domingo, 27 de septiembre de 2020

Carlos Alonso: sueños y legados

La vida novelesca de un creador incansable

Alonso y su hija Laura en un alto en la filmación de su documental "Madre Tierra"


                                                Tema de una novela sería, quizá, la vida y obra de Carlos Alonso, personaje de suma importancia en el desarrollo del Treinta y Tres de la primera mitad del siglo XX, que al igual que otros impulsores del progreso local, han sido olvidados y relegados por la historia regional.
Poco se sabe de sus orígenes, más allá de lo que cuenta su partida de nacimiento, ocurrido en Montevideo el 26 de junio de 1886, hijo de Encarnación Alonzo, soltera, planchadora, española. Tampoco de su infancia, adolescencia o primera juventud, aunque podemos especular que recibió una buena educación para la época, que le convirtió en un hombre cultivado y buen lector, que sin dudas modeló su carácter y su impronta, impulsándole a emprender, innovar y concretar sueños.
                                                    De las primeras noticias que tiene Treinta y Tres de Alonso, es de alrededor de 1910 cuando concreta su matrimonio con Laura Fernández, conocida joven de la sociedad olimareña, con su propio bagaje historial a cuestas, ya que era una de las hijas no reconocidas de escribano Lucas Urrutia, y se instalan en el paraje Cañada de las Piedras “en la vecindad de la Primera Sección rural”, en un campo cercano a la comisaría y a corta distancia del molino de los Perinetti y su entorno, poblando su estancia “La Mimosa”, e irrumpiendo en la vida social treintaitresina, gracias a su simpática y extrovertida forma de ser.
"La Mimosa" actualmente


              Al poco tiempo, ya en 1914, muere su esposa en el parto de su segunda hija quien llevará también el nombre de la madre, Laura. Su primer hija, María Carmen, apenas tenía tres años en ese momento; y Alonso asume responsable y cariñosamente su rol de padre único, adecuando sus actividades a las necesidades de atención de sus hijas.
                 En su establecimiento, Alonso comienza a realizar emprendimientos que le permitan pasar más tiempo en casa, y pronto se inicia en la arboricultura, siendo junto al doctor Francisco Oliveres y la campaña de la Sociedad Fomento, uno de los más tenaces propulsores en favor de la plantación de eucaliptus y otras especies en los campos de la región. Aun se ven en el camino, en los alrededores de su antigua hacienda, antiguos árboles de la original plantación realizada por él y que daba sombra y abrigo a un largo trecho del entonces camino real.
                                                            Criador de la raza Durhan, fue también protagonista del movimiento ruralista treintaitresino que buscaba el mejoramiento genético de las haciendas, introduciendo en la zona la raza Shorthorn, de la cual instaló cabaña. Pero sin lugar a dudas, su actividad principal a la cual dedicó esos años, fue a la cría de aves, tornando la avicultura en el centro de su actividad centrado en la crianza de gallinas de la raza Rhode Island, y convirtiéndose en un verdadero especialista y conocedor de esa actividad.

               En este sentido, promovió la venta de sus productos de todas las maneras que pudo, con una inusitada campaña de márquetin para la época, publicando en los periódicos avisos de tono jocoso, y organizando incluso una “exposición avícola” de repercusión nacional, que duró todo un fin de semana y se llevó a cabo en el local más céntrico de Treinta y Tres donde había funcionado el “Café La Pirámide” (en la esquina de la Plaza, donde después fue el Plaza, Las Brisas, Yaro´s, etc., y que hoy está vacío y casi abandonado).

 

La “Escuela Industrial Femenina”

                                                                        Corren los años y junto al tiempo que comienzan los estudios en nuestra localidad sus hijas, Alonso va descubriendo las casi nulas posibilidades de estudio y trabajo de las muchachas treintaitresinas una vez que terminan sus estudios iniciales. Atento a su impronta “dinámica y progresista”, como lo calificó un periodista de la época, Alonso emprende la tarea de crear una escuela de oficios dirigida a esa cantidad de jovencitas, y tras algunas reuniones  que no ofrecen resultados, asume personalmente el desafío de hacerla realidad, y para eso recorre durante semanas, día a día, todas las casas de la localidad, haciendo conocer la idea, pidiendo ayuda para concretarla y comprometiendo posibles alumnas y profesoras. Un artículo del periódico La Actualidad, años después, destaca ese hecho indicando que “solo tres amigos le acompañaron en sus esfuerzos desde la primera época: el doctor Francisco N. Oliveres, Teodoro Viana y Agustín Bilbao”, quienes integraron junto a él la primera Comisión de la Escuela creada.


                                                                            El 14 de enero de 1929 se inician las clases en un local alquilado en la esquina de las calles Gregorio Sanabria y Juan Antonio Lavalleja de la denominada entonces Escuela Industrial Femenina, que con una matrícula inicial de 520 alumnas impartió sin apoyo público, ni municipal ni nacional, cursos de Corte, Cestería, Bordado a máquina, tejidos a máquina, Confección de sacos, pantalones y chalecos, Blanco, Lencería y Dactilografía, en salones equipados con maquinarias donadas conseguidas por Alonso con las propias empresas distribuidoras en el país, y profesoras del medio, muchas de ellas al principio actuando de forma honoraria.

                                                                            Alonso continuó algunos años al frente del instituto que fue creciendo, aceptando varones y agregando oficios “masculinos”, hasta que logró que la Escuela fuera absorbida por el Ministerio de Instrucción Pública, institucionalizándose y profesionalizándose.

 

Poblado Alonso y la película de Dionisio

 

                                                                            Cuando en mayo de 1929 se produce el múltiple crimen del Oro y como consecuencia el acto heroico de Dionisio salvando a su pequeña hermana para fallecer


después en el camino hacia Treinta y Tres, a poca distancia de la estancia La Mimosa, obviamente Alonso queda sumamente impresionado, al punto que el hecho le ocupará por muchos años.

                                                                        Una vez acallados los primeros ecos de la resolución judicial del suceso y habiendo adquirido tiempo libre al ceder la administración de la Escuela Industrial al estado, el progresista empresario enfoca todo su esfuerzo en filmar una película que recuerde por siempre el hecho, y que inmortalice la heroicidad del pequeño niño. Y pone manos a la obra.

                                                                            Para financiar su emprendimiento, realiza durante 1929, un primer fraccionamiento en tierras de su propiedad, vendiendo terrenos de chacra de 3 y 4 hectáreas frente a su propia casa. Algunos años después, en 1935, algunas de esas chacras no vendidas, las vuelve a parcelar esta vez en 68 terrenos de entre 800 y 1200 metros, que conforman el centro poblado que lleva su nombre: Poblado Alonso.


                                                                      En aras de cumplir su propósito de realizar una película, consigue del cronista del diario El País que primero narró los hechos el permiso para usar su relato como base para su guión; obtiene permisos, aprende a utilizar material filmográfico, realiza un contrato con la entonces poderosa productora Max Glucksman, elije los actores y en corto plazo, queda pronta la película “El héroe del Arroyo del Oro”, una de las primeras películas de ficción nacionales, por supuesto muda y en blanco y negro, de la cual se conserva una copia restaurada por Cinemateca a fines del siglo pasado.

                                                                        El film se exhibe en sesión privada en el Cine Rex Theatre de Montevideo el domingo 13 de marzo de 1932, con singular éxito de taquilla y crítica, y llega a nuestra ciudad, al Teatro Municipal, el 15 de abril del mismo año, dando inicio a varios años de gira ininterrumpida por la mayoría de las salas nacionales.


                                                                    En oportunidad de filmar “en el lugar de los hechos” la historia del crimen, Alonso aprovechó para filmar un documental sobre nuestro departamento, que también fue presentado en la misma ocasión, y que tituló “El Departamento de Treinta y Tres” y que según se anunciaba contenía una “visión grandiosa de esta región del Este, insuperables paisajes de los ríos Olimar, Yerbal, Cebollatí y la maravillosa Quebrada de los Cuervos”

                                                                Este documental, años después, se convirtió en parte de un largometraje que Alonso compuso con imágenes de todos los departamentos, que fueron tomadas mientras acompañaba la gira de su película por todo el país. El film titulado “Mi madre Patria”  se exhibió en todas las salas nacionales a partir del año 37, y de él, lamentablemente, no quedan más que registros de prensa.

 






























Vida política: propuestas y concreciones

 

                                                            Tras los éxitos obtenidos con sus emprendimientos cinematográficos, Alonso retorna a Treinta y Tres y comienza una nueva etapa de intenso trabajo social, eligiendo para ello la actividad política. Resulta electo edil departamental en el año 1946 por la lista 1010 del partido Nacional que llevó de intendente al doctor Valentín Cossio, labor a la que dedica toda su impronta pujante y ejecutiva, encargándose de promover desde el seno de la Junta Departamental muchos emprendimientos sociales (carroza fúnebre, higiene y administración del matadero municipal, creación del vivero, entre otros) y culturales centrados en la reivindicación y homenaje a Dionisio Díaz. A su instancia se nomina la calle del Barrio España que aún lleva su nombre, la nominación de escuelas y se inicia a nivel nacional la campaña para la erección del monumento que aún hoy –aunque no en su emplazamiento original- forma parte del acervo  treintaitresino, construido por Bellini ante la personal insistencia y requerimiento de Alonso.

                                                                        Asimismo, los diarios de la época informan, además, que el proyecto de pavimentación de nuestra ciudad, fue presentado conjuntamente por el Intendente Cossio y Alonso, en una alocución donde el primero reconoció la iniciativa al respecto de edil que le acompañaba.

                                                                    Aun así, en medio de tanta actividad, tuvo tiempo para otra de sus pasiones, y en su propio domicilio, en el incipiente caserío que él mismo había impulsado, instituye un “Costurero Vecinal”, que enseña “Corte, confección, bordado y tejido a más de 30 niñas y señoritas de ese entorno rural”. Un par de años más tarde, con ayuda de una comisión de apoyo y autoridades departamentales, construye en uno de sus terrenos, que dona, un nuevo edificio para el Costurero, donde hoy es la Policlínica Municipal.


                                                                Terminado su período como edil en 1951, por razones particulares Alonso vuelve a radicarse en Montevideo, aunque nunca deja de colaborar con cuanta iniciativa se le plantaba desde nuestro medio. Allí fallece en 1953, a la edad de 67 años, rodeado de hijos y nietos y habiendo concretado la mayoría de los sueños que persiguió.

                                                                Sin dudas, don Carlos Alonso fue una persona extraordinaria, polifacético, emprendedor, filántropo, un verdadero hacedor, poco conocido, que merecería un recuerdo más tangible de su pueblo. Gracias a uno de sus nietos, Juan Carlos Silveira Alonso y a la conservación amorosa de un álbum de recortes de prensa y documentos referentes a su abuelo que su madre había reunido con el profundo amor y admiración que les unió, y que amablemente me compartió en imágenes desde la lejana Canadá, donde actualmente reside, pude resumir en estas pocas líneas los aspectos más sobresalientes de la vida y obra de este prohombre olimareño., de cuyo legado oportunamente nos iremos a referir con mayor detalle.

6 comentarios:

  1. ¡Excelente, Gerardo! Muchas gracias por esta valiosísima información.

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  2. Hola Gerardo González Dolci , soy de Brasil, escuche lá história por um primo em Brasil, Alonso es mi Bisavô, padre de mi Abuela Maria del Carmem Dominguez Alonso, me podria contactar? Me gustaria hablar com Juan Carlos Silveira Alonso , llamame
    E-mail. Felipedominguezgarcez@gmail.com
    Gracias !!

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  3. Hola Gerardo muy agradecida por el gran relato que hicistes de el yo soy la única nieta viva resido en barcelona dentro de ese relato te podria dar más pormenores de su historia y la mia tengo 86 años y hago teatro politico social aqui. Mil gracias por hacerme conocer toda esa historia detalladamente.gran abrazo Graciela Dominguez Alonso mi madre Maria Carmen.

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    1. Hola Graciela soy Juan Carlos, hijo de Cliver Y Nené. Me gustaría estar en contacto contigo. Soy bisnieto de Carlos Alfonso y vivo en Buenos Aires... Seguramente me recuerdas como te recuerdo yo de chico ...!!

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    2. Hola Graciela soy Juan Carlos, hijo de Cliver Y Nené. Me gustaría estar en contacto contigo. Soy bisnieto de Carlos Alfonso y vivo en Buenos Aires... Seguramente me recuerdas como te recuerdo yo de chico ...!!

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    3. Por favor escribanme a mi mail, ya que no se porque Blogger no me notificó de estos comentarios y me gustaría estar en contacto con ustedes para ampliar información, que tengo mucho y muy interesante para compartir. Mi direccion es pachagon@gmail.com

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