domingo, 1 de diciembre de 2019

1911: llegó el ferrocarril!!!!





El largo camino del tren a Treinta y Tres y los festejos en su inauguración




                                                      Como es reiterativo en la historia nacional de la que por supuesto Treinta y Tres no es ajeno, entre fines del siglo XIX y  los comienzos del XX, a pesar de las guerras civiles y revoluciones que enfrentaban vecinos, hermanos y parientes en luchas a muerte y sin cuartel, en épocas de paz las rencillas y diferencias políticas y partidarias quedaban relegadas a un segundo plano, y blancos y colorados mancomunadamente impulsaban y participaban en emprendimientos de progreso y mejoras para la localidad y el departamento.
                                                   Claro ejemplo de ello son, sin dudas, algunos de los logros de esa época, entre los que podemos destacar desde la propia creación del departamento, la concreción de obras edilicias de importancia y destaque, como la actual Jefatura de Policía, o la sede municipal, la creación de la biblioteca pública de la época, la constitución del Club Centro Progreso, las primeras exposición de la Fomento, el proyecto y concreción del hoy “Puente Viejo” sobre el Olimar, y otros tantos emprendimientos de fuste, logrados con la influencia y participación de gente de ambos partidos “cinchando parejo” en pos del progreso del departamento.

                                                    A fines de 1908, apenas se acallaban en nuestro medio los grandes festejos llevados a cabo en oportunidad de la inauguración del Puente sumergible sobre el Olimar, que constituyó sin dudas en una de las fiestas populares más grandes que había conocido la zona hasta entonces, cuando otra noticia golpea fuertemente la esperanza de un futuro prometedor: el comienzo de las obras de extensión de la vía férrea desde Nico Pérez a Treinta y Tres constituyó sin dudas una nueva inyección de optimismo respecto al convencimiento de la época que nuestra ciudad estaba llamada a ser una urbe de destaque en la zona.
                                                      Recordemos que hasta hacía poco tiempo, absolutamente todos los materiales y mercancías que llegaban a la novel ciudad, lo hacían tras un largo y penoso viaje en carretas, al principio de muchos días de duración desde la capital del país, y desde la llegada del tren a Nico Pérez, con un viaje que se había acortado a poco menos de un par de semanas en épocas de buen tiempo. Para los viajes personales, pasaba algo similar: las diligencias y su lento avance hacían “sufrir” un largo viaje de medio día desde esa localidad hasta la nuestra, por lo cual sin dudas la llegada del tren, con la posibilidad real de obtener mejores precios y más rapidez en los fletes, y  una muchísima mejor comodidad en los viajes, era una noticia que revolucionaba a la villa.

                                                     A tal punto las expectativas eran de urgencia pública, que cuando la construcción de la vía estaba a mitad de camino aproximadamente, en estación Retamosa, gestiones de las autoridades locales procuraron y consiguieron que la empresa del ferrocarril extendiera hasta ese punto los viajes regulares, acortando  notablemente  aún más los viajes en “tracción a sangre” de carretas y diligencias.
                                                      Pero la obra continuaba su paso firme hacia Treinta y Tres. Cuentan las crónicas de la época, que seguían con interés superlativo las instancias de la construcción de vías y puentes, que llegaron a trabajar unos dos mil obreros al mismo tiempo, haciendo terraplenes nivelados, alambrando, colocando rieles y durmientes, erigiendo estaciones, demarcando pasos a nivel, construyendo pozos, aljibes, andenes, tanques, galpones y desvíos y mucho más.
                                                        No he podido encontrar registros escritos en diarios de la época – que los debe haber con seguridad-, referente a la fecha exacta que llegó la vía y tras ella los primeros trenes con materiales de construcción y personal, a la margen derecha del Olimar, aunque es de suponer que haya llegado a fines de 1909 o principios del 10. Ante el imponente escollo a superar que significaba el Olimar, se instaló una estación de trabajo en lo que hoy es Villa Sara, en el punto marcado como el kilómetro 330 de la vía, y que se constituyó en punto terminal de la línea por algún tiempo, mientras duró la construcción del puente sobre el río. A este respecto, cabe destacar, que se construyó un primer puente sobre el Olimar que el río se llevó, ya que los proyectistas al parecer habían menospreciado el pequeño cauce sin conocer que se convertía en furioso torrente en las grandes crecientes. Esto lo he podido confirmar, ya que está publicado en la prensa de la época, donde inclusive hay una fotografía publicada de ese puente, la que se conserva en muy mal estado, como se puede apreciar en la imagen de ella que acompañamos estas líneas. De la vieja estación del Km 330 apenas quedan rastros hoy: una fila de ladrillos a la orilla de la vía en lo que fue el andén y un solitario aljibe que cual mojón marca el lugar exacto.

                                                       En los primeros días de octubre de 1911, la inminencia de la inauguración oficial del la línea acaparaba las noticias del pueblo, planificándose actividades y festejos para tan magna ocasión, a pesar que en los mismos periódicos se anunciaba que “desde el 1º de los corrientes quedó librado al servicio público el ferrocarril a Montevideo”, aclarando que “esto que podemos llamar inauguración provisoria dio lugar a que el pueblo demostrara su contento concurriendo una cantidad enorme de gente a presenciar la salida del primer tren”.



Los festejos oficiales de la inauguración del servicio

  
                                                               La inauguración oficial se llevó a cabo con bombos y platillos durante dos días de festejos, a un costo enorme para la época, pagado como era costumbre entonces, mayoritariamente, por suscripción popular, donde las autoridades, comerciantes y estancieros de la época fueron los mayores aportantes.
Foto del público en el Viaje Inaugural con viajeros estudiantiles desde Treinta y Tres hasta "Estación Corrales", conservada en la Sala de Materiales Especiales de la Biblioteca Nacional.

                                                             La crónica de los referidos festejos es extensísima, tal como lo era el programa de actividades previsto, que intentaremos resumir en algunas pocas líneas:
                                                                 El primer día, al llegar el tren a  la mañana, unos “800 alumnos de las escuelas de la “villa”, entonaron el Himno Nacional acompañados por la Banda de Música. Se recibió la Comitiva Oficial que viajaba en él, integrada entre otros por el Ministro de Obras Públicas, Vìctor Sudriers y el Ministro del Interior, Pedro Manini Ríos, el Administrador del Ferrocarril Central (The Central Uruguay Railway Co, Ltd., C.U.R.) y primero el doctor Francisco N. Oliveres en nombre de la comisión organizadora de los festejos presidida por Julio R Gómez y luego el Intendente en nombre del municipio, dieron sendos discursos de bienvenida, que fueron contestador por el Ministro Manini Ríos. En ese acto, además, se distribuyeron cientos de medallas conmemorativas de la ocasión.
                                                            Algunos momentos después de la parte oratoria, la actividad se dividió en dos: los escolares, sus maestros y preceptores y algunos padres, se acomodaron “en los trece o catorce vagones” del recién llegado tren para realizar un viaje de excursión conmemorativo a la estación Corrales (foto) donde fueron recibidos por una multitud expectante y regresaron cerca de las tres y media de la tarde, siendo obsequiados todos con cajitas con bombones.

                                                          Paralelamente, la multitud presente se encaminó “a pie” encabezada por los señores Ministros, el Jefe Político Basilicio Saravia, los diputados Fermín Hontou de nuestro departamento y Martín Suárez de Cerro Largo, el Coronel Etanislao Mendoza jefe del Regimiento Nº 4 de nuestra ciudad y “otras autoridades, jefes y edecanes de los ministros”. Según “El Comercio” del 4 de noviembre de 1911, a su paso “distinguidas damas arrojaban flores”, destacando que con la escolta de la Banda de músicos y cohetes y bombas “aquella columna era inmensa”  no solamente por la multitud que había esperado en la estación el convoy oficial, sino que “en cada esquina se sumaban infinidad de personas y jinetes que luego ocupaban la retaguardia”.  Relata el cronista que al llegar a la Jefatura ya estaban colmados los salones de gente que había decidido esperar allí la comitiva, incluido el Senador Ricardo Areco, “quién había venido en automóvil desde la estación”.  Una vez en el patio de la Jefatura, el Jefe Político Basilicio Saravia dio la bienvenida de los ministros nombrados destacando que era la primera vez que integrantes del Poder Ejecutivo visitaban la capital departamental, y tras palabras de agradecimiento esbozadas por el Ministro Sudriers y por el administrador ferroviario, se realizó un brindis por el éxito del emprendimiento, pasando luego a servirse un lunch para todos los presentes.
                                                           A media tarde ese mismo día, y como parte de los festejos, se llevó a cabo la inauguración de una nueva Exposición Feria organizada por la Sociedad Fomento de la época, para culminar ese primer día con un baile de gala en los salones del Club Centro Progreso “con una concurrencia tan numerosa que no se había visto jamás congregada en nuestra historia social”, graficaba “El Comercio”.
                                                          Al segundo día de celebraciones, uno de los momentos destacados por el periódico citado fue el reparto de carne, pan y alimentos a los pobres que en número de varios centenares fueron convocados frente a la Jefatura, y conjuntamente –además, señalaron-, se obsequiaron muñecas a las niñas y a los niños flautas, espadas, guitarras y trompos, todo ello, raciones y juguetes, costeados por el diputado Hontou, así como ropas de abrigo a los necesitados.

                                                          En horas de la tarde, los Ministros Manini Ríos y Sudriers, acompañados del Jefe Político y otras autoridades viajaron en automóvil hasta la localidad de Vergara asegurando que el objeto del viaje era conocer el estado de los caminos: según el cronista, “se habrán dado cuenta porque los “peludos” fueron muchos y de buen tamaño.
                                                             Como complemento de la jornada de festejos, se realizaron otra serie de actividades en horas de la tarde: un par de partidos de fútbol organizados por el club “Atlético Treinta y Tres” con un cuadro montevideano también arribado en el tren, carreras de caballos en la pista del Olimar (organizadas por Isidoro J. Amorín, Marcelino Torres España, Ramón Menchaca, Carlos Berro Antuña y Taurino Larrosa), la colocación de la “piedra fundamental” del Club Progreso. A la nochecita, se ofreció una velada literaria - musical en esa misma sede, y a continuación actuación de la “Retreta” en la plaza 19 de abril y una sesión de “biógrafo” en la misma plaza, hasta culminar con un previsto “numero de iluminación y fuegos artificiales en la plaza 19 de abril y en Juan Antonio Lavalleja”, que el cronista de referencia no vaciló en calificar de “una verdadera burla al pueblo” concebida por un forastero que no cumplió las expectativas ya que “no se encendieron más que la centésima parte de los faroles y los fuegos artificiales se limitaron a cuatro ruedas”, que constituyeron “la nota discordante a la jerarquía y calidad de los demás números” de los extensos festejos.


domingo, 17 de noviembre de 2019

Crónica Roja Departamental


La inseguridad en el Treinta y Tres del 900







                                 Cuando estaba terminando el siglo XIX, el Treinta y Tres aldeano que apenas contaba con pocos años y encaraba sus primeros pasos como capital de un departamento recientemente creado, había vivido un período de inseguridad y salvajismo cruel, con una campaña plagada de matreros y malvivientes y una policía de la época, que al igual que en todo el país, cuidaba mucho más las influencias caudillescas, partidarias y estancieras que el bienestar y seguridad de toda la población.
                               Esto fue cambiando paulatinamente, con la captura de los requeridos y su correspondiente encarcelamiento, con la instrucción pública y los cambios políticos generados fundamentalmente a partir de las casi constantes revoluciones de la época, pero además también con mucha más profesionalización de los cuerpos policiales y sus mandos.
                                Culminado el año de 1895, la Jefatura Política y de Policía de Treinta y Tres, eleva al Ministerio de Gobierno Miguel Herrera y Obes, un informe de la actuación policial del último semestre, donde detalla no solo la actualidad carcelaria del momento, sino también en sus propias palabras están “brevemente detallados los delitos y hechos de sangre ocurridos en el departamento”, al tiempo que asegura que “los buenos resultados obtenidos se deben a la severidad y celo de la reorganización policial y seccional”, y a la “mejora sensible en las comunicaciones” consecuencia de la red telefónica policial que presta “invaluable servicio”.

                                    El informe realiza un análisis de la situación carcelaria de la Jefatura de Policía de Treinta y tres, sus estadísticas y actualidad. Comienza señalando que “La pobreza, la falta de trabajo y otras causas forzosas podrían hacer más frecuentes los robos y el abigeato por campaña, pero no ha sucedido así, puesto que apenas en los seis meses tan solo han sido aprehendidos por robo 8 individuos y por abigeato 21”.
                                    En la misma relación, a esas causas y al incesante aumento de la clase proletaria, no puede ser más reducido el movimiento de presos en el semestre referido, que es el siguiente:
                                    En el mes de julio, ingresaron a la cárcel departamental 5 presos, y salió solo uno; En agosto, también ingresaron 5, y se retiraron 6; en Setiembre entraron 13 delincuentes y salieron 8, en octubre hubieron 16 ingresos al tiempo que 18 fueron liberados, en noviembre y diciembre entraron 13 y 11 respectivamente, mientras que en los dos meses salieron 9 personas. En total, en el semestre, fueron a parar a la cárcel 63 individuos”.
                                           En lo que tiene que ver con las causas por las cuales fueron remitidos esas personas, el informe detalla, según su importancia numérica, lo siguiente:

Por Abigeato............................................. 21
Por Heridas............................................... 10
Por Robo..................................................... 8
Por Pelea .................................................... 6
Por Homicidio............................................. 2
Por Escándalo............................................. 2
Por Estafa................................................... 2
Por Deserción ............................................. 1
Por Incendio............................................... 1
Por Sodomía............................................... 1
Por Orden Judicial (otras causas)................ 9

“La existencia de presos en la Cárcel de esta Gefatura al 31 de diciembre último”, como reza el mencionado informe, era de 24 personas, por las siguientes causas:
Abigeato....................................................... 8
Heridas.......................................................... 3
Robo............................................................. 6
Orden Judicial............................................... 4
Homicidio..................................................... 1
Incendio........................................................ 1
Complicidad de homicidio........................... 1


 

                                     En otro de sus apartados, el informe firmado por el Jefe Político sostiene que “en los seis meses de que trato, la Policía ha intervenido desde el primer momento en los hechos que a continuación expongo, practicando las diligencias correspondientes y requiriendo la presencia de la autoridad judicial respectiva, sin demora alguna, para que adoptara las medidas de su competencia.

En referencia a heridas, suicidios, incendios, etc.

1º Sección Urbana:
El 14 de agosto prendióse fuego en las ropas la menor Nicasia Silva, recibiendo fuertes quemaduras que le produjeron la muerte, a pesar de que fue atendida con tiempo.
El 29 de setiembre intentó suicidarse el individuo Froilán Fleitas, infiriéndose una puñalada que resultó ser leve.
1º Sección Rural
El 29 de diciembre cayó una chispa eléctrica en la casa del vecino Balbino Techera, falleciendo la esposa de dicho señor, en el acto.
2ª Sección
El 1º de octubre fue encontrada ahorcada en el monte de Corrales la joven Flora Aguilera, de 19 años de edad, perteneciente a una familia de allí. Se evidenció que se trataba de un suicidio, ignorándose las causas que la impulsaron a tomar tan fatal resolución. Anteriormente la misma joven había intentado suicidarse descerrajándose un tiro de revólver, sin herirse.
El día 12 del mismo mes, murió repentinamente el individuo Carlos Casales en la estancia de Don Santiago Villamil.
4º Seccion
En el mes de octubre fue incendiada la casa de Don Domingo Urtubey por la mujer Manuela Rodríguez, la que desde entonces está detenida en la cárcel de esta Gefatura a disposición del Juez competente.

5ª Sección
El 16 de noviembre se hirió de un balazo el subteniente Don Diógenes García. El hecho fue casual.
El 24 de diciembre se suicidó en casa de Don Manuel Lagos, la mujer María Fuentes, que fue encontrada ahorcada en el monte de Avestruz Chico.
6ª Sección
El 22 de julio falleció repentinamente Feliciano Silva en la estancia de Miguel Revoledo.
El 29 de setiembre fue herido el individuo Pablo Pereira por el Guarda Civil Pantaleón Andrada. Habiéndo sido prendido Pereira por abigeato y encontrándose bajo custodia de Andrada, emprendió la fuga a caballo. Repetidas veces el Guardia Civil lo intimó a que se detuviera y como el prófugo no obedeciera, vióse obligado a hacerle fuego. El proyectil hirió a Pereira en el hombro derecho. Fue conducido a esta Jefatura y asistido en forma, pasándose los antecedentes al Juzgado Letrado Departamental.
El 17 de octubre fue herido de una puñalada  en la pierna izquierda el menor María Silva por Severo Llamas. Ocurrió el hecho en la casa de Don Juan José Alvariza. El heridor está detenido aquí.
El 2 de diciembre se trabaron en pelea en la casa de Don Ramón Hernández los individuos Enrique Roci y Vicario González y resultaron ambos heridos. Se encuentran los dos alojados en la cárcel de esta Gefatura.
El 29 de diciembre en la casa de comercio de Don Ambrosio De Castro se hirieron los vecinos Don Pedro Subirón y Don Anacleto Moreira, por habérsele disparado casualmente a este último una pistola. Las heridas fueron leves.
7º Sección
El 13 de setiembre suicidóse Casimiro Rodríguez, peón de la casa de Don Emiliano Eguren en Cebollatí. Rodríguez apareció ahorcado en una enramada.
El 26 de octubre fue herido Don Leandro Obaldía (hijo), según sospechas por Gerónimo Carbajal, capataz de la estancia de Don Manuel Ibarra en cuyo lugar ocurrió este suceso. Las heridas fueron leves.
El 29 de diciembre tomó una disolución de fósforos Doña Ramona Gómez de Guzmán, falleciendo a los pocos días. No se conocen las causas que motivaron en ella esa desesperante resolución.

 En lo que tiene que ver con homicidios
1ª Sección Urbana
El 1º de setiembre se trabaron en reyerta los individuos Pedro Grossi y Sixto Télis, dándole éste al primero un golpe en la cabeza con el mango de un arreador. Poco después falleció Grossi, constatándose por la autopsia que hizo el Sr. Médico de Policía que la muerte le fue producida por el golpe referido. El heridor ha sido ya remitido a la Capital, por orden del Juzgado Letrado Departamental.
4ª Sección
En el mes de julio los vecinos Juan Quintana y Pedro Guzmán, después de acalorada disputa, pasaron a las vías de hechos haciendo uso de armas y siendo gravemente herido Quintana, el cual falleció algunos días después en esta Villa. Por disposición del Juzgado Letrado Departamental, el heridor fue enviado a la Capital.

6ª Sección
El 25 de setiembre en la Escuela Rural Nº 21 sita en esa sección, fue muerto de un balazo en el cráneo el director de dicha escuela, ciudadano Raimundo Escobal. Dos Guardia Civiles de la Policía seccional que se encontraban cerca de allí y que acudieron en el momento de sentir la detonación, llegaron a la pieza que servía de cocina y en ella encontraron a Escobal en el suelo próximo a espirar, y a su lado estaba el individuo Silvestre Nalerio, quien vivía en la misma casa como peón de Escobal y de Don Francisco Gadea, propietario de la finca. Interrogado Nalerio en el acto manifestó que a él se le había caído de la cintura una pistola y que el proyectil hirió a Escobal por haberse este inclinado en el momento que el arma hacía fuego. Los Guardia Civiles buscaron enseguida la pistola encontrándola en una pila de leña en donde el mismo Nalerio la escondiera. En seguida, aprehendieron a Nalerio, a la mujer Angela Nalerio, concubina de él y al menor Juan Migues, únicas personas que había en la casa. En las declaraciones prestadas, Nalerio ha persistido en manifestar, aunque siempre incurriendo en contradicciones, que el hecho fue casual; pero evidencian que la muerte ha sido intencional, aparte de muchas circunstancias graves y fehacientes, los que siguen:
            1º- Que la mujer Angela Nalerio y el menor Juan Migues dicen que lo encontraron a Nalerio con la pistola en una mano en el acto de sentirse el tiro
            2º- Que de la autopsia verificada por el Sr. Médico de la Policía Doctor Cacheriro, acompañado del Dr. Steinfeld, resultó comprobado que la herida dada la dirección del proyectil no pudo ser producida por ningún incidente casual.
Además, se deben tener en cuenta los malos antecedentes de Nalerio, el cual figuraba con el nombre supuesto de Juan Dávila por delitos que ha cometido en otro tiempo, y que entre él y Escobal hubo una fuerte disputa el día del crimen.
Este suceso preocupó profundamente la atención general porque Escobal, joven educacionista de antecedentes muy meritorios por sus largos servicios a la instrucción pública, era muy conocido y estimado en el Departamento. No se le conocían enemigos, y nunca estuvo mezclado su nombre en ningún incidente enojoso.
El criminal Nalerio ha sido remitido a la Capital pues a pesar de la actividad desplegada, como siempre, por las autoridades judiciales respectivas, la causa sigue en tramitación.

7ª Sección
El 7 de setiembre, en la Picada de Techera (Cebollatí), fue muerto de un balazo por el individuo José María Alvarez, el vecino Don Benjamín Martínez, persona muy apreciada en aquel lugar. El heridor huyó en el acto, pasando al Departamento de Rocha y aunque los policías de aquí, en combinación con los de allá, le persiguieron activamente, no fue dado capturarlo. Facilitó su fuga que el lugar donde ocurrió esta muerte, se halla en el límite de ambos departamentos.







jueves, 7 de noviembre de 2019

Las comunicaciones


Por la época de las diligencias...







                                        Durante los primeros 50 ó 60 años de nuestra ciudad, prácticamente el único medio de transporte colectivo que se usaba para el tránsito de pasajeros y correspondencia, eran las diligencias, que a medida que se fue poblando la zona y fueron emergiendo villas y poblados a lo largo de su ruta, fueron agregando frecuencias y combinaciones que constituían una intrincada red de transporte.
                                        Cuando se fundó nuestra ciudad, como es sabido en la década de 1850, ninguna población quedaba cerca, pero a su vez la nueva villa estaba en un importante cruce de caminos “natural”  para la comunicación entre las ciudades de la zona este del país: Melo, Artigas (hoy Río Branco), Rocha,  Minas, San Carlos y Maldonado, únicas localidades de la época en el este del territorio. Las distancias desde nuestra localización, eran en casi todos los casos un poco más extensas que las actuales, debido a que las rutas en uso en ese tiempo evitaban en lo posible la mayor parte de los cruces de vías de ríos y arroyos caudalosos, pero también los grandes bañados que eran tan o más difíciles de cruzar en tiempos lluviosos que un paso crecido. Melo, Artigas y Rocha, quedaban a unas 30 leguas aproximadamente, Minas a unas 40 y era mayor la distancia aún a San Carlos y Maldonado.



                                              Por lo general, del mismo modo, esos caminos eran también los usualmente usados por las carretas de carga, por los viajeros jinetes en sus cabalgaduras o los carruajes o carros particulares.
                                              Por lo menos hasta la década de 1890, las excesivas distancias referidas implicaban que tan difíciles viajes, que duraban generalmente y como mínimo para esas distancias dos o tres días, se realizaran con frecuencias que en la mayoría de los casos eran marcadas preferentemente por el envío de las sacas de correspondencia, ya que el transporte de correo constituía, para las diligencias y sus empresarios, uno de los principales y más seguros rubros de ganancia asegurada, y a pesar de existir rutas más o menos habituales, cada diligencia, de acuerdo a sus preferencias de “posta” y a sus decisiones personales, tomaban rutas alternativas buscando mejorar fundamentalmente el flujo de pasajeros.
                                             Por ejemplo, en una publicación de Minas realizada con motivo del cambio del siglo XIX al XX, publicada en 1900, se detallan no menos de 6 rutas posibles que se usaban para el trayecto Minas – Treinta y Tres unido por diligencias. La mayoría de esas rutas, eran saliendo de Minas hacia el norte: algunas pasaban por Espuelitas, Polanco y Manguera Azul hasta Zapicán, de ahí a Cuchilla de Olascuaga, la actual María Albina hasta llegar por el camino de los Molles a Treinta y Tres; otras salían por el Cerro Arequita hasta pasar el Santa Lucia, ascendiendo por el mismo camino a veces, y otra cortando por el Paso del Rey (barra del Arroyo Malo con el Cebollatí), subiendo por Retamosa, Gutiérrez, y derivando a María Albina, o saliendo a Aiguá por el camino de los Tapes o el de Marmarajá, para luego virar hacia el Olimar costeando el Cebollatí y subiendo en el Paso Ramón Techera, por ejemplo. Todos esos caminos, además, tenían sus variantes o desvíos, motivados la mayoría de las veces por las “combinaciones” con otras diligencias que realizaban rutas perpendiculares, o simplemente por el “arreglo” o grado de amistad que tuvieran con los pulperos, comerciantes o puesteros establecidos en la ruta, o simplemente la residencia de los clientes habituales.

                                         A partir de la década del novecientos ochenta, se hizo más popular –por más corto y rápido, seguramente- el trayecto desde las terminales del tren, que en rápida construcción se acercaba cada vez más a la zona. Viejas publicaciones de periódicos de la zona, concretamente un aviso encontrado en el órgano de prensa menlense “La Verdad”, en un ejemplar de 1891, publicita el “Itinerario de Invierno” de las diligencias de Gadea y Diogo “que hacen la carrera de la Estación Reboledo a Treinta y Tres y a Artigas”, explicando que las salidas son todos los miércoles a Treinta y Tres, continuando desde ahí hasta Artigas los viernes, desde donde regresa el domingo y parte nuevamente hasta Reboledo los días martes. El aviso,  que indica además que la agencia en Treinta y Tres estaba ubicada en el Hotel El Peral de Sotelo y Ron,  también informa de las tarifas, aunque lo hace solo en el tramo desde la estación de tren hasta nuestra ciudad, que nos da la pauta de las “paradas o postas” que hacían en ese trayecto.

De Reboledo a Cerro Colorado     $ 2
De Reboledo a Mansavillagra        $ 3
De Reboledo a Illescas                  $ 4
De Reboledo a Nico Pérez             $ 5
De Reboledo a Zapicán                 $ 6
De Reboledo a Gutiérrez               $ 7
De Reboledo a T. y Tres                $ 8      

                                              Ya a mediados de la última década del siglo XIX, (La Paz, 1897) otro aviso anuncia el calendario con el que a partir del 1º de junio, José Goyoaga hará “la carrera” entre Nico Pérez y “esta Villa” asegurando que se realizaban “en combinación con el ferrocarril a la capital”.  Este anuncio incluía un viaje de ida y vuelta cada 10 días aproximadamente: por ejemplo, decía que en Julio iba a salir hacia Treinta y Tres los días 6, 17 y  27, regresando hacia Nico Pérez el 10, 20 y 31 del mismo mes.
                                               El Heraldo, de Melo, en 1898, al año siguiente, anunciaba el horario más completo de los movimientos de una serie de diligencias desde nuestra ciudad a diferentes destinos, bajo el título “Itinerario de Verano”, y estudiando este aviso se puede concluir que para la mayoría de las diligencias, nuestra ciudad era solamente agencia “de paso”.

                                                Nos informa, por ejemplo de siete líneas de diligencia que llegaban “desde Montevideo”, todas en días distintos, a cargo de los conductores Patricio Pereira, Juan Mieres, José Goyoaga, J. Rodríguez, Juan Maldonado, Alejandrino Guevara y Paulino Silveira; de ellos, cuatro (Mieres, Guevara, Pereira y Silvera) seguían su viaje hacia “Artigas”, otro, Juan Maldonado, proseguía hacia Melo, y dos (Goyoaga y Rodríguez) usaban a nuestra ciudad como su terminal. El mismo aviso, además, informa que Francisco Sosa hacía únicamente el viaje entre Artigas y Treinta y Tres ida y vuelta (más adelante en el tiempo, también se suma Serapio Téliz a este trayecto); Baldomero Martínez iba tres veces por mes a Picada de Techera (salía por Corrales del parao, cruzaba Olimar por el Paso de la Laguna y llegaba a destino, desde donde regresaba);  Guillermo Herrera también viajaba la misma cantidad de veces a Charqueada, mientras que Julián Plá realizaba con la misma frecuencia un viaje que le llamaban “circunvalación”, que salía y llegaba a nuestra ciudad insumiendo una semana en recorrer el interior del departamento por las hoy seccionales quinta, octava y sexta (Yerbalito, Yerbal, Isla Patrulla, Avestruces, El Carmen, Averías y Olimar Chico regresando a 33.


                                                     Luego de la llegada del tren a nuestra localidad a principios de siglo XX, el sistema de diligencias vio mucho más acotadas sus rutas, ya que no podían competir ni con la rapidez, ni con los precios ni con la comodidad que significaba para la época el viaje en tren, y es entonces que comienzan a tener mayor relevancia los viajes más cortos y a lugares de difícil comunicación o a los que el tren aún no llegaba. En 1905, Pedro Moreira en el diario treintaitresino                                                           El Progreso, anunciaba sus viajes a Nico Pérez “en combinación con la diligencia de Lascano del mayoral Santana Fernández, tomando la combinación en Gutiérrez”, al tiempo que anunciaba sus tarifas desde Nico Pérez: a Zapicán $1,50, a “Salaverri” $2, a “Echave” u Oficina Telegráfica $2,50, a Gutiérrez $3, a “Palacio” $4 y a Treinta y Tres $5. (Salaverri, Echave y Palacio obviamente eran estancieros en donde esta diligencia hacía posta)
                                                        Otra curiosidad de este aviso, que comunicaba que la agencia en nuestra ciudad era en la casa de comercio de Francisco Ungo, es que se da a conocer que cada pasajero tiene derecho a 20 kilos de equipaje, y que por exceso de peso, se cobrará 4 centésimos por kilo.


                                                          Por último, para cerrar este pequeño racconto sobre las diligencias y sus rutas, tenemos dos avisos de quien sin duda fue uno de los últimos mayorales en los caminos olimareños: Angel Muniz. En La Razón de 1902, anuncia sus viajes hacia Melo, especificando las paradas que realizaba en el trayecto. La primera era en los Higuerones (comercio de Juan Sala e hijo), la segunda en la estancia de Antonio Ubilla, la tercera en lo de Florencio Ortiz, en el Parao, la cuarta en Guazunambí, la siguiente en el Paso de la Cruz, llegando posteriormente a Melo. Seis pesos en total costaba el viaje completo, y las encomiendas se cobraban a razón de 3 centésimos por kilo. En El Comercio de 1912, un suelto periodístico señalaba que  “nuestros correligionarios Tomás Alzugaray y Angel Muniz acaban de establecer una nueva empresa de diligencias cuya línea a recorrer es de la Charqueada del Cebollatí a Santa Clara de Olimar”, afirmando que se auguraba que “reportará grandes beneficios al departamento” ofreciendo un “medio fácil de comunicación entre las zonas referidas”.

miércoles, 2 de octubre de 2019

Proyectando el desarrollo local


Urrutia gestiona la llegada de labradores italianos en 1870


                                              

Intento de captación de inmigrantes para T. y Tres genera primera narración histórica local






                                                             Una detallada reseña de Treinta y Tres imposible de publicar en su totalidad por su extensión, fue escrita en el año 1870 por Lucas Urrutia, destinada a la Oficina de Inmigración de nuestro país, recientemente creada, con el fin de promocionar la llegada de algunos de los inmigrantes europeos que por la época caían en aluvión en nuestro país, y que en su mayoría, por desconocimiento o falta de recursos, quedaban en la capital del país y sus alrededores.
                                                              En su parte medular, la misiva y sus anexos publicados en un libro de la mencionada oficina de la época, que constituyen casi sin lugar a dudas la primera historia escrita de nuestra ciudad, dicen lo siguiente:

                                        "Situada la población sobre la cúspide de una cuchilla que dista  de 10 a 12 cuadras de la confluencia del Yerbal en el Olimar, departamento de Cerro Largo, circundada de lagunas de agua cristalina permanente y de condiciones higiénicas inmejorables; a diez leguas de un puerto de embarque y desembarque en el Cebollatí, afluente de la Laguna Merín, navegable al Imperio de Brasil; puede formarse ya una idea de nuestra pintoresca y comercial situación topográfica.
                                              Bajo un clima esencialmente templado y benéfico, y con tierras que nada dejan que desear al labrador más exigente; con leña abundante que se dá gratuitamente para combustible y aún para construcción de casas inmediato a la población, cuyas comodidades no se encuentran en otros departamentos ni están al alcance de las clases menesterosas, hace que este pueblo ofrezca grandes recursos para la primera instalación de las familias que vengan, máxime cuando solo dista de la capital dos días escasos de viaje en diligencia.
                                          

                                                   No exagero. La prueba más acabada de la veracidad de mis asertos, es que la primera casa que se construyó aquí fue el año 1857, y con doce años solamente de existencia tiene una población de 1.500 habitantes, la mayoría españoles, que residen en casas de azotea y de material con teja; ascienden estos edificios en los solares que se componen de 25 varas de frente por 50 de fondo, al considerable número de 92, sentado por principio que solamente tiene este pueblo doce años de existencia y el país ha pasado por las crisis que todos conocemos.
                                          Este pueblo ha sido fundado por una Sociedad Anónima, y por consiguiente era propiedad particular su territorio que hoy ha pasado a poder de particulares, con excepción de algunos solares que aún hay en venta. La legua cuadrada que le asignó la ley de marzo de 1853, está dividida en solares y chacras por el agrimensor D. Máximo Amorín y Brun, amojonado el terreno y bajo un plano, el más explícito que dar se puede. Tiene 121 manzanas de una cuadra cuadrada, divididas por calles rectas de 20 varas de ancho. Cada calle tiene el nombre de uno de los 33 orientales que nos libertaron de la explotación extranjera (…) Los solares de 25 varas de frente por 50 de fondo valen 12 ½ $, con la escritura por cuenta del comprador; las chacras están todas vendidas por la Sociedad Fundadora, pero hay una persona aquí que es propietaria de cincuenta, que las tiene para proporcionarlas a gente laboriosa, y que las ofrece por ahora  bajo las mismas condiciones  que en Cerro Largo y otros departamentos, esto es, cada chacra de 20 cuadras amojonada por 30$, á condición que se establezcan y trabajen inmediatamente".

La producción

                                                     A las familias labradoras que no tengan recursos para establecerse, se les proporciona habitación, alimento y útiles para labranza durante el primer año, a condición que reembolsen estos gastos de sus propias cosechas, proporcionalmente a sus productos. La escasez de brazos puede juzgarse cual es aquí, cuando todavía pagamos una libra de papas 1 real o 12 céntimos, el maíz de 5 á 6, y en relación todo lo demás y no siempre se consigue comprar. La fertilidad de las tierras está debidamente demostrada con solo decirle que el año pasado, un sembrador de trigo recogió a razón de diez y ocho por una, y el presente cree que pase de 20.
                                                     Se tocan grandes dificultades para moler el trigo o maíz, por no haber sino una athona, lo que dará motivo a que algunos trigos haya que conducirlos a la villa de Melo, capital del Departamento, donde hay buenos molinos. El consumo de harinas de toda la jurisdicción está computado por el comercio de ésta en 25.000 $ anuales. Esto, agregado a la proximidad de los consumidores de Brasil, hace que los cereales tengan aquí un precio bien sostenido, y demanda para la exportación. Hoy mismo se ha presentado comprador de maíz para conducirlo a Brasil con grande empeño, pero probablemente no encontrará porque la producción, por ahora, no llena ni las necesidades locales, y tan es así que cuantas carradas llegan de las inmediaciones de la capital, se disputan la compra entre comercio y vecinos.


                                                       No solamente para la labranza se siente la escasez de brazos. En los establecimientos de ganadería, para los servicios de a pié, en los hornos de teja y ladrillo, peones de mano, etc., adolecemos de igual falta. Un sastre, un barbero, un platero y otros diversos artesanos, estoy seguro que no se arrepentirían su se estableciesen aquí.



Administración y Servicios

                                                           El templo, de 40 varas de largo por 9 ½ de ancho, con dos capillas laterales de 12 varas de largo cada una y dos sacristías, ha de quedar pronto para el servicio eclesiástico antes de mediados de este año, y será por su elegancia, dimensión y costo, el más valioso de todo el departamento. El cementerio, por la regularidad de su arquitectura y dimensión, nada deja que desear, aunque fuera para las necesidades de una ciudad. En el mismo caso están la Oficina de Policía con su correspondiente cárcel, las escuelas para ambos sexos y las habitaciones para las autoridades locales, que todas pertenecen al Municipio.
                                                         Una sólida balsa para transporte de ganados, toda clase de rodados y personas, hace el servicio del Paso del Olimar, y otra de menor costo el del Paso del Yerbal.




                                                          El servicio de correos y diligencias corresponde a Mensajerías Orientales, formando parte de la línea denominada “de Artigas por Treinta y Tres”, y que en su trayectoria tiene parada o posta en los siguientes puntos: arranca en Toledo, pasando por Piedritas, Sauce, arroyo Pando, Piedra Sola, Pedernal, Puntas de Bejiga, paso de Rondán en Santa Lucía, Soldado, Puntas de Casupá, Espuelita, Polanco, Arroyo Malo, Cebollatí, Piranga, Gutiérrez, Corrales, Treinta y Tres pueblo, Ceibos, Porongos, Bauzá, Arroyo del loro, Corrales, Parado, Rincón de Ramírez, Tacuarí, Cañada de Santos, Cañada Grande, Artigas pueblo.
                                                              Una calera, a una legua de la población, abastece de cal bastante buena a todas las necesidades de aquí; la piedra se conduce de tres leguas de distancia. A distancia de tres á cuatro leguas, tenemos una piedra que la naturaleza misma ha preparado para el servicio de pisos de almacenes, patios y veredas, cortándose fácilmente del tamaño que se quiera, hasta cuatro varas.
                                                              A las escuelas de ambos sexos asisten diariamente, por término medio, 110 alumnos, aunque en matrícula hay 157. Es sensible que los preceptores, (Pedro A. López y Diamela E. García) no sean pagados con más puntualidad.
                                                                  En el año de 1869, se registraron en las actas parroquiales, 45 matrimonios, 40 fallecimientos y 449 bautismos.
                                                                       La Villa está erigida en Curato y en Alcaldía Ordinaria; tiene su Administración de Sellos y Patentes.

El Comercio

                                                              Con respecto al comercio existente en la villa, un anexo resume que existen en total 43 establecimientos, contando almacenes, tiendas y pulperías, carpinterías, herrerías, caleras, fondas, billares, atahona, confitería, curtiembre, hornos de ladrillo y platería, y detalla:

1          Almacén por mayor: Juan H. Pasos
1          Idem por menor: Palacios
12        Tiendas y pulperías por menor: Sebastián Arismendis, Claudio Palacios, Anselmo Basaldúa,Francisco Hoz, Dionisio Vaco, José Antonio Oliveres, Joaquín Lapido, Angel Quintela, Juan Hontou, Prudencio Salvarrey, Hoz y Pérez, Manuel Ramos
9          Pulperías en la campaña en la sección de Treinta y Tres: Florencio Helguera (situada en el Oro), Juan M. Sarrar, Heraclio Fernández , Feliciano Paez y cia. , Julián Llano (todos en Yerbal); Romualdo Rounos (debe ser Ramos), Gerónimo Falcón y José Alcarraz (los tres en Corrales) y José Arrizabalaga en Avestruz (total 9)
4          Carpinterías: Zabalegui y Martirena, Hermenegildo Goyoaga, Francisco Arroyo, Martín Palacios
3          Herrerías: Manuel Arbenois, Pelegrín Oliveres, Dionisio Arano
2          Caleras: José Rodríguez y N.N. situadas en los Yerbales
2          Fondas: Joaquín Zabalegui, Ignacio López
2          Billares: Fernandez y cia., Abelardo Olivera y cia.
1          Atahona: Luis Rivas
1          Confitería: José Sarrote
4          Hornos de ladrillo: José B. Martirena, Gregorio Machaín, Francisco Mespolet, José Artola
1          Platería: José Monegal


La propuesta

                                                                   En la misma publicación mencionada, se da a conocer una propuesta de Urrutia dirigida a un agente de inmigración que procuraba la instalación de una colonia agrícola italiana en nuestro medio, Juan Galerio.
                                                                    En la propuesta, Urrutia se compromete a “dar por espacio de cinco años sin retribución pecuniaria de ninguna especie, mil cuadras de campo a una legua de distancia a lo más del centro de esta Villa, dividido en chacras de 20 cuadras cada una, con las correspondientes cuadras de 20 varas de ancho. Además me obligo también a proporcionarle la carne necesaria para toda la gente que se ocupe en cultivar dicho campo por espacio de un año, cuyo monto deberá abonarme con el producto de las primeras cosechas que se recojan.


                                                                  Es obligación de la gente que Ud. ocupe tener cuidado de las arboledas que ellos planten y alguno que yo haga plantar. Terminados los cinco años, el terreno retrovertirá a mi poder con todas las mejoras que en él se hayan hecho, obligándome a preferir al que lo esté poseyendo en igualdad de casos, ya de venta o de locación.
                                                             Urrutia también ofrece en préstamo los bueyes y vacas lecheras que se precise para los trabajos, y explica que “me reservo el derecho de fiscalizar los trabajos que se hagan y el cuidado que se observa en los plantíos de árboles y en caso de no cuidarlos debidamente a recabar la posesión del terreno con todas las mejoras que tenga, o indemnizarme del perjuicio que se me reporte”.
                                                              Galerio, según la publicación de inmigración, hace contratos con familias inmigrantes bajo la base de costearles los gastos de instalación (transporte, construcción de vivienda, útiles de labranzas, semillas, etc.), costos reembolsables con las primeras cosechas, siendo luego el remanente dividido en dos partes iguales, una para la familia labradora y otra para el Sr. Galerio, por hasta el plazo de 5 años.
                                                           Tema para una nueva entrega será investigar si la oferta se concretó, y si fue ese quizá el motivo de la radicación en nuestro medio de una vasta colonia italiana, cuyos descendientes transitan aún hoy nuestras calles, como los Decrecencio, Dalessandro, Defeminis, Gambardella, Malzone, Ferrari, Lorenzo, Castiglioni, Lagreca, Pisani, Bulgarelli e inclusive los propios Perinetti, etc.


sábado, 14 de septiembre de 2019

Serán o no serán...

Treinta y Tres entre mitos y mojones



                                    En los confines del Barrio Libertad, entre el Camino de las Tropas que va a la Laguna de Arnaud y la vía férrea, hace muchos años ya se estableció una plazoleta para jerarquizar y conservar el antiguo mojón existente en el lugar. 
                                     La misma, que además de contener una serie de juegos infantiles, conforma  un muy lindo entorno de descanso y pasaje peatonal, cuenta además con un monumento en hormigón con la representación grabada del primer plano de la ciudad de Treinta y Tres mesurado por el Agrimensor Travieso en el que se destaca la leyenda que dice “Plano Fundacional de Treinta y Tres”
                           
       
                                    El mojón propiamente dicho, una construcción de ladrillo que escasamente se levanta más de un metro sobre el piso, tiene desde entonces en una de sus caras una placa de bronce que dice escuetamente “Homenaje a los fundadores – 1853 – 10 – 3 -1978”, aludiendo inequívocamente a la fecha de fundación de nuestra ciudad y la fecha de 1978 (cumpliendo los 125 años exactos de la fundación), me animan a suponer con seguridad aunque no lo he confirmado documentalmente, que haya sido en esa fecha que se realizó el diseño y parquización de la mencionada plazoleta.
                                       Estos dos elementos de conmemoración histórica antes mencionados, la placa en el mojón y el cartel de hormigón, y –porqué no- una cuota de desinformación de las autoridades que realizaron esa obra, han llevado que mucha gente tenga el convencimiento que ese antiguo mojón es uno de los “mojones fundacionales” que se habrían erigido durante las mensuras y delimitación del pueblo de Treinta y Tres, lo que no es correcto.


                                     Como se demuestra en la foto satelital que ha sido sobre escrita y que acompaña estas líneas, ninguno de los dos plano “fundacionales” cuyas copias también se adjuntan, ni el levantado por Joaquín Travieso en 1855 ( la legua cuadrada y 63 manzanas) ni el de Amorín y Brun de 1862 (que demarca las chacras y aumenta el amanzanamiento a casi el doble, 121 manzanas), coinciden en ninguno de sus puntos de referencia con la ubicación del mojón que nos ocupa.
                                        A pesar que existe alguna versión de la tradición oral que indica que el mismo estaría marcando el límite de las propiedades de los Teliz y los Medina, a cuyas sucesiones como es sabido la Sociedad Fundadora les adquirió la legua cuadrada donde se erigió el pueblo, sin dudas la explicación más razonable de la existencia del elemento de demarcación, es la sentencia judicial definitiva del largo juicio favorable a “el pueblo de Treinta y Tres” contra Lucas Urrutia y otros por la posesión de las tierras del Ejido, que en su enunciación devuelve los derechos de propiedad a la sociedad olimareña, obligando a quienes se habían adueñado de las casi 150 hectáreas y que lo habían alambrado para uso propio (Lucas Urrutia, Domingo Ferreira, Claudio Arnaud y Domingo Goyenola), dejarlo libre para el uso popular.
                                                 Según informa Francisco N. Oliveres en su libro titulado “Los pleitos sobre el ejido”, de  1929, a pedido del Fiscal de la época, se mandaron construir mojones que delimitaran en toda su extensión el terreno del Ejido al oeste de la población. El mismo límite que en su mensura de 25 años atrás, Amorín y Brun había hecho coincidir con el punto máximo de la creciente del Olimar.


                                           Por otra parte, Luciano Obaldía Goyeneche en su obra “El solar olimareño” de 1970, también menciona el mojón que nos ocupa, señalando que “fue colocado por orden judicial en el pleito que seguían varios vecinos de ese entonces contra Lucas Urrutia.
En mi opinión, con estas dos pruebas testimoniales y la demostración gráfica de la ubicación de los planos, queda demostrado sin dudas razonables, que el mojón de la plazoleta no es de ninguna manera un “mojón fundacional”, sino una demarcación construida 35 años después de la fundación de nuestra ciudad.  En definitiva, un mito urbano que es falso.


El Mojón “del centro”


                                              En un predio particular, enfrente a la Plaza 19 de abril, concretamente en el patio de la casa lindera al edificio de la Jefatura de Policía, existe otra construcción de tipo mojón, que no guarda similitudes de ningún tipo con el que veníamos describiendo anteriormente: es más fino, más alto, y en una de sus caras está recubierto con losas de piedra laja, y en esa misma cara se aprecia claramente en su diseño, una inscripción con el Nº 33, y los dibujos de una cruz y una espada cruzadas entre si, y que ha dado pie para crear la opinión en el sentido que ese sí sería un mojón fundacional. 
                                            Circulan versiones que inclusive aseguran que desde ese punto comenzaron las mensuras de la cuadrícula de manzanas para conformar el pueblo los agrimensores que, como ya mencionamos anteriormente, realizaron los planos originales.
                                                    Sin embargo, la dueña de la casa que se crió allí y algunas vecinas que acompañaban juegos infantiles en el mencionado patio, nos han asegurado fehacientemente que –al menos el recubrimiento ornado, fue obra del recordado escultor olimareño Ramón Rubiños, reconocido por la utilización de la piedra laja en sus obras, quién realizó el trabajo por cuenta del dueño de casa en el entorno de los años 60.  Una de las personas informantes, además, recuerda tener foto de un día de juegos en torno a la construcción, cuando aún no había sido recubierta. Los testimonios tampoco aseguran el significado del trabajo, aún cuando cabe suponer que el número Treinta y Tres alude a la ciudad, y la espada y la cruz entrecruzadas estarían simbolizando la unión del militar Dionisio Coronel con el párroco José Reventós, para la fundación de nuestra ciudad. Hay, incluso, quienes le dan una simbología relacionada con la masonería, de la cual no tengo ningún testimonio valido en ese sentido.


                                                     Hay un par de razones – además de la mencionada-, que me hacen dudar del origen fundacional de este mojón y considerar esa versión como otro mito urbano. La primera de ellas, es que no está en el centro de las demarcaciones realizadas por los agrimensores delineantes: está a unos 80 metros al este y 12 metros al sur del punto donde se cruzan las diagonales de las manzanas que figuran en los planos de Travieso y Amorín y Brun. La segunda, es que –como se puede apreciar en una de las fotos que acompaña estas líneas, un par de metros más atrás del mismo hay otro, prácticamente del mismo tamaño pero sin recubrir, lo que que hace pensar que originariamente fueran construidos ambos a la vez con un propósito que no es el de servir de punto de mensura.




El mojón de la cuchilla


                                                   Existe un tercer mojón, éste ya lejos de la ciudad, a escasas cinco leguas en las estribaciones suroeste de la Cuchilla de Dionisio, perdido solitariamente en medio del campo y junto al camino que lleva a la escuela Nº 23, al que también se le atribuyen varios orígenes.
La versión más confiable, sin dudas, es la que teoriza que ésta construcción data de finales de la década de 1870, en ocasión de la visita de monseñor Jacinto Vera, primer obispo de Montevideo, que en el marco de su recorrido por la zona este del país, realizó en ese lugar una misa, efectuando casamientos y bautizos entre los pobladores de la zona. Algunos veteranos pobladores de la zona consultados, han sido coincidentes en afirmar que el mojón que hoy existe durante muchos años tuvo en su vértice superior, una cruz de madera, de la que dieron cuenta el tiempo y la intemperie, y que al menos en una ocasión durante el siglo XX, fue restaurado con revoque nuevo para procurar su buena conservación.


                                                          Las otras versiones, una que lo señala como determinando el límite entre las posesiones de Juan Francisco Medina y Antonio De La Quintana a principios del siglo XIX, y otra que establece un origen más moderno, como mojón de mensura de un trabajo de fotografía aérea realizado por el ejército nacional a mediados de los años 60 del siglo pasado, no parecen tener mayor veracidad.
                                                      Quizá haya en algún otro lugar del departamento otros mojones cuyo origen esté tan mitificado como en el caso de estos tres que m
encionamos, pero en el caso de este último, por ejemplo y aunque no les conozco personalmente, tengo datos de la existencia de al menos otro muy similar en la 13ª sección de Cerro Largo, en las proximidades de la Cañada Grande.