A más de 200 años de la Proclama del Avestruz
En tierras hoy
olimareñas, Ramón Villademoros intenta resistir la invasión lusitana
Las propiedades de Romualdo
de la Vega - uno de los primeros adquirientes de las heredades de Bruno Muñoz-
ocupaban casi 50 mil hectáreas del hoy departamento de Treinta y Tres, en los
albores de la revolución en 1811. Concretamente, el territorio comprendido
entre el río Olimar Grande, el arroyo Avestruz Grande y la Cuchilla Grande, en
ese entonces el principal camino para acceder desde el sur de la Banda Oriental
al recientemente fundado pueblo de Melo (1795).
La inmensidad de las sierras, campos de De La Vega |
En Melo, precisamente, vivía
desde principios de siglo don Ramón Antonio Rodríguez Villademoros Carbajal y
Candamo, un asturiano que había arribado a América veinteañero para trabajar
como dependiente en la tradicional casa de Ramos Generales Durán de la Quadra.
Abraza la carrera de las armas sumándose a la defensa ante las dos Invasiones
Inglesas, y tras contraer matrimonio en 1805 con la montevideana Josefa
Palomeque, se muda a la incipiente ciudad del Cerro Largo, donde nacen sus
hijos (entre ellos Carlos, abogado, escritor y político blanco, estrecho
colaborador de Oribe), continuando con su actividad castrense a las órdenes del
Virreinato español, en la Guardia de Melo.
Corre el año de 1810 y se
asoman tiempos de revolución. Comienzan desde Buenos Aires los enfrentamientos
armados entre patriotas y realistas, los que paulatinamente se trasladan hacia
nuestro territorio. A comienzos de 1811, Montevideo se convierte en sede del
Virreinato del Río de la Plata con la radicación del novel virrey Francisco
Javier de Elío; y día a día aumenta cada vez más la simpatía de los criollos de
la Banda Oriental a favor de la revolución, estimulada por la acción represiva
de Elío.
Días después del Grito de Ascencio del 28 de
febrero de 1811, cuando todavía Villademoros formaba parte de las fuerzas
realistas, cae prisionero de un grupo de insurgentes criollos, y es trasladado
a un cuartel de Mercedes. Ahí conoce al General José Rondeau, de quien se
convierte en ferviente admirador y seguidor, y se pasa al bando revolucionario,
donde militaba además el caudillo oriental José Artigas.
Participa activamente de la
Batalla de Paso del Rey, y en la Toma de San José del 25 de abril ya era
subteniente de caballería a las órdenes del capitán Manuel Artigas. Por aquel
entonces ya era solamente Ramón Villademoros. Había perdido la extensión de los
apellidos. Pese a no tomar parte directamente de la Batalla de Las Piedras, el
21 de mayo está junto a Rondeau cuando se instala el Primer Sitio a Montevideo.
Otra imagen de las sierras |
Al verse sitiado, el Virrey
Elío acepta la ayuda ofrecida por el Rey de Portugal, que envía un ejército de
4 mil soldados al mando del general Diogo de Souza. Apenas ingresado a nuestro territorio el jefe
del ejército lusitano publicó un manifiesto a los habitantes de la Banda
Oriental, sobre las puras y leales intenciones de su Majestad Real que era
pacificar las tierras de Su Majestad Católica y no conquistarlas. “No es con intención de conquistar vuestro
país, que me determino a entrar en él, el objetivo de mis operaciones tendrá
solamente en vista apaciguar las querellas de una revolución que desgraciadamente
os inquieta y os obliga a derramar sangre de vuestros propios compatriotas”.
Al mando de una partida de
una decena de soldados y cumpliendo órdenes de Rondeau, Villademoros vuelve a su Melo
familiar, a prestar ayuda en la defensa de la ciudad, pero cuando llega se
encuentra con que el comandante de Cerro Largo, Joaquín de Paz, había rendido
la villa al enemigo “para evitar su destrucción”.
Los patriotas no creen en
esas “puras” intenciones expresadas por De Souza, y Villademoros, actuando en
la campaña próxima a Melo, se aboca a reunir fuerzas consiguiendo adeptos para
la causa patriota, estando en constante contacto epistolar con su jefe admirado
Rondeau, quien en una carta escrita en el Cuartel de Arroyo Seco, le confirma que
las marchas y operaciones observados a los invasores “son de enemigos” y le
insta a observar e informar de los movimientos
del ejército portugués, recoger ganado y caballadas que pudieran servir, y continuar
reclutando paisanos para enfrentar al invasor, “les procurará Ud. hacer los
daños q.e pueda, dirigiéndose con la prudencia y pulso q.e
exigen las circunstancias. Dios guíe á Ud. M.s años. José Rondeau”.
Villademoros obedece al pie de la letra, hostigando
con guerrillas a simpatizantes realistas y a fuerzas lusitanas.
Y es en las vastas tierras de
Romualdo de la Vega, patriota de las primeras horas, donde Ramón Villademoros
instala su campamento y se aboca rápidamente a cumplir las órdenes recibidas.
El grueso del ejército
portugués que había tomado Melo y acampado en sus inmediaciones, parte a fines
de agosto hacia Santa Teresa, quedando en la villa una fuerza portuguesa al
mando de Manuel Alvares Guimaraens. Enterado en los primeros días de setiembre
que en Melo había quedado tan solo esa pequeña fuerza defendiendo la plaza, y contando
ya con una tropa cercana al centenar de hombres aunque con muy poco armamento, planea
un ataque para recuperar la ciudad. Rondeau reconociéndole ya el grado de
Capitán le anuncia el envío de refuerzos para facilitar la reconquista. Villademoros
entonces elabora y dirige una memorable proclama, que transcribimos a
continuación:
Campamento
en el Avestruz, setiembre 15 1811.
Valientes Americanos. Después de tantas
fatigas, para recobrar vuestra libertad ¿podréis mirar con indiferencia, que
una nación extranjera, venga a poner sobre vuestros cuellos un yugo de bronce?
¿Permitiréis que los portugueses, bajo el fingido pretexto de pacificar entren
soberbiamente en vuestros campos, insulten vuestras personas, logren el fruto
de vuestros sudores, violen vuestras mujeres y vuestras hijas, dejándoos a un
tiempo sin honor, sin libertad y sin bienes? NO. Tenéis un corazón esforzado y
al oír estas palabras, me parece ver impreso en vuestros semblantes el furor,
la rabia y el espíritu de la más cruel venganza, pues ¿Qué hacemos? Los
portugueses que atropellando injustamente vuestros derechos, han entrado en
este país, nada más han hecho que violencias, robos, insultos, con el orgullo
más insufrible.
Si cuando dicen que vienen solo a pacificar nos hacen sufrir tanto
oprobio; ¿cuál será nuestra suerte, al ser tardos en manifestarles nuestros
esfuerzos, si consiguen dominarnos? Mi corazón tiembla con tan triste recuerdo:
Unámonos pues, hagamos ver que somos
libres y valientes; caigan hechos pedazos a nuestros pies y vayan tan
escarmentados que ni aun acierten la senda que guía a su país, sufran las
cadenas que nos labran y confiesen envueltos en miserias y despedazados de un
arrepentimiento inútil, que nada es capaz de resistir al hombre cuando defiende
sus derechos y la Libertad de su Patria.
Son muy débiles sus armas: el desprecio con que nos tratan y el concepto
que habían formado de que somos cobardes, aseguran mejor nuestra victoria:
estoy bien cierto, de que hasta en sueños están ocupados con mil peligros, que
ven en una retirada, que aunque es vergonzosa, es el único medio triste de
salvar sus miserables vidas. Ya comienzan a temernos y han probado mucho en
todas partes los efectos de su locura y de nuestro valor.
Tiemblen pues, tiemblen al oír el nombre que
nos distingue, si prosiguen insultando a unos hombres que han decretado morir
con honor a vivir libres.
Ramón
Villademoros.
El 22 de setiembre,
Villademoros recibe la orden esperada: atacar Melo. Un oficio de Rondeau de esa
fecha, exhorta a … “emprender esta acción”, extendiéndose en augurios y
consideraciones, agregando que “he visto la preciosa Proclama de VM. digna de
elevarla al conocimiento de la Exma. Junta”, y señalando por último que asegure
al “Vecino D.- Romualdo de Vega a más de su
patria se le done desembolsos y se tendra müi precénte el servisio que hace
como un particular merito qué contrae”.
Al mismo tiempo, el enemigo
no permanecía estático. Una de las cartas de Rondeau había sido interceptada
por los portugueses, y estaban en conocimiento de las intenciones de los
criollos encabezados por Villademoros.
Recuerdo a Villademoros y su proclama, en la Escuela 69 |
Con el propósito de evitar
que se le unieran los 250 hombres de refuerzo comandados por Manuel Francisco Artigas,
hermano del prócer, que había enviado Rondeau, aúnan esfuerzos tres partidas
portuguesas, una de 73 hombres al mando de Manuel Joaquim de Carvalho, 30
comandados por Bento Lopes, y una tercera de 60 efectivos encabezados por
Antonio Pinto de Fontoura, que el 29 de setiembre atacan inesperadamente el
campamento revolucionario “en el rincón de la Avestruz, estancia de Romualdo
Vega”, según el parte oficial portugués, diezmando las tropas de Villademoros
(murieron 37 de los 110 hombres que la componían y le toman muchos
prisioneros), escapando perseguido y herido el capitán con una pequeña escolta.
Notifica luego a sus superiores su derrota desde “Puntas del Yerbal”. Días
después, es capturado y enviado prisionero a Río Grande, donde permaneció en la
cárcel hasta ser liberado tras el armisticio de octubre, que dio lugar además
al levantamiento del Primer Sitio de Montevideo y al inicio del Éxodo liderado
por Artigas.
Una vez en libertad, vuelve a
ponerse a las órdenes del ejército comandado por Rondeau: participa en el
Segundo Sitio a Montevideo en octubre de 1812; y más tarde, en setiembre del
13, cruza el río de la Plata para asumir como Teniente de Cazadores en Santa
Fe. Acompañó al Ejército del Norte de Belgrano, y cuando Rondeau asume el
comando del Alto Perú, Villademoros ahí está. Se encuentra en la vanguardia y
es capturado por los españoles en la localidad boliviana de Oruro, y fusilado
el 20 de octubre de 1815, por ser español combatiente contra el imperio.
Desfile en conmemoracion de los sucesos, en la Escuela de Avestruz Chico Foto de los años 70, gentileza de la maestra Adriana Caraballo |
Su retrato, según fuentes de internet no comprobadas, cuelga a la
derecha del de Simón Bolívar en el Museo Bolivariano de Lima y sendas calles en
Melo y Montevideo le recuerdan por su valiente actuación en defensa de la
independencia americana. La escuela N° 69, de Avestruz Chico, también lleva su nombre.
Encomiable tarea, mi querido amigo. Ir al rescate de la historia es echarle agua a las raíces sin las que planta alguna puede vivir. Felicitaciones
ResponderEliminarMuy buen trabajo amigo.
ResponderEliminarGracias por compartir un pedazo de historia que sucedió en nuestros pagos y que muy poco sabemos de ella. Tanto que hizo Villademoros y tan poquito que sabemos de Él....Gracias
ResponderEliminarUn gran defensor de sus ideales. Me siento orgulloso de ser descendiente de su Familia.
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