Una actitud diferente: no cobró ni un solo sueldo

Oliveres era un abogado, productor y comerciante que heredó un buen capital y lo multiplicó, apasionado de la cultura en general y de la historia en particular, al punto que la colección de documentos que reunió conforman una colección especial de consulta en el Archivo General de la Nación.
Pocas maneras mejor de definirle habrá que las palabras que le dedicó Luis Hierro en 1912, cuando por razones particulares Oliveres decidió dejar Treinta y Tres y pasar a residir permanentemente en Montevideo, y que fueran publicadas en su momento por el periódico “El Comercio”.
En la parte medular de su discurso, Hierro expresó: “Es un hombre de bien. Ama la virtud por instinto... Hace el bien por el bien mismo… Practica el deber como una imposición matemática… El doctor Oliveres es bueno, puro, generoso y grande. Si la honradez, la inteligencia, la integridad, la delicadeza, la generosidad y la virtud no tuvieran nombre, deberían llamarse Oliveres…” “El doctor Oliveres es un hombre de lucha y un hombre de triunfos. No se ha lanzado a las cuchillas acaudillando multitudes, ni ha sentido ante sus ojos el rojizo resplandor de las batallas campales; no ha ido a las tribunas políticas para hacer campañas eleccionarias, ni siquiera ha escalado puestos públicos…”
Unos meses antes de su alejamiento temporal de su Treinta y Tres natal, sin embargo, Oliveres había aceptado transitoriamente el único puesto público que ejerció en su vida, asumiendo la presidencia de la Junta Económico Administrativa, en la práctica Intendente del Municipio, acompañado por Rafael F. Ximénez como Vicepresidente y los señores Tomás Sánchez, Santiago Aycaguer, Constancio A. Fleitas, Isidro Medero y Cornelio Piedra como vocales.

En el marco de su gestión municipal, según publicaciones de la época, Oliveres se ocupó de poner al día las cuentas públicas, racionalizando gastos y esfuerzos y priorizando los servicios básicos, “para sacar al Municipio del mal momento administrativo que estaba pasando”.

“Estos rasgos filantrópicos ponen de relieve al hombre. Es notoriamente conocida la delicadeza de sentimientos que para honra de Treinta y Tres ocupa actualmente la Intendencia Municipal. Las intensas virtudes que forman su carácter le generan el aprecio y respeto de cuantos le conocen, porque el doctor Oliveres, enemigo de vanidades y vanaglorias, ha estado presente en forma activa en todos los infortunios, siendo muchos los hogares desamparados que le deben una hora de alegría y un pedazo de puchero”.
GRACIAS AMIGO PACHACHO POR HACERNOS CONOCER ESTA EXCELENTE HISTORIA
ResponderEliminarA la orden. Espero seguir en ese camino. abrazo.
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