La elección nacional de marzo de 1938, mediante la cual se
ponía fin a la dictadura de Gabriel
Terra, instaurando sendas reformas
constitucionales y habilitando por primera vez en nuestro país el voto
femenino, concitó en nuestro medio, al igual que en el resto del país, un
inusitado interés, que se tradujo sobre todo en la multitudinaria participación
de los simpatizantes de los distintos bandos en lid.
En Treinta y Tres, sin dudas uno de los puntos supremos de la
campaña, fue el acto realizado con motivo del arribo de la fórmula presidencial
blanca, que proponía a la Presidencia de la República al ingeniero Juan José de
Arteaga acompañado por el también ingeniero Carmelo Cabrera, quienes anunciaron
su presencia en nuestro medio para el 6 de febrero, acompañados por varios de
los candidatos a senadores, entre ellos el destacado caudillo Luis Alberto de
Herrera y los treintaitresinos Valentín Olivera Ortúz, Pedro Berro y otros.
Todos los blancos de la zona fueron convocados, y el
resultado de la magnífica jornada, quedó magníficamente plasmado en un extenso
artículo del periódico local “La Acción”, cuya síntesis publicamos a continuación.
Desde
muy temprano hubo gran movimiento en la población. Tráfico intenso de
automóviles y camiones repletos de gente que agitaba banderas y vivaba
continuamente a la Patria y a su Partido Nacional. Música, cohetes, ir y venir
de gente…
A
eso de las 9 y ½ pasó por nuestra calle principal una formidable columna de
caballería que reunía a los contingentes de la 1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 9ª y parte de la
5ª y 7ª seccionales (otra parte se dirigió directamente al campo de la reunión
entrando por el Paso de los Carros)
Pasa un pedazo de tradición.
Mil
trescientos hombres sumaba esta columna, contada en veinte grupos de opositores
curiosos que reconocían con asombro que no esperaban semejante demostración.
La
1ª sección estaba en masa. No faltaba un solo herrerista. Desde la Costa del
Yerbal hasta la Cuchilla de Dionisio y desde el Olimar y los Ceibos hasta el
Convoy, todos, viejos y jóvenes, habían acudido a la cita. Imposible dar
nombres de los más prestigiosos. Eran tantos que cometeríamos omisiones.
Aparece
la 4ª en correcta formación. Gauchos pobres en su mayoría, pero de los que no
niegan fuego. ¡Siempre los mismos sufridos, desinteresados hasta el sacrificio,
siempre firmes, de los que no andan cambiando de cabecera! Distinguimos a
Toribio Ramírez, Manolo Vidal, Pablo Fernández, los Machado, los Iguiní, los
Llano, los Caraballo, los Cardona, Perdomo y otros.
Ahora
pasa el contingente de la 5ª (la sección más blanca). La altiva 5ª de las
épocas borrascosas. Son más de 500, de los de Antonio Magallanes, Tunicio
Saravia, Juvenal Cruz, Gerónimo Pérez, Chiribao, Gabino Fuentes, Evangelista
Pereira, Riaño, Argibay, Félix Franco, Jaunarena, José P. Olascoaga, Jauregui,
Francisco Sosa, Moreira, Saralegui, Cruz, Martínez, Correa, los Larrosa,
Espinosa, Justo Iguiní, Medero, los Brun, Mariño, Delfín, etc.
Sigue
un nutrido escuadrón de la Charqueada y del Arrozal Olimar. Son más de 150. A
su frente vienen los mellizos Gómez (Antonio y Angel). Se destacan por su
organización, desde luego improvisada. Vimos también a Floro Almeida, Floro
Olano, Jaime Serralta, José Alcántara y tantos otros.
Avistamos
el pasaje de los de la 7ª abajo, los blancos que han dado mayores pruebas de
civismo. Al verlos acude a nuestra memoria el recuerdo de las famosas
elecciones complementarias de la 7ª en las que a pesar de la mazorcada
josesista del adelanto de la hora y de mil oprobios, los blancos de la 7ª
votaban una y otra vez. Allí vienen José y Felipe Alvarez, Manuel Quirque,
Arocena, Prado, los Nocedo, Manuel M. Amorín, los Acosta, los Silva, Bauzil, Cruz,
Soba, Priguez, Palacio, Spagnolo, Prais y otros.
Entre
un ondear de banderas y haciendo caracolear sus hermosos pingos, entran los
blancos de Vergara y de la 9ª. Queremos reconocerlos a todos, pero pasan tan
ligero que apenas vemos a Salvador Acosta, a Dionisio Batalla, a Donato
Batalla, a los Teliz (que forman solos una legión) a Barragán, los Sanz, los
Chaves, los Mariño.
Llama
la atención un escuadrón de lanceros que rememoran el pasado heroico de
nuestros criollos: es un homenaje a la tradición, al pasado glorioso que
pertenece por igual a blancos y a colorados. A su frente vienen Ventura Robaina
y F. Silvera.
Al
mismo tiempo, ha arribado por motocar un importante núcleo vergarense que
capitanea Rafael Fabeiro, quien distribuyó gratuitamente 150 pasajes.
Doña
Belmiria Alvez Pereira de Gigena ha llegado también al frente de una caravana
de autos y camiones.
Y
en esta columna de Vergara falta don Leonardo Salvarrey, el patriarca de la
zona. Falta a la revista porque se encuentra en un Sanatorio en la Capital,
pero él está en espíritu acompañando a sus hermanos de causa en esta memorable
jornada cívica.
Del
fondo del Rincón de Ramírez también han acudido presurosos a la cita de honor
los Padula, Rosas, Techera, Sosa, Barreto, Fuquet, San Martín, Aguilera y un
fuerte núleo de musculosos trabajadores del Arrozal “33”
Por
el Paso de los Carros, avanza directamente al campamento de la asamblea otro
contingente de ciudadanos que viene de la 5ª y de los lejanos pagos de Santa
Clara. Por ahí llegan Celestino Díaz, Octavio Barcelo, Odorico Díaz, Joaquín
Silvera, Claudio Serra, Gabino Arévalo, Manuel Fernández Cruz y varios más.
Por
Palo a Pique vienen de la 6ª Francisco y Pepe Sosa, Nicanor Tormes, los Goday,
Felipe Cantera, Nico Alvarez, Jacinto Espinosa, Lopez García, Del Campo y
otros.
De
María Albina y de la 7ª llegan otros grupos importantes con Antonio Ramírez,
los Conde, Tono Cruz, Jaime Stol, Román Palacio, los Martínez, Izmendi,
Tabeira, Rado, los Medina, Azcárate, Almenar, Juan Casteriana, Eduardo Mesones,
los Gomez.
Llega Herrera
Con
él la brillante comitiva.
Clamorosa
ovación. Inalienable alborozo exteriorizado por vivas, aplausis, efusivos
saludos, mientras se oyen como un nota emotiva casi en pleno campo, los acordes
marciales del Himno Nacional, coreado por un conjunto de voces femeninas bajo
la experta dirección del profesor Clark.
Avanzan
entre dos vías de jinetes en correcta formación desde la parada del Motocar
hasta el camino donde aguardan un número incalculable de automóviles y camiones
atestados de gente, que les prodigan los más entusiastas y fervorosos vivas d
bienvenida: Herrea, Arteaga, Cabrera, Moreira y los nombres de otros destacados
integrantes de la comitiva llenan el espacio.
Una
hermosa y numerosa delegación de damas en todo el trayecto anunciado, ofrece la
gallarda ofrenda de sus flores y la alegría bulliciosa de su entusiasmo.
En el Campamento
Las
preciosas márgenes de nuestro magnífico Olimar ofrecieron propicio ambiente a
las columnas blancas que poco a poco fueron ubicándose en lugares estratégicos,
constituyendo improvisados y pintorescos fogones criollos.
Es
imposible captar en una fugaz nota periodística el inusitado movimiento y
alegría desbordante de las muchedumbres congregadas allí, en la más formidable
exteriorización de civismo nacionalista y de homenaje al jefe civil del
Partido, Dr. Luis Alberto de Herrera.
La Oratoria
Después
del clásico almuerzo campechano, la delegación, las agrupaciones de todo el
departamento y aquel verdadero pueblo allí volcado, se reunieron en un
panorámico sitio del rio junto a sus bulliciosas aguas y bajo los pliegues de
una monumental bandera nacional que confundía en sus colores al flamear el
cielo despejado de ese día y la pureza de los blancos ideales que todos los
pechos albergaban.
En
medio de atronadores vivas y en una tribuna improvisada, comienza la oratoria
el Senador don Valentín Olivera Ortuz. Enjundioso y entusiasta fue su discurso.
Por sus palabras, saluda al Dr. De Herrera, a los candidatos Arteaga y Cabrera
y a la brillante comitiva, en nombre del comité organizador de la magnífica
fiesta nacionalista. Se refirió, con la vehemencia que le es peculiar, a la
acción viril y depuradora del Partido que comenzó aquel 31 de marzo. Hizo el
panegírico decidido de la fórmula Arteaga-Cabrera, exaltando su honradez,
patriotismo y austeridad. Sus elocuentes y patrióticos conceptos fueron
laureados por gran y clamorosa ovación.
Habla Herrera
Verdaderamente
indescriptible, con todos los caracteres de apoteosis, es el saludo que se le
prodiga al conductor de las muchedumbres blancas, al indiscutible jefe, cuando
ocupa la tribuna. Su palabra como siempre, fluida, espondánea y campechana
llega a estremecer las fibras más íntimas de los oyentes que lo aclaman en todo
el transcurso de su vibrante arenga, interrumpiéndolo continuamente. Al poner
fin a su improvisación, persiste un delirante clamoreo que sin hipérbola ha
debido durar muchos minutos. Tal la ansiedadde todos estos nobles paisanos, de
todo ese pueblo en masa, por oir la palabra del gran demñocrata.
Lo
sigue el Dr. Roberto Berro. Esta eminente personalidad que nos honró con su
visita también supo arrancar entusiastas ovaciones al pronunciar concienzudo y
patriótico discurso. Tuvo palabras elogiosas para los nobles paisanos de Treinta
y Tres que habían concurrido en tal forma a esa cita del civismo.
La
joven y destacada personalidad de nuestro diputado Dr. José Gorosito Tanco,
pasa a ocupar la tribuna. Sus cálidas frases de personalísimos giros y emotivas
expresiones, arrancan frenéticos aplausos de la concurrencia. Como Olivera
Ortuz, evocó las venerables figuras de Bernardo G. Berro y Luciano Macedo,
teniendo cariñosas palabras de recordación para nuestro patriarca don Tolentino
Gorosito. Saludó a las damas del departamento en la persona de doña Belmiria
Alvez Pereira de Gigena, y luego de referirse a las conquistas sociales del
Partido, terminó recitando una bella composición poética. Su palabra fue
premiada por vivas y aplausos entusiastas.
La
juventud herrerista estuvo representada por Ricardo Macedo. Los que conocemos
sus notables condiciones de orador no nos sorprendimos de su magnífica pieza
ortoria. Fue una arenga vibrante, un canto de juventud, una ofrenda nueva a la
guardia vieja del Partido. Honda impresión dejó en el ánimo de sus oyentes que
lo aplaudieron con inusitado entusiasmo.
A
continuación hizo uso de la palabra el prestigioso tribuno del Partido y
Director del “El Debate”, nuestro coterráneo Pedro P. Berro. Como siempre,
enfervorizó las muchedumbres que lo aplaudieron en los diversos pasajes de su
vibrante discurso. Como hijo de Treinta y Tres, tuvo palabras muy cariñosas
para el viejo Olimar que lo destacó como el rio más hermoso del mundo. Celebró
la fusión del nacionalismo departamental que lleva en sus listas su nombre
junto al prestigioso de Gorosito Tanco, para quien tuvo palabras de elogio,
instando a que todos concurran a cumplir con el deber cívico en los próximos
comicios. Descendió de la tribuna en el medio de cerrada ovación.
Entre
atronadores vivas y aplausos, ocupa la tribuna la bizarra figura del Ingeniero
De Arteaga, candidato único del Partido a la Presidencia de la República. Su
palabra elocuente esbozó a grandes rasgos su magnífico programa de gobierno.
Ecxaltacion de la nacionalidad y protección y defensa a las nobles clases
trabajadoras del campo y de la ciudad. Respeto y consideración para todos los
buenos orientales. Despues de tener palabras de emotiva evocación para nuestro
inolvidable jefe don Luciano Macedo y de cumplidos elogios para el nacionalismo
treintaitresino, los compañeros Valentín Olivera Ortúz, Pedro María Macedo, y
doctores Pedro P. Berro y José Gorosito Tanco, terminó su magnífica alocución
entre ensordecedor clamoreo y estruendosas vivas.
A
continuación, habló el conocido tribuno Benjamín Pereira Bustamante, quien tuvo
felicísimos paisajes en su cálida improvisación, que le valieron nutridos y
justicieros aplausos. La palabra de la
doctor Regina Rodríguez Bulgarelli, en representación de las damas herreristas
clausuró el acto, cosechando vivas demostraciones de parte d ela concurrencia.
El desfile por la ciudad
Terminada
la parte oratoria, a las 4 ½ de la tarde se inició el desfile por el centro de
la ciudad.
Adelante
marchaban vehículos, ¡inmensa caravana! Autos, camiones, volantas, sulkys,
atestados de gente.
Presidían
la interminable columna el Jefe Civil del Partido, Dr. Luis Alberto De Herrera,
los candidatos Ingenieros Arteaga y Cabrera y demás integrantes de la
delegación: Dr. Morelli, Dr. Roberto Berro, Dr. Posadas Belgrano, Dr. Collazo,
Dr. Pedro P. Berro, B. Pereira Bustamante, diputados Vigliola y Santos y Pio
Barrica, Gorosito Tanco y otros distinguidos compañeros.
Luego
venía la caballería. ¡Imponente, grandiosa, nunca vista en Treinta y Tres! Cuadras y cuadras ocupaban aquellos 2000
jinetes.
El
Senador don Valentín Olivera Ortúz, el Presidente de la Departamental
Nacionalista, don Manuel T. Quintela, el ex intendente Pedro Mª. Macedo, el Sr.
Martín M. Ois, don Juan Angel Quintela, don Aurelio Pintos, don Eladio Eguren,
don Germán Barreto, don Angel Martínez, don Pedro C. Rodríguez, don Manuel
Peralta venían al frente.
En
la plazoleta Reventós el Dr. Herrera y demás acompañantes ocuparon un palco
desde donde presenciaron el final del estupendo desfile que duró más de una
hora.
Desde
allí dirigieron la palabra los siguientes oradores: Dres. Morelli, Collazo, de
Herrera –cuya palabra fue nuevamente solicitada- y los señores Julio Hugalde,
Martín M. Ois, Leopoldo Quuintela, Sra. Nieto Aguilera y señor Juan A. Macedo,
quienes recibieron también nutridos aplausos por sus magníficas piezas
oratorias.
Parece el Ejército de Saravia
Mientras
el Dr. Herrera presenciaba emocionado el
desfile de la caballería, le oímos repetidas veces esta frase: “Parece el
ejército de Saravia”.
Vivan los gauchos!
Cuando
pasaban bizarros los escuadrones de nuestros paisanos –ofreciendo un
espectáculo magnífico a la ciudad-, de los pechos emocionados de los hombres,
de las mujeres y niños que marginaban el desfile, salía este grito unánime:
“¡Vivan los gauchos!”
La juventud de “33”
La
juventud herrerista de Treinta y Tres estuvo representada en el desfile de
caballería por un escuadrón de 180 muchachos que llevaban al frente un cartel
con la leyenda “Juventud Herrerista Treintaitresina”
Cada
componente de esta escuadra juvenil, que fue aclamada a su paso, llevaba un
banderín blanco y caleste.
Vimos
al frente al escribano Roberto Ríos, Lepoldo Quintela, Pochocho Bas, Espíndola,
César Urgel, Caétano, Ramos, Pintos, Recarte, Mederi, Bauzil y varios otros.
La mujer nacionalista
La
mujer nacionalista tuvo destacada actuación en esta magnífica asamblea.
Puso
la pincelada de colorido y puso emoción en el pecho de los hombres.
¡Admirable
partido el nuestro que cuenta con el férvido entusiasmo femenino!
Centenares
de mujeres de todas las esferas sociales se volcaron a la formidable asamblea
del 6. Debemos de mencionar, con riesgo de cometer omisiones, a las que
colaboraron en diversos detalles de la organización: Blanca Sosa, Susana
D’Alessandro, Mª Elena Sala, Francisca D’Alessandro, Beba Recarte, Cristina
Miraballes, Celia D’Alessandro, Violeta Blanca Sala, Juanita Sala, Renée
Recarte, Gladys Recarte, Deida Rodriguez, Haydé Rodríguez, Chela, Carmen, Negra
y Marta Macedo, María Sofía, Olga, Quela y Berta Olivera Ortúz Antúnez, Pocha
Silvera, Tana Silvera, Blanca Ungo, Elida Arroyal, E. Solé, Ilda Machado,
Maruja Rodríguez, Coca Amaral, Blanca Fonseca, Dorita Sala, señoritas Falibeni
y otras.
Herrera, Herrera, Herrera!!!
Unánime,
clamoroso, ensordecedor, resonó en el inolvidable desfile del 6 de febrero
este grito: Herrera, Herrera, Herrera!!!
Arteaga! Cabrera!
Estos
dos nombres fueron aclamados delirantemente por la vibrante columna blanca que
señaló una fecha histórica para el civismo de Treinta y Tres
Orden perfecto
Motivo
de especial comentario de parte de la población ha sido el orden que
caracterizó a esta asamblea que congregó más de 6000 personas.
Ni
una sola nota disonante, ni el más leve conato de incidente durante todo el
día.
El
desfile por las calles de la ciudad fue un modelo de corrección, de disciplina,
de respeto.
Sin
dispocisiones militares previas, porque la columna no tenía “generalísimo” ni
coroneles ni comandantes ni capitanes ni tenientes ni alféreces:
espontáneamente, democráticamente, cada cual ocupaba su puesto, soldados todos
de una gran causa blanca, allí no había distingos. Junto al trabajador humilde
del campo o de la ciudad marchaba el profesional, el comerciante, el
industrial, el hacendado, el agricultor. ¡Hermanos de ideales!
El Jefe de Policía
El
Sr. Fermín Hontou, concurrió a la parada kms 330 a la llegada del motocar, a
presentar su saludo al Dr. Herrera y demás miembros de la delegación. Este acto
de cortesía de los nuevos tiempos, fue comentado favorablemente.
La Policía
Correctísima
actuación tuvo la policía durante el desarrollo de la asamblea y el desfile. El
inspector Manuel de los Santos, el comisario Domínguez, el comisario Chiarla,
el comisario Larrosa Portela, fueron los encargados del servicio.
Colaboración eficaz
Aunque
la columna de caballería se organizó por decisión espontánea de sus
componentes, sin órdenes ni lugares preestablecidos, correspondería mencionar
los nombres de los compañeros Venancio Fábrica, Ramón Téliz, Manuel Peralta
Cabrera, Ricardo Silvera, Feliciano Sosa, Marcos Sánchez, Germán Barreto, Angel
Martínez y otros que colaboraron eficazmente en la organización del desfile.
El campo de la reunión
El
Sr. Izmendi, arrendatario de la Sociedad Fomento, había cedido gentilmente un
potrero del campo que ocupa para que allí fuera la reunión. Pero como aquel
campo resultaba insuficiente se adelantaron espontáneamente a ofrecer sus
predios para ensanche del campo de la reunión, los vecinos y correligionarios
Ignacio Nieto, Francisco Costa, Manuel Fernandez y Esteban Goicochea.
Corresponde en estricta justicia, mencionar esta valiosa colaboración prestada
con tante generosidad.
Jefe de Campo
El
veterano compañero Luis Echenique tuvo a su cargo la difícil, la penosa tarea
de distribuir las provisiones.
Había
carneado el día antes 52 vacas. Tenía numerosos compañeros ayudantes
acostumbrados a esto. Disponía de varios camiones, pero resultaba imposible
atender aquella formidable masa de hombres. Era una avalancha, una ola humana.
No
obstante, nos complacemos en recordar la
dinámica colaboración de nuestro compañero Angel S. Gorosito que coadyuvó en lo
posible a la atención de todos los campamentos.