viernes, 7 de mayo de 2021

Cosas de "dotores"...

 

Dispues e’dios…

A los apreciados aparceros dotores

Balentin Cosio, José Percobiche y

José Gorosito Tanco, con tuito mi

Afeto y agradecimiento.

 

El gaucho no ha muerto…

¡salbó la petisa!...

ya saltó la sanja

Dr. Valentín Cossio

pand’iba la vida…

 

Artera la muerte se posó en su catre,

y enyenó su cuerpo di un jugo d’infierno;

que le achicharraba asta las achuras,

y le redetía los bofes y el sebo!...

 

Al ñudo jue tuita la juerza q’isiera

pa sincharlo artera la indina a la trampa;

s’encontró a don Cosio que ya l’aguaitaba,

y que ni por groma, afloja ni aún panpa!...

 

Forsejiaron lindo, los tauras aqueyos…

con su sensia nueva y sus erramientas,

y después e’Dios y la birjen Santa

lograron al crioyo salbar l’osamenta

 

Biera conpañero como maniobraron

n’el cuarto aquel que al gaucho enserraron

cuando al espital de presa yebaron!...

lo primero q’iso un dotor muy crioyo

y apeyido gringo;

jue amostrarle al indio, cuantito dentraron,

un banco muy alto con rispaldo bajo

y decirle en groma, como jaraniando:

“ya que sos tan gaucho, trepate áy arriba,

apretá las piernas, domá la tordiya”,

(miren que ponerle un nombre e’yegua,

a una media siya!...)

 

Ayudao por piones que lo abían trujido

medio sonriyendo, no con muchas ganas,

le bolió la pierna;

y asentó los brasos en aquel rispaldo,

dejando l’espalda pa que l’ achuraran,

con gusto y pasensia…

 

antonce dentraron con el otro tigre,

a’ser la carniada…

y cortando el uno, serruchando el otro;

hasta la entretela le rejunuñaron,

con unas lansetas o cosa que balga…

aguantaba el toro la cornad’ aqueya,

qui asta las entrañas creyba que yegaba,

dando algún quejido sin poder lomiarse;

y oyendo a su ermano

qui al darle coraje, tamien le prosiaba…

 

Al cabo di un rato concluyó la lidia,

y forrao con lana

y fajao con trapos, golbió pa la cama…

Ayí el gaucho estuvo mas di un mes; ¡amigo!

(bien cuidau! ¡aijuna! Por los e’la casa

y por su familia…)

pa sanar los males y curar l’erida

que tuitos los días:

un nasión  güenaso limpiaba y señía

otra bes la faja, tan juerte ¡canejo!

q’el gaicho una güelta molestao po aquello,

preguntó a compadre:

¿si lo confundía con un parejero?!

 

Dispués… pa su rancho rumbió puert’ ajuera,

n’el mesmo carro que lo abían trujido

sobre parigüelas:

y encontró a su mama que ya lo esperaba,

y que solprendida al verlo ¡tan seco!

se yebó un julepe!...

pensando que traiban, una bolsa e’ güesos…

 

“No si asuste mama (el gaucho le dijo)

que güelbo a su casa bibito y coliando,

y aura solo espero qui usté mi’alimente,

p’ ajensiar las juerzas que tenía d’ enantes…

 

Y es ansí como aura, aquí ta presiente

con sus aparceros, pelechau y juerte,

y a tuitos abrasa alegre y contento;

“dispuesto a jugarle risita a las penas”

si otra bes, cobarde, lo topa la muerte¡…

 

El gaucho no a muerto…

¡salbó la petisa!...

y después e’ Dios y la birjen Santa,

a’ esos tres amigos le debe la vida!...

 

Alejo T. Gorosito

Costa ‘el Olimar – Febrero de 1938

 

 

 

Los versos que preceden estas líneas y que fueron transcriptos textualmente, se publicaron por primera vez en el periódico olimareño que había fundado Olavo Amaro Macedo, “Acción”, en el mes de febrero de 1938 y reflejan indudablemente la admiración, gratitud y cariño del autor hacia los doctores que lograron – como bien lo dice- salvarle “la osamenta”, nombrando concretamente a Valentín Cossio con todas las letras, a Percovich cuando se refiere a “un dotor muy crioyo y apeyido gringo”, y a Gorosito Tanco cuando escribe sobre que su hermano le brindaba coraje.

En una época de revalorización de la función médica, en un año marcado por una pandemia en la que fueron justamente reconocidos los médicos de la historia encarnados en el también treintaitresino Manuel Quintela, me pareció al menos interesante traer el recuerdo de dos trascendentes galenos autóctonos de mediados de siglo XX, como Gorosito Tanco y Cossio, y de un Percovich que gracias a su personalidad y trayectoria, fue aceptado como un olimareño más, y así permanece aún en la memoria de nuestros mayores.


Dr. Gorosito Tanco descansando en su domicilio


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