Homero Macedo: su legado y memoria continúan intactos y vigentes.
Todos tenemos en nuestro andar por el camino de la vida, alguna persona que influye en nosotros de manera tal que a pesar del paso del tiempo, de la lejanía o de su desaparición física, su recuerdo y enseñanzas perduran y condicionan el futuro particular de cada uno. Algunos de nosotros, por diferentes motivos, contamos con más de uno de esos referentes, y uno de ellos, en mi caso particular, fue don Homero Macedo Gorosito, brillante profesor de historia, destacado director de nuestro entonces único liceo, influyente y calificado docente, historiador, investigador y por sobre todas las cosas, excelente ser humano.
Conocí a don Homero primero por referencia y conversaciones escuchadas en mi seno familiar: había sido compañero de generación, de clases y de andanzas de mi padre en sus años mozos, y además siendo yo poco más que un niño, era apreciado y respetado director del liceo donde mi madre ejercía su profesorado también de historia.
Personalmente, tuvimos nuestros primeros contactos cuando él ya estaba acogido a la jubilación y yo comenzaba mis primeros pasos en la educación secundaria. Su casa quedaba en la esquina de Gregorio Sanabria y Manuel Freire, y me quedaba de pasada hacia el liceo, por lo cual era común verle y cruzar algunos saludos en esas ocasiones. Un día, ya ni recuerdo por qué motivo, entablamos una conversación de esas aparentemente intrascendentes, de “viejo a gurí”, en la cual dejó desgranar algún recuerdo de sus aventuras juveniles en compañía de mi padre, hecho que me prendó a su conversación pensada y pausada, plena de conocimientos, referencias y anécdotas.
Más adelante en el tiempo, ya habiendo manifestado de mi parte un incipiente interés en la historia comarcana, cualquier nuevo dato del que me enteraba, o cualquier duda o aclaración que necesitara, me hacían buscarle para solicitar su explicación o ampliar mi conocimiento del hecho particular, encontrando siempre no solamente su versión de los mismos, sino además –como buen docente- su impulso para buscar nuevas fuentes, su aporte y su amabilidad.
A más de veinticinco años de su desaparición física (murió en 1998, con casi 90 años) aún recuerdo en muchas ocasiones alguna de sus afirmaciones lapidarias respecto a la historia reciente de nuestra comarca, negando o al menos dudando de todas las “tradiciones orales” que no tuvieran su comprobación documentada, o al menos el relato directo de un testigo presencial.
A pesar de ser un hombre político, comprometido con una idea e inclusive candidato en alguna elección, nunca su conversación estuvo teñida de algún tinte partidario ni siquiera por referencias que a veces son tentadoras. Al contrario, él procuraba en su interlocutor fomentar la generación de una opinión propia formando más el intelecto que la opinión.
Algunos datos biográficos
Homero Pedro Macedo Gorosito nació el 13 de mayo de 1909 en el centro de nuestra ciudad, hijo de Darío Macedo y Josefa Gorosito Tanco, integrantes los dos de familias prolíficas, avecinadas en nuestra ciudad desde los primeros tiempos entonces aún próximos de la creación del Pueblo de los Treinta y Tres.
Vivió sus primeros años en el mismo lugar de su nacimiento, en una vieja casona ubicada frente a la Plaza 19 de Abril, en el lugar que hoy ocupa el Banco Comercial, donde funcionaba entonces el Hotel Oriental, que en esa época era propiedad de su familia.
Entre sus recuerdos de sus años mozos, en una entrevista realizada por Lucio Muniz para su libro “Treinta y Tres en 15 nombres”, Macedo comentaba: “Mi padre fue periodista toda la vida y fue también comerciante, hotelero; participó en Masoller donde fue herido. Toda mi familia tuvo actuación en filas del Partido Nacional. Cuando la paz de 1910 yo apenas caminaba y mi padre por seguridad nos había mandado con mi madre y una hermana de ella a una estancia en el Paso de la Laguna. (NdeR: Establecimiento "La Fe", del lado de la 7ma. Sección del departamento) Había habido "un barullo" como se decía antes cuando había un movimiento revolucionario que después por alguna transacción se terminaba y entonces se decía: "esto fue un barullo"; era la frase que se usaba”.
Comenzó sus estudios en la enseñanza primaria primero en forma particular siendo su maestra doña Josefa Maezo, pero luego se integró a la educación más formal , concurriendo algunos años a la escuela Nº 28 de Villa Sara y a la Nº 1 (de varones) de esta ciudad, ubicada entonces en su primer locación, esquina cruzada de dónde se ubica actualmente.
Ya en el ámbito de la educación Secundaria, concurrió al Liceo Nº 1, único Instituto Público en aquel entonces en el departamento. Al finalizar esta etapa, se inclina por la docencia cursando estudios magisteriales, habiendo obteniendo el título de maestro de 1er. grado de Enseñanza Primaria en el año 1931, a la edad de 22 años.
En esa época, cuando comienza a ejercer su profesión de maestro en diferentes escuelas, actividad que mantuvo durante al menos siete años, además y paralelamente, se desempeñaba como técnico dactilógrafo en la Oficina Electoral.
“Ejercí poco tiempo el magisterio -le aclara en el citado reportaje a Muniz-; yo era funcionario de la Oficina Electoral y en esos tiempos me preparé y di concurso porque me recibí de maestro y di en la nocturna y en la diurna en la escuela 1 cuando el director de todo eso era el maestro Becerra. Fueron interinatos breves, pero también estuve a cargo de la escuela 28, rural, donde yo había sido alumno, la escuela de Villa Sara”.
Discurso de fin de cursos a mediados de los años 60 |
Muy joven, en marzo de 1934, contrae enlace con quien sería la gran compañera de su vida por más de medio siglo, la profesora Isabel Vázquez Brovia (“Isabelita”), colega maestra quien también fuera por muchísimos años destacada profesora de Idioma Español del liceo departamental. De esa unión, nacen sus tres hijas, Zaida Rosa, Luz Isabel y Amparo Macedo Vázquez.
En 1943 ingresa a Enseñanza Secundaria por concurso de oposición, como Profesor de Historia, de 1er., 4º grado y preparatorio. A este respecto, comentó: “En ese tiempo me preparé para dar concurso de Historia. Los concursos no eran reglamentados en secundaria y fue justamente don Clemente Ruggia el que puso orden en el Consejo de Secundaria y en todo el funcionamiento del Ente. Solamente había concurso cuando alguna persona muy argumentadamente lo pedía, exponiendo sus razones, y no era siempre que había concurso. A mi me quisieron nombrar profesor sin concurso y yo no quise porque había hecho en un periódico estudiantil una campaña en favor de los concursos y no me podía traicionar. Primaria en ese sentido estaba mejor que Secundaria. En esos tiempos yo viajé mucho a Montevideo a buscar material y me sirvieron mucho, dándome clase, un gran profesor de Historia: Bentancur Díaz; Arturo Ardao y Julio Castro. Esas tres personas me ayudaron mucho. En el liceo di Historia del 43 al 55 y de ahí en adelante sucedí en la dirección al Dr. Nilo Goyoaga, por concurso, también”.
Junto a profesores y alumnos, escuchando a su colega José L. Acosta |
Durante los quince años de su gestión como Director del Liceo, se llevan a cabo importantes reformas e innovaciones tanto en el ámbito académico como de la planta física: se implementa el régimen de Profesor Coordinador; se eleva el Liceo a la categoría de Instituto, se crea el Hogar Estudiantil, se nomina al Fondo Becario con el nombre de José Ignacio Olascuaga, en homenaje al anterior Director, se crea un Curso para Adultos (Liceo Nocturno), se amplía un ala del edificio con modernas aulas y laboratorios, se equipan los laboratorios de: Física, Química y Ciencias Naturales, y se redactan las bases de lo que sería a nivel local el Museo Histórico. Reunió las primeras colecciones con puntos altos en fototeca y la colección de moneda, a él se le entrega el Caballito de Dionisio Díaz y sus cabellos. Todo esto se guardó en el Liceo Nº 1 hasta el advenimiento de la dictadura, en que este material se trasladó al Museo Histórico que se trataba de formar. Cumplió una intensa actividad en el Ateneo de Treinta y Tres durante la Guerra Civil Española y aquí llegó León Felipe, por ejemplo.
Participante activo en congresos pedagógicos, especialmente los relacionados con el Plan de Reforma de la Enseñanza Secundaria, en 1963 integra la Comisión Coordinadora de dicho Plan, se ha destacado por la labor desarrollada en pro de la experiencia piloto, ya que el Instituto de Treinta y Tres estuvo entre los iniciadores de la misma. En 1963 se implanta el Plan Piloto que llevaron adelante siete liceos del país y que seguía un sistema de origen francés. Quienes impulsaron esta actividad y referentes para el Consejo de Educación Secundaria, fueron: Homero Macedo de Treinta y Tres, arquitecto Ubilla de Melo, Cerro Largo y Gregorio Cardozo de Mercedes.
Es así que tras haber dictado clases de historia durante una docena de años, es nombrado Director del Liceo en abril de 1955 ejerciendo cargo hasta el 14 de setiembre de 1970, cuando se acoge al retiro con 61 años de edad, aunque no se limita a la inactividad.
Realiza trabajos de investigación histórica, orientados hacia su región, dicta múltiples conferencias sobre temas históricos y pedagógicos en casi todos los centros educativos de la zona este del país y dedica horas a la concreción de uno de los libros más completos escritos sobre la historia comarcana: “Treinta y Tres en su historia”, que será editado por primera vez en 1985.
A lo largo de su vida fue, además de lo antedicho, docente, historiador y funcionario de la Junta Electoral, Director de C.W. 45 Difusora Treinta y Tres, periodista y articulista en sinnúmero de publicaciones a nivel local y nacional.
Hombre político fue candidaro a la diputación por el Partido Nacional en la época posterior a la dictadura de Terra, y posteriormente co fundador del Frente Amplio en Treinta y Tres y candidato a la diputación por el ese partido.
Fue un defensor comprometido con el ideario artiguista y republicano y con su ética. Fundamentaba el concepto de autoridad, señalando que debía tener fundamento jurídico pero su principal sustento era el fundamento ético. Hizo culto del celo en el uso de los dineros públicos y en el cuidado de la propiedad pública.No perdía oportunidad ante alumnos o docentes de machacar el concepto de "res pública" ‑cosa de todos‑ y la responsabilidad que todos teníamos o deberíamos tener en su manejo.
En la entrevista con Muniz, el propio Macedo recuerda: “mi padre me enseñó a ser tolerante con las ideas e intransigente con las conductas”. Sin dudas, su accionar siempre siguió esa pauta.
Fallece a la edad de 89 años, el 22 de octubre de 1998 en su querida ciudad de Treinta y Tres.
“La permanencia clara de su figura”
Pocos días después de su fallecimiento, el también maestro José María Obaldía escribía para el periódico "La Semana" entre otras cosas lo siguiente:
"...Cuando un hombre como él se tiende para siempre transido, sobre la tierra en que nació, es inevitable sentirlo como una injusticia inicua. ¿Todo lo que él hizo y fue se vuelve nulo? ¿Su río rico y luminoso se perderá, diluido todo, en el mar de Manrique? No. Eso no ocurrirá. Lo sentimos y afirmamos, con la misma certeza que el sol seguirá viniéndonos cada mañana...''..."Los hombres como Homero no acaban al cerrar sus ojos, sino que en ese instante comienzan un nuevo tránsito tan luminoso y fecundo como el que le vimos cumplir en este suelo. En las tierras de nuestra memoria andará y seguirá haciendo lo que en estas hizo. Y en la de nuestros hijos y en la de nuestros nietos, a quienes en la convivencia simple de cada día iremos entregando, espontáneamente, sin propósito meditado, retazos de lo mucho que él dejó en cada uno de nosotros y bastantes para afirmar la permanencia clara de su figura...". "Respondió al viejo aserto aristotélico que asigna al hombre tal condición y se asomó a la militancia política; en una actitud nueva aunque enraizada en viejos sentires, buscó vigorizar nueva rama partiendo de aquellos. Y fue primerísima figura de la que nació como Agrupación Nacionalista Demócrata Social, la que perdiendo atributos por mezquinos reclamos quedó únicamente como Agrupación Demócrata, nombre al fin enriquecido por los despojos. Allí trabajó tras el bien de todos junto a inestimables treintaitreses como Santos Pintos, Francisco Mariño, Eulogio Lacuesta, Ernesto Izurco, Ravellino, Pellejero, entre tantos otros. Toda gente lúcida y limpia de aquella cuya compañía dignifica, pautando la calidad de quien con ella comparte ideales y lucha. En la de procurar lo mejor para la gente de su pueblo, desde la Escuela, el Liceo, el Ateneo Popular, desde el lugar que ocupara, se mantuvo siempre Homero..."
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