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Treinta y Tres, 1884: terrenos arachanes y minuanos pasan a ser treintaitresinos por decreto
Para llegar ello, se sufrió un largo proceso que podríamos valorar comenzó junto a las distintas demarcaciones de límites de la época de la conquista entre las posesiones españolas y lusitanas, que serían muy largas y tediosas de detallar. Pero lo cierto es que al inicio del camino institucional como república independiente, nuestro país contaba con tan solo diez departamentos: solito Paysandú al norte del Río Negro, dos enormes al este: Cerro Largo y Maldonado, tres más al centro: Durazno, San José y Canelones y dos al oeste, Soriano y Colonia, que junto al capitalino Montevideo completaban el mapa nacional.
Pocos años más tarde, en 1837, al norte del Negro se divide
Paysandú para crear los departamentos de Salto y Tacuarembó, mientras que al
sur, nace el departamento de Minas, generado con tierras tomadas de Maldonado y
Cerro Largo, que por primera vez ve achicado su territorio. En esa partición,
cabe señalar, el departamento de Minas “le roba” a Cerro Largo una generosa
porción de terreno, desde el Cebollatí, antiguo límite con Maldonado, hasta el
Olimar en toda su extensión, desde las nacientes hasta la barra, un área
aproximada a las 625 mil hectáreas.
Veinte años después, en 1856, nace Florida, partido de
tierras maragatas. Más de otros 20 años pasarán para una nueva división
administrativa: en 1880 se crean Río Negro, escindido de Paysandú, y Rocha,
dividiendo terrenos con Maldonado. Algunos pocos años después, en 1884, ocurre
la creación de tres departamentos más: al norte Artigas, con área suprimida a
Salto, Rivera con parte de las tierras de Tacuarembó, y al este Treinta y
Tres, que toma territorios de dos “donantes”, Minas y Cerro Largo. La cuenta,
se completará al año siguiente, con el fraccionamiento de San José para el
nacimiento de Flores.
139 años del departamento de Treinta y Tres
El 20 de setiembre de 1884, el entonces Presidente de la
República General Máximo Santos, cumpliendo una perseguida aspiración de
lugareños encabezados por el escribano Lucas Urrutia, firmó el decreto de
creación del Departamento de Treinta y Tres, tomando tierras de los vecinos
departamentos de Lavalleja (entonces Minas) y Cerro Largo, y designando a
nuestra ciudad como su capital.
En el artículo primero del mencionado decreto, se establecen los límites
departamentales:
AL NORTE el Arroyo Parao desde sus nacientes hasta el límite
exterior del llamado “rincón de Ramírez”; desde dicho límite hasta el Río
Tacuarí; este río aguas abajo hasta su desembocadura en la Laguna Merín.
AL ESTE. La ribera de la Laguna Merín desde la barra del Tacuarí hasta
la barra del río Cebollatí, y siguiendo el curso de este río aguas arriba hasta
la barra del Arroyo Corrales.
AL SUR: el Arroyo Corrales desde su barra con el río Cebollatí hasta sus
nacientes, un rumbo desde dichas nacientes hasta la barra del Arroyo Averías en
el río Olimar Chico, y desde dicha barra de Averías, siguiendo el mismo Olimar
Chico hasta sus nacientes en la Cuchilla Grande.
AL OESTE: la Cuchilla Grande en toda su extensión desde las nacientes
del Olimar Chico hasta las nacientes del Arroyo Parao.
En el artículo segundo, se establece una contribución especial de los
pobladores del nuevo departamento por el espacio de 3 años para solventar los
gastos de instalación, y el tercero establece la obligatoriedad del nuevo
departamento de contar en las elecciones con dos Representantes Nacionales y
sus respectivos suplentes.
Las tierras que componen el departamento
Es normal, a partir de los límites establecidos por el
decreto fundacional, no cuantificar cuales fueron las resignaciones de
territorio que debieron realizar por orden superior los departamentos de Minas
y Cerro Largo para la conformación de Treinta y Tres.
Más allá de caseríos informales, más o menos aglomerados,
generalmente situados en torno a escuelas, puestos policiales o algunas grandes
concentraciones de trabajo zafrales, el territorio adjudicado al nuevo
departamento, no tenía más centros poblados que la ciudad de Treinta y Tres, y un reciente Santa Clara de Olimar (en 1878, apenas 6 años antes Modesto Polanco había pedido la autorización para fundar el pueblo Olimar, en Santa Clara, departamento de Minas)
De las 953 mil hectáreas que conforman nuestro departamento,
más de las dos terceras partes, fueron desmembradas de Cerro Largo, unas 680
mil hectáreas, que comprenden el área limitada por el Olimar y Cebollatí al
suroeste y su, la Laguna Merin al Este hasta la desembocadura del Tacuarí, por
éste aguas arriba hasta la punta del Rincón de Ramírez desde donde continúa al
arroyo Parao siendo el límite hasta sus nacientes, y desde allí hasta las
nacientes del Olimar, la demarcación recorre la cima de la Cuchilla Grande. En
ese territorio, estaban comprendidas, por ejemplo, una media docena de escuelas
rurales, y al menos cuatro puestos policiales, sin contar los de la zona
urbana.
En celeste, versión libre de la porción de Minas; en color crema, la de Cerro Largo |
De las casi 275 mil hectáreas segregadas del departamento de Minas, acotados entre los ríos Olimar Grande, Cebollatí, arroyo Corrales, Olimar Chico y desde sus nacientes hasta las del Olimar Grande recorriendo la Cuchilla homónima, nohe encontrado registros que se hayan heredado ni escuelas ni comisarías, aunque es de suponer que si hubieran algunas establecidas. En los hechos, por la cercanía con la nueva capital que ya estaba establecida como villa desde unos cuarenta años antes, los pobladores de esa vasta zona minuana ya tenían contacto comercial asiduo, y muchos de ellos o sus familias radicaban en la urbe de la confluencia del Olimar y el Yerbal
Las autoridades del nuevo departamento
Al tiempo de la fundación, según el libro del Presupuesto Nacional para ese período que se conserva en el acervo de la Jefatura de Policía de Treinta y Tres y al que tuvimos acceso gracias a los buenos oficios y el esfuerzo mancomunado en la búsqueda de material del comando y personal encabezado por el Jefe de Policía Inspector Víctor Sánchez, el departamento contaba con un personal público, que entre jefes y subordinados superaba los dos centenares de personas.
Lucas Urrutia, considerado Fundador del Dpto. |
Según el mencionado libro, en el ámbito policial, era donde revistaban la mayoría, según el siguiente detalle:
Un Jefe
Político y de Policía –que lo fue el Coronel Manuel M. Rodríguez-, un Oficial
1º, un Oficial 2º, un Comisario de órdenes e Inspector de Policía, un Auxiliar,
un Alcaide Escribiente, un Médico de Policía y un Portero, en Jefatura,
totalizando 8 plazas.
En lo que
tiene que ver con el personal de las seccionales, se establece que existían dos
Sub Delegados, seis Comisarios de seccional, un Comisario Volante, tres
Escribientes, nueve Vigilantes de 1º, once Vigilantes de 2º y noventa y cinco
guardiaciviles, o se que en total se empleaban 127 personas.
En el área
administrativa del departamento, la recientemente creada “Junta Económica
Administrativa”, (de carácter honorario presidida por Pedro Aguiar), heredó los cargos rentados de la anterior
Comisión Auxiliar que le rendía cuentas a Melo, a saber: un secretario, un
escribiente, un Inspector de Salubridad, un portero, un jardinero, y un
sepulturero.
En lo que tiene que ver con la Educación Pública, cuyo Inspector Departamental fue Saturnino Roldán, el Presupuesto de Gastos indica los siguientes cargos, además del nombrado Roldán: un Secretario/Tesorero, un maestro de 2º grado, una maestra de 2º grado, un ayudante para la escuela de varones y una ayudante para la escuela de niñas, en lo que tiene que ver con la capital, mientras que en el área rural, se crean seis cargos de escuelas rurales, entre ellas para las ya establecidas en Isla Patrulla, Yerbalito y Cuchilla de Dionisio , y cuatro cargos apartes para “maestros de frontera”
Por último, en el plano impositivo, se nombra un Administrador de Rentas – que fue el Capitán Alejandro G. González-, a quien acompañarían tres auxiliares, y en el plano del Poder Judicial a pesar de que como poder aparte no figura en ese entonces el Presupuesto de Gastos del Estado, cabe recordar que el Juez Letrado era el Dr. Pedro Garzón, actuando en la actuaría el escribano Indalecio Rodríguez y Rocha.
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