lunes, 21 de septiembre de 2009

Loterías bailables

De historias, cuentos y anécdotas, Treinta y Tres tiene a montones, así como gran cantidad suponen aquellos que las han contado y transmitido desde los primeros tiempos de la fundación, comenzando por los lejanos tiempos de Oliveres, hasta los más contemporáneos Da Rosa y Obaldía, sin olvidarnos al menos dos docenas de escritores y contadores que nos las han narrado.
Pero voy a intentar contar en esta página algunas anécdotas cortas de tiempos más cercanos, que espero sabrán disculpar en su parquedad correspondiente a un no acostumbrado literato, y que son rescatadas de la memoria reciente de quien escribe.

Las loterías en el Progreso

Rondando los ochentas, el Club Centro Progreso, ya venido algo a menos desde sus primeras y lucientes épocas, era sin dudas el centro de reunión obligado de la gurisada de entonces, y lugar donde se llevaban a cabo algunas para hoy singulares reuniones sociales, entre las que se contaban los "Bailes Oficiales", y las "Loterías Bailables".
Estas últimas se realizaban fundamentalmente los días domingo en horas tempranas; poco después de entrada la noche, la gran mayoría de la sociedad olimareña de la época se iba arrimando al club, las familias enteras todos con sus mejores galas domingueras.
La actividad consistía en una reunión que se amenizaba con "entradas" de dos orquestas, una de música típica y otra de música moderna (o "jazz", como le decíamos), y además se vendían unos cartones de lotería que otorgaban un premio en metálico al ganador, y alguno de los empleados del club "cantaban" los números que sacaba de un gran bolillero durante el intervalo entre orquestas. Se cantaban 5 bolillas seguidas primero, y luego una cada 4 ó 5 minutos, hasta que alguien completaba el cartón, se comprobaba que se hubieran anotado bien los números, y se proseguía con la actividad bailable hasta el próximo intervalo.
Cualquier cosa servía para "anotar" los números, desde el tradicional grano de maíz que proporcionaban los organizadores, hasta bolitas de papel fabricadas al instante, o piedritas, o cualquier cosa que marcara el casillero ocupado por el número sorteado. Porque los cartones se reciblaban; es decir, cuando terminaba una lotería, se pasaba por las mesas y se levantaban o cambiaban los cartones para la próxima jugada.
"Angelito" Saravia, que fue un gran directivo del Club Progreso, y presidente del mismo en varias ocasiones, era un hombre ya mayor, de severo y adusto comportamiento público, una persona que recuerdo como serio y autoritario con respecto a las obligaciones que su cargo le imponía, tanto en el respeto a las reglas de convivencia entre los socios de la institución, así como en el trato con los funcionarios. Saravia acostumbraba participar de todas las actividades del club, y por supuesto de las "Loterías Bailables"
Convivía en el ámbito del club, como funcionario principal, portero y hombre para toda tarea, un personaje de quien la mayoría no sabíamos el nombre, pero a quien le decíamos "Cepillo". Ituarte, que ese es su apellido era por ese entonces un hombre joven, jovial y bromista, un poco permisivo con los más jóvenes, pero que sabía imponer su autoridad como portero cuando había que controlar el ingreso al club. Entre sus funciones, además, "Cepillo" era el que cantaba las bolillas de la lotería.
Luego de las primeras 5, Ituarte se tomaba unos minutos para cantar las siguientes, y en uno de esos descansos deja el escenario y se dirige a la cantina a buscar algo "para aclarar la garganta", lo que debía hacer cruzando por entre las mesas donde se apiñaban los jugadores de lotería.
Un día quizá había hecho más viajes de lo normal a la cantina, cuando al pasar junto a la mesa donde se ubicaba el presidente del club, por el rabillo del ojo se da cuenta que éste esperaba por el número 22 para cantar la lotería, y sonriendo para sí se dirigió a su puesto para continuar cantando los números.
Se hace girar el bolillero, y "Cepillo" anuncia que va a cantar el próximo número: se hace un silencio total y tras el chasquido metálico de la casilla donde cae la bolilla con el número, lo toma casi sin mirarlo y acercándose al micrófono declama con voz clara:
- ¡¡Parejitas de 2!!
Haciendo una pausa para respirar y esperando el grito ganador de Saravia, quien se levanta de su asiento gritando: ¡LOTERIA, LOTERIA!!, "Cepillo" tras sentir la algarabía de quien se consideraba justo ganador continúa...
- ¡Pero de dos cuatros.... ¡Cuarenta y cuatro!!!
Tres días de suspensión y un responso mayúsculo se llevó Ituarte, pero le hizo pasar un mal rato al presidente y ser durante mucho tiempo blanco de bromas.
Por supuesto, que fue una de las últimas "loterías bailables" que se realizó.

2 comentarios:

  1. Excelente Pachacho: En realidad no viví lo de las loterías..o no las recuerdo, pero tu relato me hizo vivenciarlas como si. Se que sos un estudioso de la historia de nuestro pueblo, y espero nos sigas contando te felicito!

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  2. Jajajajjaja! me lo imagino!qué gentuza iba al Prrogreso!

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