brasileño, está dando término, allá en la cabecera suroeste del puente
internacional, a una importantísima obra destinada a la fabricación de ladrillo
y teja. El señor Petry, experto artesano muy conocedor del ramo, ha encontrado
en la costa del río las tierras apropiadas para elaborar un material de primera
calidad que tendrá, sin duda, gran aceptación. Para la producción de teja se
está terminando la instalación de cuatro
hornos que trabajando en serie, sin interrupción, darán ocupación a
considerable número de operarios.
Esa chimenea de 20 metros de altura, pintada de rojo y
blanco, que se destaca a la vista del viajero que por tierra o por el aire
cruza nuestro pintoresco Olimar, será como un monumento levantado al esfuerzo
de un viejo luchador, y a la vez, a atalaya que dirá al transeúnte: aquí se
trabaja!”
Algo más de 70 años han pasado y muchísima agua ha corrido
por debajo del “puente internacional”. Aquellos hombres que menciona el
artículo reseñado, ya no están y sus obras
aunque permanecen, ya no son ni sombra de los comercios pujantes que
impulsaban con fe a Treinta y Tres durante la segunda mitad del siglo XX.
El complejo comercial de don Antonio R. Batista se ha
desmembrado, desvirtuándose con el correr del tiempo su propósito, y a pesar
que estéticamente se conserva con muy pocas modificaciones, muchas de sus
instalaciones “reconvertidas” al servicio de nuevos comercios. La estación de
servicio ya no funciona, el galpón y taller es hoy depósito de una empresa de
bebidas, el salón de concesionario automotor alberga un conocido comercio del
ramo veterinario y almacén agropecuario y el en sector de repuestos inclusive
hace muy poco tiempo funcionó un pub bastante concurrido.
La “moderna” fábrica de Petry, cuya humeante chimenea durante
mucho tiempo los olimareños acostumbramos ver y que fue reconvertida a fines del siglo
pasado para la fabricación de ticholos, ya hace algún tiempo después de algunos
intentos de reflotarla, apagó sus calderas y dejó de humear.
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