viernes, 1 de febrero de 2019

Herrera en Treinta y Tres



 Más de 2000 jinetes lo recibieron en el 38

La elección nacional de marzo de 1938, mediante la cual se ponía fin a la dictadura de Gabriel
Terra, instaurando sendas reformas constitucionales y habilitando por primera vez en nuestro país el voto femenino, concitó en nuestro medio, al igual que en el resto del país, un inusitado interés, que se tradujo sobre todo en la multitudinaria participación de los simpatizantes de los distintos bandos en lid.
En Treinta y Tres, sin dudas uno de los puntos supremos de la campaña, fue el acto realizado con motivo del arribo de la fórmula presidencial blanca, que proponía a la Presidencia de la República al ingeniero Juan José de Arteaga acompañado por el también ingeniero Carmelo Cabrera, quienes anunciaron su presencia en nuestro medio para el 6 de febrero, acompañados por varios de los candidatos a senadores, entre ellos el destacado caudillo Luis Alberto de Herrera y los treintaitresinos Valentín Olivera Ortúz, Pedro Berro y otros.
Todos los blancos de la zona fueron convocados, y el resultado de la magnífica jornada, quedó magníficamente plasmado en un extenso artículo del periódico local “La Acción”, cuya síntesis publicamos a continuación.






Desde muy temprano hubo gran movimiento en la población. Tráfico intenso de automóviles y camiones repletos de gente que agitaba banderas y vivaba continuamente a la Patria y a su Partido Nacional. Música, cohetes, ir y venir de gente…
A eso de las 9 y ½ pasó por nuestra calle principal una formidable columna de caballería que reunía a los contingentes de la 1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 9ª y parte de la 5ª y 7ª seccionales (otra parte se dirigió directamente al campo de la reunión entrando por el Paso de los Carros)
Pasa un pedazo de tradición.
Mil trescientos hombres sumaba esta columna, contada en veinte grupos de opositores curiosos que reconocían con asombro que no esperaban semejante demostración.
La 1ª sección estaba en masa. No faltaba un solo herrerista. Desde la Costa del Yerbal hasta la Cuchilla de Dionisio y desde el Olimar y los Ceibos hasta el Convoy, todos, viejos y jóvenes, habían acudido a la cita. Imposible dar nombres de los más prestigiosos. Eran tantos que cometeríamos omisiones.
Aparece la 4ª en correcta formación. Gauchos pobres en su mayoría, pero de los que no niegan fuego. ¡Siempre los mismos sufridos, desinteresados hasta el sacrificio, siempre firmes, de los que no andan cambiando de cabecera! Distinguimos a Toribio Ramírez, Manolo Vidal, Pablo Fernández, los Machado, los Iguiní, los Llano, los Caraballo, los Cardona, Perdomo y otros.
Ahora pasa el contingente de la 5ª (la sección más blanca). La altiva 5ª de las épocas borrascosas. Son más de 500, de los de Antonio Magallanes, Tunicio Saravia, Juvenal Cruz, Gerónimo Pérez, Chiribao, Gabino Fuentes, Evangelista Pereira, Riaño, Argibay, Félix Franco, Jaunarena, José P. Olascoaga, Jauregui, Francisco Sosa, Moreira, Saralegui, Cruz, Martínez, Correa, los Larrosa, Espinosa, Justo Iguiní, Medero, los Brun, Mariño, Delfín, etc.
Sigue un nutrido escuadrón de la Charqueada y del Arrozal Olimar. Son más de 150. A su frente vienen los mellizos Gómez (Antonio y Angel). Se destacan por su organización, desde luego improvisada. Vimos también a Floro Almeida, Floro Olano, Jaime Serralta, José Alcántara y tantos otros.
Avistamos el pasaje de los de la 7ª abajo, los blancos que han dado mayores pruebas de civismo. Al verlos acude a nuestra memoria el recuerdo de las famosas elecciones complementarias de la 7ª en las que a pesar de la mazorcada josesista del adelanto de la hora y de mil oprobios, los blancos de la 7ª votaban una y otra vez. Allí vienen José y Felipe Alvarez, Manuel Quirque, Arocena, Prado, los Nocedo, Manuel M. Amorín, los Acosta, los Silva, Bauzil, Cruz, Soba, Priguez, Palacio, Spagnolo, Prais y otros.
Entre un ondear de banderas y haciendo caracolear sus hermosos pingos, entran los blancos de Vergara y de la 9ª. Queremos reconocerlos a todos, pero pasan tan ligero que apenas vemos a Salvador Acosta, a Dionisio Batalla, a Donato Batalla, a los Teliz (que forman solos una legión) a Barragán, los Sanz, los Chaves, los Mariño.
Llama la atención un escuadrón de lanceros que rememoran el pasado heroico de nuestros criollos: es un homenaje a la tradición, al pasado glorioso que pertenece por igual a blancos y a colorados. A su frente vienen Ventura Robaina y F. Silvera.
Al mismo tiempo, ha arribado por motocar un importante núcleo vergarense que capitanea Rafael Fabeiro, quien distribuyó gratuitamente 150 pasajes.
Doña Belmiria Alvez Pereira de Gigena ha llegado también al frente de una caravana de autos y camiones.
Y en esta columna de Vergara falta don Leonardo Salvarrey, el patriarca de la zona. Falta a la revista porque se encuentra en un Sanatorio en la Capital, pero él está en espíritu acompañando a sus hermanos de causa en esta memorable jornada cívica.
Del fondo del Rincón de Ramírez también han acudido presurosos a la cita de honor los Padula, Rosas, Techera, Sosa, Barreto, Fuquet, San Martín, Aguilera y un fuerte núleo de musculosos trabajadores del Arrozal “33”
Por el Paso de los Carros, avanza directamente al campamento de la asamblea otro contingente de ciudadanos que viene de la 5ª y de los lejanos pagos de Santa Clara. Por ahí llegan Celestino Díaz, Octavio Barcelo, Odorico Díaz, Joaquín Silvera, Claudio Serra, Gabino Arévalo, Manuel Fernández Cruz y varios más.
Por Palo a Pique vienen de la 6ª Francisco y Pepe Sosa, Nicanor Tormes, los Goday, Felipe Cantera, Nico Alvarez, Jacinto Espinosa, Lopez García, Del Campo y otros.
De María Albina y de la 7ª llegan otros grupos importantes con Antonio Ramírez, los Conde, Tono Cruz, Jaime Stol, Román Palacio, los Martínez, Izmendi, Tabeira, Rado, los Medina, Azcárate, Almenar, Juan Casteriana, Eduardo Mesones, los Gomez.



Llega Herrera


Con él la brillante comitiva.
Clamorosa ovación. Inalienable alborozo exteriorizado por vivas, aplausis, efusivos saludos, mientras se oyen como un nota emotiva casi en pleno campo, los acordes marciales del Himno Nacional, coreado por un conjunto de voces femeninas bajo la experta dirección del profesor Clark.
Avanzan entre dos vías de jinetes en correcta formación desde la parada del Motocar hasta el camino donde aguardan un número incalculable de automóviles y camiones atestados de gente, que les prodigan los más entusiastas y fervorosos vivas d bienvenida: Herrea, Arteaga, Cabrera, Moreira y los nombres de otros destacados integrantes de la comitiva llenan el espacio.
Una hermosa y numerosa delegación de damas en todo el trayecto anunciado, ofrece la gallarda ofrenda de sus flores y la alegría bulliciosa de su entusiasmo.

En el Campamento


Las preciosas márgenes de nuestro magnífico Olimar ofrecieron propicio ambiente a las columnas blancas que poco a poco fueron ubicándose en lugares estratégicos, constituyendo improvisados y pintorescos fogones criollos.
Es imposible captar en una fugaz nota periodística el inusitado movimiento y alegría desbordante de las muchedumbres congregadas allí, en la más formidable exteriorización de civismo nacionalista y de homenaje al jefe civil del Partido, Dr. Luis Alberto de Herrera.

La Oratoria

Después del clásico almuerzo campechano, la delegación, las agrupaciones de todo el departamento y aquel verdadero pueblo allí volcado, se reunieron en un panorámico sitio del rio junto a sus bulliciosas aguas y bajo los pliegues de una monumental bandera nacional que confundía en sus colores al flamear el cielo despejado de ese día y la pureza de los blancos ideales que todos los pechos albergaban.
En medio de atronadores vivas y en una tribuna improvisada, comienza la oratoria el Senador don Valentín Olivera Ortuz. Enjundioso y entusiasta fue su discurso. Por sus palabras, saluda al Dr. De Herrera, a los candidatos Arteaga y Cabrera y a la brillante comitiva, en nombre del comité organizador de la magnífica fiesta nacionalista. Se refirió, con la vehemencia que le es peculiar, a la acción viril y depuradora del Partido que comenzó aquel 31 de marzo. Hizo el panegírico decidido de la fórmula Arteaga-Cabrera, exaltando su honradez, patriotismo y austeridad. Sus elocuentes y patrióticos conceptos fueron laureados por gran y clamorosa ovación.



Habla Herrera


Verdaderamente indescriptible, con todos los caracteres de apoteosis, es el saludo que se le prodiga al conductor de las muchedumbres blancas, al indiscutible jefe, cuando ocupa la tribuna. Su palabra como siempre, fluida, espondánea y campechana llega a estremecer las fibras más íntimas de los oyentes que lo aclaman en todo el transcurso de su vibrante arenga, interrumpiéndolo continuamente. Al poner fin a su improvisación, persiste un delirante clamoreo que sin hipérbola ha debido durar muchos minutos. Tal la ansiedadde todos estos nobles paisanos, de todo ese pueblo en masa, por oir la palabra del gran demñocrata.
Lo sigue el Dr. Roberto Berro. Esta eminente personalidad que nos honró con su visita también supo arrancar entusiastas ovaciones al pronunciar concienzudo y patriótico discurso. Tuvo palabras elogiosas para los nobles paisanos de Treinta y Tres que habían concurrido en tal forma a esa cita del civismo.
La joven y destacada personalidad de nuestro diputado Dr. José Gorosito Tanco, pasa a ocupar la tribuna. Sus cálidas frases de personalísimos giros y emotivas expresiones, arrancan frenéticos aplausos de la concurrencia. Como Olivera Ortuz, evocó las venerables figuras de Bernardo G. Berro y Luciano Macedo, teniendo cariñosas palabras de recordación para nuestro patriarca don Tolentino Gorosito. Saludó a las damas del departamento en la persona de doña Belmiria Alvez Pereira de Gigena, y luego de referirse a las conquistas sociales del Partido, terminó recitando una bella composición poética. Su palabra fue premiada por vivas y aplausos entusiastas.
La juventud herrerista estuvo representada por Ricardo Macedo. Los que conocemos sus notables condiciones de orador no nos sorprendimos de su magnífica pieza ortoria. Fue una arenga vibrante, un canto de juventud, una ofrenda nueva a la guardia vieja del Partido. Honda impresión dejó en el ánimo de sus oyentes que lo aplaudieron con inusitado entusiasmo.
A continuación hizo uso de la palabra el prestigioso tribuno del Partido y Director del “El Debate”, nuestro coterráneo Pedro P. Berro. Como siempre, enfervorizó las muchedumbres que lo aplaudieron en los diversos pasajes de su vibrante discurso. Como hijo de Treinta y Tres, tuvo palabras muy cariñosas para el viejo Olimar que lo destacó como el rio más hermoso del mundo. Celebró la fusión del nacionalismo departamental que lleva en sus listas su nombre junto al prestigioso de Gorosito Tanco, para quien tuvo palabras de elogio, instando a que todos concurran a cumplir con el deber cívico en los próximos comicios. Descendió de la tribuna en el medio de cerrada ovación.
Entre atronadores vivas y aplausos, ocupa la tribuna la bizarra figura del Ingeniero De Arteaga, candidato único del Partido a la Presidencia de la República. Su palabra elocuente esbozó a grandes rasgos su magnífico programa de gobierno. Ecxaltacion de la nacionalidad y protección y defensa a las nobles clases trabajadoras del campo y de la ciudad. Respeto y consideración para todos los buenos orientales. Despues de tener palabras de emotiva evocación para nuestro inolvidable jefe don Luciano Macedo y de cumplidos elogios para el nacionalismo treintaitresino, los compañeros Valentín Olivera Ortúz, Pedro María Macedo, y doctores Pedro P. Berro y José Gorosito Tanco, terminó su magnífica alocución entre ensordecedor clamoreo y estruendosas vivas.
A continuación, habló el conocido tribuno Benjamín Pereira Bustamante, quien tuvo felicísimos paisajes en su cálida improvisación, que le valieron nutridos y justicieros aplausos.  La palabra de la doctor Regina Rodríguez Bulgarelli, en representación de las damas herreristas clausuró el acto, cosechando vivas demostraciones de parte d ela concurrencia.

El desfile por la ciudad


Terminada la parte oratoria, a las 4 ½ de la tarde se inició el desfile por el centro de la ciudad.
Adelante marchaban vehículos, ¡inmensa caravana! Autos, camiones, volantas, sulkys, atestados de gente.
Presidían la interminable columna el Jefe Civil del Partido, Dr. Luis Alberto De Herrera, los candidatos Ingenieros Arteaga y Cabrera y demás integrantes de la delegación: Dr. Morelli, Dr. Roberto Berro, Dr. Posadas Belgrano, Dr. Collazo, Dr. Pedro P. Berro, B. Pereira Bustamante, diputados Vigliola y Santos y Pio Barrica, Gorosito Tanco y otros distinguidos compañeros.
Luego venía la caballería. ¡Imponente, grandiosa, nunca vista en Treinta y Tres!  Cuadras y cuadras ocupaban aquellos 2000 jinetes.
El Senador don Valentín Olivera Ortúz, el Presidente de la Departamental Nacionalista, don Manuel T. Quintela, el ex intendente Pedro Mª. Macedo, el Sr. Martín M. Ois, don Juan Angel Quintela, don Aurelio Pintos, don Eladio Eguren, don Germán Barreto, don Angel Martínez, don Pedro C. Rodríguez, don Manuel Peralta venían al frente.
En la plazoleta Reventós el Dr. Herrera y demás acompañantes ocuparon un palco desde donde presenciaron el final del estupendo desfile que duró más de una hora.
Desde allí dirigieron la palabra los siguientes oradores: Dres. Morelli, Collazo, de Herrera –cuya palabra fue nuevamente solicitada- y los señores Julio Hugalde, Martín M. Ois, Leopoldo Quuintela, Sra. Nieto Aguilera y señor Juan A. Macedo, quienes recibieron también nutridos aplausos por sus magníficas piezas oratorias.

Parece el Ejército de Saravia


Mientras el Dr. Herrera presenciaba emocionado  el desfile de la caballería, le oímos repetidas veces esta frase: “Parece el ejército de Saravia”.

Vivan los gauchos!

Cuando pasaban bizarros los escuadrones de nuestros paisanos –ofreciendo un espectáculo magnífico a la ciudad-, de los pechos emocionados de los hombres, de las mujeres y niños que marginaban el desfile, salía este grito unánime: “¡Vivan los gauchos!”
 
Caballería a fines de los años 50

La juventud de “33”

La juventud herrerista de Treinta y Tres estuvo representada en el desfile de caballería por un escuadrón de 180 muchachos que llevaban al frente un cartel con la leyenda “Juventud Herrerista Treintaitresina”
Cada componente de esta escuadra juvenil, que fue aclamada a su paso, llevaba un banderín blanco y caleste.
Vimos al frente al escribano Roberto Ríos, Lepoldo Quintela, Pochocho Bas, Espíndola, César Urgel, Caétano, Ramos, Pintos, Recarte, Mederi, Bauzil y varios otros.

La mujer nacionalista

La mujer nacionalista tuvo destacada actuación en esta magnífica asamblea.
Puso la pincelada de colorido y puso emoción en el pecho de los hombres.
¡Admirable partido el nuestro que cuenta con el férvido entusiasmo femenino!
Centenares de mujeres de todas las esferas sociales se volcaron a la formidable asamblea del 6. Debemos de mencionar, con riesgo de cometer omisiones, a las que colaboraron en diversos detalles de la organización: Blanca Sosa, Susana D’Alessandro, Mª Elena Sala, Francisca D’Alessandro, Beba Recarte, Cristina Miraballes, Celia D’Alessandro, Violeta Blanca Sala, Juanita Sala, Renée Recarte, Gladys Recarte, Deida Rodriguez, Haydé Rodríguez, Chela, Carmen, Negra y Marta Macedo, María Sofía, Olga, Quela y Berta Olivera Ortúz Antúnez, Pocha Silvera, Tana Silvera, Blanca Ungo, Elida Arroyal, E. Solé, Ilda Machado, Maruja Rodríguez, Coca Amaral, Blanca Fonseca, Dorita Sala, señoritas Falibeni y otras.
Herrera, Herrera, Herrera!!!
Unánime, clamoroso, ensordecedor, resonó en el inolvidable desfile del 6 de febrero este grito: Herrera, Herrera, Herrera!!!

Arteaga! Cabrera!
Estos dos nombres fueron aclamados delirantemente por la vibrante columna blanca que señaló una fecha histórica para el civismo de Treinta y Tres

Orden perfecto


Motivo de especial comentario de parte de la población ha sido el orden que caracterizó a esta asamblea que congregó más de 6000 personas.
Ni una sola nota disonante, ni el más leve conato de incidente durante todo el día.
El desfile por las calles de la ciudad fue un modelo de corrección, de disciplina, de respeto.
Sin dispocisiones militares previas, porque la columna no tenía “generalísimo” ni coroneles ni comandantes ni capitanes ni tenientes ni alféreces: espontáneamente, democráticamente, cada cual ocupaba su puesto, soldados todos de una gran causa blanca, allí no había distingos. Junto al trabajador humilde del campo o de la ciudad marchaba el profesional, el comerciante, el industrial, el hacendado, el agricultor. ¡Hermanos de ideales!

El Jefe de Policía

El Sr. Fermín Hontou, concurrió a la parada kms 330 a la llegada del motocar, a presentar su saludo al Dr. Herrera y demás miembros de la delegación. Este acto de cortesía de los nuevos tiempos, fue comentado favorablemente.

La Policía

Correctísima actuación tuvo la policía durante el desarrollo de la asamblea y el desfile. El inspector Manuel de los Santos, el comisario Domínguez, el comisario Chiarla, el comisario Larrosa Portela, fueron los encargados del servicio.

Colaboración eficaz

Aunque la columna de caballería se organizó por decisión espontánea de sus componentes, sin órdenes ni lugares preestablecidos, correspondería mencionar los nombres de los compañeros Venancio Fábrica, Ramón Téliz, Manuel Peralta Cabrera, Ricardo Silvera, Feliciano Sosa, Marcos Sánchez, Germán Barreto, Angel Martínez y otros que colaboraron eficazmente en la organización del desfile.

El campo de la reunión

El Sr. Izmendi, arrendatario de la Sociedad Fomento, había cedido gentilmente un potrero del campo que ocupa para que allí fuera la reunión. Pero como aquel campo resultaba insuficiente se adelantaron espontáneamente a ofrecer sus predios para ensanche del campo de la reunión, los vecinos y correligionarios Ignacio Nieto, Francisco Costa, Manuel Fernandez y Esteban Goicochea. Corresponde en estricta justicia, mencionar esta valiosa colaboración prestada con tante generosidad.

Jefe de Campo

El veterano compañero Luis Echenique tuvo a su cargo la difícil, la penosa tarea de distribuir las provisiones.
Había carneado el día antes 52 vacas. Tenía numerosos compañeros ayudantes acostumbrados a esto. Disponía de varios camiones, pero resultaba imposible atender aquella formidable masa de hombres. Era una avalancha, una ola humana.
No obstante, nos complacemos en  recordar la dinámica colaboración de nuestro compañero Angel S. Gorosito que coadyuvó en lo posible a la atención de todos los campamentos.




1 comentario:

  1. Esto me recuerda una anécdota familiar. Mi abuelo era de Treinta y Tres, no sé si sería en esta oportunidad, o lo escucho en radio, el caso es que había sido herrerista total y dejo de serlo porque "le había oído decir a Herrera" que el hijo de un pobre no podía ir a la escuela junto al de alguien de flia rica. Siguió blanco, pero no más de Herrera. Si entendió bien, si fue cierto lo oido o no, imposible saberlo, mi abuelo murió en los años 40.

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