viernes, 1 de enero de 2021

Las bases de nuestra historia

 Lucas Urrutia y su informe de 1872

 

                                        Sin ningún lugar a dudas, la casi desconocida aunque muy nombrada monografía redactada por Lucas Urrutia cuando culminaba el año 1872, poco menos de 20 años después de la firma del decreto fundacional de nuestra ciudad, constituye no sólo un documento valioso para conocer detalles de esa época referentes a Treinta y Tres, sino que es –además- el punto de partida ineludible para todos quienes desde entonces, nos interesamos por la historia local.


                                        Rescatado casi con toda seguridad por el Doctor Francisco N. Oliveres a principios del siglo XX de algún archivo olvidado en Cerro Largo, fue publicado por la Comisión Organizadora de las fiestas conmemorativas del cincuentenario de la creación del departamento de Treinta y Tres en Agosto de 1935, con el pomposo y altisonante nombre de “Informe de la Comisión Auxiliar de Treinta y Tres a la Junta Económico Administrativa de Cerro Largo en diciembre de 1872 redactado por su secretario Don Lucas Urrutia”, y prologado y comentado por el propio Oliveres.

                                        El extenso informe, como es lógico, se refiere únicamente a la problemática y actualidad de nuestra ciudad y sus adyacencias a escasos 20 años de su fundación, siendo que administrativamente Treinta y tres formaba parte aún de la 5º sección de Cerro Largo, y es una detallada muestra combinada de rendición de cuentas con aspiraciones de mejoras en muchos rubros, y ya se atisba en su redacción las primeras menciones para convertir a Treinta y Tres en la capital de un nuevo departamento.

                                        A los efectos de realizar esta breve síntesis, podríamos dividir este trabajo de Urrutia en dos partes complementaria. En la primera, luego de una introducción donde explica las razones de redactar tan extenso documento, que básicamente son dar cuenta de las acciones llevadas a cabo por la Comisión Auxiliar que integra como secretario y rendir cuentas de los ingresos y gastos de la misma.

                                        Entre las más de 20 “materias” como las llama el autor que trata la primera parte de su comunicación a sus superiores de Melo, Urrutia comienza realizando un racconto de las actuaciones de la Sociedad Fundadora, hace una encendida defensa de la creación de una “Policía municipal”, y detalla estado, historia y proyectos refenente a temas tan diversos como el Cementerio Público, la Iglesia, las Escuelas Públicas y la educación, la Cárcel, las propiedades municipales, Pasos y balsas y caminos públicos. Dentro de los temas estrictamente municipales, además, se extiende también en lo que hace al “régimen interno” de la corporación, a temas de estadística, de jurisdicciones, tasas e impuestos (Derechos de abasto, permisos para edificar, rentas locales y presupuesto, entre otras.



                                        En lo que tiene que ver con la sociedad, la vida social y pública, hay capítulos referidos a la agricultura, al abigeato, a las Boticas, a médicos, vacunación y salud, Correos y comunicaciones, haciendo un verdadero estudio sociológico de la actualidad de entonces en la novel villa.

                                        En lo que sería la segunda parte, el autor detalla exhaustivamente en seis “anexos”, muy bien explicados y documentados, los aspectos más importantes de los temas que considera esenciales, y es –sin dudas- la parte más destacada del documento.

 

Informe de la comisión Fundadora y estadística

 

                                        Al iniciar este capítulo, Urrutia realiza una reseña pormenorizada de “todos mis trabajos en el delicado pero honroso cargo que mis coasociados me habéis conferido” –vale aclarar que era entonces el Gerente de la mencionada Sociedad Fundadora-, informando del ordenamiento de los libros de la sociedad, la consecución de la escritura de propiedad de la legua cuadrada adquirida originalmente, y el otorgamiento de títulos escriturados a todos los propietarios de terrenos que pudieran justificar la propiedad, mediante el canje de los recibos originales extendidos por la Comisión.  Hace mención también, en este apartado, de los reglamentos de ordenamiento territorial realizados, donde obliga a cercar los terrenos, guardar distancia de construcción respecto a las calles, y homogeneizar el tipo de construcción en algunos lugares, especificando por ejemplo que “la población (casa o comercio) que se construya sobre la línea de la calle no se permitirá que tenga techo de paja, ni pared que no sea de ladrillo”, ya desde el año 1866.

                                        Acto seguido informa de un error en la primer mensura de la legua cuadrada medida por Travieso en 1855, que se rectificó con la mensura de Amorín y Brum realizada en 1861, que además modificó la cantidad de manzanas destinadas a solares. Ambos detalles, el error en exceso del primer plano, y el aumento del área de solares, dieron lugar a una serie de disputas y acuerdos, muchos de los cuales fueron zanjados por las buenas, pero en algunos casos, como por ejemplo sucedió con la Chacra de Palacios, debió llegarse a una decisión judicial tras un largo juicio de varios años de duración.

 


Algunas Estadísticas

 

                                        Presentando este apartado, Urrutia sostiene que presenta las siguientes estadísticas “para dar una exacta idea de la importancia actual de esta localidad, cuyos datos he recogido yendo personalmente casa por casa”.

                                    En lo que refiere a la población de entonces, afirma:

                                    El número de habitantes que residen en la legua cuadrada asignada a este pueblo por ley, asciende a 1.804.

                                    Viven en el terreno de solares 1.186 almas, en 106 casas de material y 53 ranchos de paja.

                                    En el terreno de chacras, viven 618 almas, en 21 casas de material y 62 ranchos.

                                    Acto seguido, indica que “son 242 poblaciones que contiene en promedio 7 pesonas y media”, de las cuales saben leer y escribir 529, saben solamente leer 282 y ni leen ni escriben más de la mitad del total, 993 personas.

                                    Con respecto a la nacionalidad de los habitantes de entonces, Urrutia publica la siguiente tabla:

Orientales       1506

Españoles        128

Brasileros        76

Franceses        29

Italianos          27

Africanos        16

Argentinos      12

Portugueses    4

Alemanes        4

Paraguayos     2

Total    1804

                                    Asimismo, especifica que “son de color, es decir, negros y pardos  267, mientras que los blancos y mestizos de indio suman 1537.

                                    Refiere que hay 183 niños y 207 niñas de 7 a 14 años de edad que pueden recibir educación: total 390 niños.

                                    De éstos hay matriculados en la escuela de niños municipal 61, además de 1 adulto y 11 menores de 7 años (total 73), siendo la asistencia media en el mes de 45.

                                     Hay en la escuela de niñas, también municipal, matriculadas 51 y además 2 adultas y 8 menores de 7 años, total 61, con una asistencia media de 39.

                                    Reciben educación es escuela particular 13 varones y 21 niñas.

                                    El total de matriculados de 7 a 14 años es de 134, es decir, una tercera parte del total.

                                        En lo que tiene que ver con las profesiones y comercios existentes en momentos de la elaboración del informe, el detalle es el siguiente:

Casas de Giro e industria

Tienda y Pulpería       17

Herrerías         2

Carpinterías    2

Zapaterías       2

Platerías          2

Confiterías      1

Sastrería          1

Billares            2

Retratistas       2

Tahonas          1

Hornos de Ladrillo     3

 

                                            De estas 36 casas de comercio, 23 pertenecen a españoles, 5 a franceses, 2 a brasileros, 1 a un alemán, y solamente 5 de ellas están en manos de propietarios orientales, razonando en este punto Urrutia que “tristes frutos de nuestras guerras civiles” son los que llevan a que casi la totalidad del comercio esté en manos extranjeras.

                                            Con respecto al aspecto social, y tomando el cuenta no solo el pueblo sino el área de influencia de la iglesia, el informe asegura que desde la fundación “se han contraído 63 matrimonios, se han bautizado 779 niños, y en el cementerio se han realizado 68 inhumaciones.

 


Curiosidades, datos e historia

 

                                            Además de los temas detallados precedentemente, el extenso informe se ocupa también de hacer un pormenorizado relato de la situación y solución propuesta para los principales problemas de interés público de la entonces novel “Villa de los Treinta y Tres”. Recuérdese que en la época, nuestra ciudad contaba con menos de 20 años de fundada.

                                             Uno de los problemas que más preocuparon a la Comisión Auxiliar entonces, fue sin dudas el del Cementerio público, tema al que se le dedica especial atención. En este apartado comienza explicando el aspecto económico de la construcción del nuevo cementerio realizada por el Cura Vicario Ramón Rodríguez según contrato realizado con la Junta Económico Administrativa de Cerro Largo de la cual dependía administrativamente esta ciudad. Se refiere al segundo cementerio que tuvo nuestra ciudad, que fue llamado “De La Soledad”, estaba situado en la zona de la Cruz Alta, y funcionó hasta finales del siglo XIX

                                                Al respecto, el informe destaca en primer lugar las cuentas, haciéndose constar con números que omitiremos, que la deuda de entonces con el constructor “quedará amortizada en tres años más”, afirmando más adelante que “a fin de 1874 el Cementerio pertenecerá exclusivamente al Municipio”. Luego, informa que el primer cadáver supultado fue el de María Jesús Carballo, esposa de Pedro Méndez, vecino de Los Corrales en la 2º sección de Minas, el 31 de agosto de 1865, aunque la bendición del Cementerio no se realizó sino hasta mayo del 1867 durante la visita del Obispo de Megara y Vicario Apostólico de Estado, Monseñor Jacinto Vera.

                                                En el marco de este informe, además, Urrutia elabora y eleva un proyecto de reglamento para el funcionamiento del Cementerio, donde además de regular las prácticas habituales comunes a todos las necrópolis de la época en materia de venta y arrendamiento de panteones, nichos y espacios en tierra, incorpora obligaciones para la revisación y autopsia de los casos dudosos, así como el intento de prohibición de enterramientos sin control en la campaña, práctica habitual de entonces. A este respecto, argumenta: “en los pueblos de nueva creación y en las condiciones de este, cuesta infinito extinguir los resabios encarnados en las masas de nuestra extensa campaña, y es así que todavía conservamos la práctica de dar sepultura a los cadáveres sin averiguar debidamente si para su fallecimiento ha mediado alguno de los tantos crímenes que no deja de haber, o si la muerte ha sido natural. He visto con alguna frecuencia que cadáveres que necesitaban una inspección científica o al menos judicial muy prolija para averiguar tal vez un horroroso crimen, han sido sepultados sin formalidad alguna. Si esto sucede aquí en el pueblo, presentes las autoridades y aun debido a ellas mismas ¿Cuántos crímenes se ocultarán en la campaña, donde cada cual parece estar autorizado para sepultar un cadáver allí donde mejor le plazca y que no está al alcance de la acción judicial?  Es tiempo ya que desaparezca este espectáculo que nuestros campos presentan de ser un vasto cementerio, en los que a cada paso se hallan cadáveres sepultados” 

                                                    El reglamento, sin modificaciones, es aprobado al año siguiente por la Junta Económico Administrativa, con una disposición transitoria que conminaba a trasladar los restos del “cementerio viejo” hacia el nuevo a más tardar el 2 de noviembre de 1873 “con la formalidad y respeto que esto requiere”, apercibiendo que tras esa fecha, de los restos existentes “dispondrá esta Corporación que inmediatamente procederá a extinguir completamente todo vestigio que revele para lo que aquel lugar ha servido”. Cabe recordar que el primer cementerio de la ciudad, estaba ubicado en terrenos del ejido, a la derecha del camino que va hacia el parque del Río Olimar.

 


De la Iglesia y sus imágenes

 

                                                La Iglesia, su historia, construcción y alhajamiento, ocupan también un lugar preponderante en el detallado informe de Urrutia.  Comienza el apartado dedicado al tema, realizando un “racconto” de sus inicios, cuando ante la fundación de la ciudad, el Cura Vicario José Reventós, además por entonces presidente de la Junta Económico Administrativa de Cerro Largo, mandó construir el primer Oratorio en el año 1857 (aproximadamente en el lugar que hoy el Sanatorio, en Basilio Araújo casi Juan A. Lavalleja) y donde se celebró misa por primera vez el 25 de diciembre de 1858. Previamente, según reza el informe, en el mes de julio de 1855, se había empezado a construir en el local que hoy ocupa la iglesia, frente a la plaza 19 de abril, una serie de construcciones que se destinarían a templo la principal, y las demás a casa rectoral y escuela y oficinas públicas.

                                                Con respecto a la construcción del tempo, que demandó años y aún a la fecha del informe estaba inconcluso, Urrutia detalla, planos, solares, precios, proveedores y trabajadores de la obra, que en ese momento era dirigida por Nicolás Pomata, así como materiales y avance de obra, que fue bendecida aún sin culminar en marzo de 1871.

                                                Por otra parte, además, individualiza las imágenes existentes, aunque resalta que son escasas para su envergadura, resaltando que una imagen de la Soledad y dos grandes cuadros que adornan el altar mayor las ha concedido en préstamo él mismo, explicando luego que la imagen del Señor Crucificado, de 6 palmos de altura, es tallada en madera de laurel del monte del Olimar, colocada en la capilla del lado izquierdo, mientras que “la de Nuestra Señora de los Remedios, en el lado derecho, es la que trajo Reventós para esta iglesia”. Aclara además, que se mandaron pedir a Europa donadas por la familia Oliveres, las imágenes de los patronos San Vicente y San Salvador, y establece también que “el señor Cura tiene también una de San Antonio, de la misma madera, del monte del Yerbal, obra también en escultura pero que le falta aún la pintura”.

 

Otros planteamientos municipales

 

                                            Tal como señaláramos en la primera parte de esta síntesis son abundantes los ítems que desarrolla el informe que nos ocupa, del cual hemos resaltado, a nuestro juicio, los aspectos más relevantes, aunque no podemos dejar de resumir muchos otros que quizá despierten la curiosidad de los lectores.

                                            Por ejemplo, hay todo un capítulo dedicado a la educación, detallando escuelas, maestros y preceptores y relatando además muy pormenorizadamente el resultado de los exámenes escolares del año de referencia, habiéndose examinado separadamente varones y niñas, en 7 materias. Las materias para los varones fueron Lectura, Escritura, Gramática, Arimética, Geografía, Doctrina Cristiana y Catecismo; para las niñas, las mismas excepto Geografía, la que era sustituída por “Labores de adorno”

                                                Otro de los temas que por su extensión y desarrollo aparecen como de cabal importancia para los gobernantes de la época y para Urrutia en particular, es lo referente a lo que él llama una Policía Municipal, independiente de la Policía Miliar existente entonces, y que “se encargaría del cuidado de todo lo que corresponde a garantías vecinales”, actuando además como “brazo ejecutor de los impuestos y de todo lo que esencialmente corresponde al municipio”. Urrutia planteó y obtuvo la creación de tres puestos de trabajo con esta denominación, que básicamente estaban encargados de conducir oficios, citaciones y demás diligencias actuando como ordenanza y alguacil de los juzgados; revisar toda clase de patentes, pesas y medidas, derechos de abasto, contribuciones y demás rentas  municipales; vigilar alumbrado público, animales sueltos, garantía del agricultor o otras funciones de injerencia públicas.

                                                Con respecto a las individualizaciones de otro tipo de actividades municipales, Urrutia mostró preocupación por el abigeato, la agricultura, el tema de médicos y vacunaciones, los permisos para edificar, el estado de vías y caminos, los derechos de abasto, la construcción de una cárcel, lo referente a correos y comunicaciones, así como reveló su preocupación sobresaliente por el correcto funcionamiento de los pasos y balsas aledaños a la ciudad, que considera “actualmente mal servidos”, tanto el de Olimar, a cargo de Dionisio Vaco, como el de Yerbal, bajo responsabilidad de José Rodríguez.

                                                Para finalizar este resumen, y como corolario curioso, transcribiremos unos párrafos que se le dedican al agua potable y los baños, donde dice textualmente: “Está rodeado este pueblo de magníficas aguas procedentes de los arroyos Olimar y Yerbal y dos grandes lagunas. Por su proximidad al pueblo y por sus cualidades potables, estaba sabiamente establecido que se usase la de la laguna llamada de Ferreira para tomar, sin perjuicio de que cada vecino pudiera proveerse de donde mejor se le antojara. Es por estas poderosas razones que hasta ahora estaba prohibido que la gente fuera a bañarse en ella, dejando para este objeto al gran laguna Etchepar y los dos arroyos en toda su extensión. Desgraciadamente, este año la Policía se entrometió en el asunto y autorizó que la laguna Ferreira fuese profanada por los bañistas, con perjuicio de la población pobre y con escándalo del público.”



 

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