Más que un soldado de la independencia
Nacido en la Villa de San Carlos, departamento de Maldonado, el 12 de julio
de 1790, era hijo del comandante de milicias provinciales Juan Correa de la Luz
(hijo de azoreños, nativo de Río Grande) y de Juana Angós (montevideana),
integrante de una extensa familia.
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General Manuel Correa. Retrato Museo Histórico |
A muy joven edad comenzó su carrera militar, durante la época de los
españoles, ingresando como cadete del Cuerpo de Blandengues, recibiendo su
bautismo de sangre durante las invasiones inglesas en 1806, cuando fue herido
de dos bayonetazos en la defensa de Maldonado, con tan solo 16 años. En 1809
estaba en Buenos Aires como oficial de granaderos de Liniers y al estallar la revolución
de Mayo ofreció su espada a la Patria, formando parte de la expedición de
Belgrano al Paraguay. Fue tomado prisionero por los realistas y conducido a
Montevideo, encerrado en un pontón con una barra de grillos, situación
que vivió varios meses. Estuvo en el sitio de Montevideo en 1814, y en los años
subsiguientes participa en las luchas internas de las provincias argentinas,
destacándose en la campaña contra los indios en la provincia de Buenos Aires.
En enero de 1819 llegó a ser teniente coronel y en 1822 pasó a comandar el 20
batallón de Cazadores. Declarada la guerra contra el Brasil y ascendido a
coronel; se incorporó con su unidad, llamada ahora 1º de Cazadores, al 3er
cuerpo del Ejército Republicano, tocándole ser uno de los vencedores de
Ituzaingó el 20 de febrero de 1827. Al término de la campaña y una vez que su
provincia natal constituyóse en República soberana, retornó a la joven patria
después de abandonar el servicio militar y se dedica durante una decena de años
una agencia de negocios en campaña y procuración. Había reunido un solvente
capital que incluía una extensa propiedad de una docena de suertes de estancia
situadas en el norte del entonces departamento de Minas, cuando fue llamado por
la patria al comienzo de la Guarra Grande. Abandonó todo para tomar a su cargo,
con el mismo grado militar argentino que se le reconocía, la jefatura de la
Guardia Nacional de Caballería que le fue dada el 5 de enero de 1842. Dejó el
puesto casi en seguida y ese mismo año fue nombrado 2º jefe del ejército de
Reserva y jefe interino de la Comandancia General de Armas. Fue luego designado
Jefe de Estado Mayor de la misma, y en el desempeño de este cargo hizo crear la
Academia de Instrucción de Infantería para jefes, organizó los servicios de
maestranza, en tarea que el general César Díaz califica de importantísima.
La provisión de material de artillería que era un problema pavoroso,
mereció de Correa los máximos cuidados y ahincada labor, perteneciéndole la
idea salvadora de volver a servicio los viejos cañones de hierro clavados como
postes en las calles de la ciudad. Examinados escrupulosamente uno a uno, pudo
rehabilitar más de cien piezas "que yacían, recuerdo casi olvidado del vencimiento
de dos tronos". El 3 de abril de 1846 pasó a comandar las fuerzas de la
capital en reemplazo del general Melchor Pa- checo y Obes; en 1847, Joaquín
Suárez lo nombra Ministro de Guerra y Marina cargo al que dimite en pocas
semanas, quedando en la dirección e inspección de la 1ínea interior de
fortificaciones de la plaza En 1850 se hace cargo de la Capitanía del Puerto de
Montevideo y en esas funciones la muerte lo vino a sorprender el 2 de octubre
de 1851. No tuvo tiempo -por seis días- de ver ajustada la paz que terminaba
una lucha de diez años. Integraba al morir la Asamblea de Notables que venía
ejerciendo las veces de cuerpo legislativo. Jefe de notoria ilustración, se debe
al general Correa la confección del hermoso Plano Topográfico de Montevideo y
sus alrededores, trabajado con gran esmero en 1847 por el capitán Juan P.
Cardeillac y litografiado en 1849 en el establecimiento de Mege y Lebas.
Una biografía más detallada
A continuación, se transcriben algunos párrafos de su
biografía, publicada a raíz de su fallecimiento, y recopilada por el
historiador Carlos Seijo en su obra “Carolinos”, de 1936.
"Escribo bajo la impresión dolorosa de una
pérdida irreparable para mí, los detalles de su vida militar, que tantas veces,
en el seno de la confianza que le merecí, oí de su propia boca, y que a fe de
hombre de conciencia, declaro que son verídicos. Al escribirlos, cumplo el
deseo expresado por él, pues me decía: "quiero que alguno, después de mi
muerte, asegure sin temor de ser desmentido por los hechos y documentos que
existan, que como hombre, mi amor a la patria fue purísimo; que como militar no
tuve otra ambición sino el honor y lustre de la carrera, y juro que no debo un
ascenso al favor ni a mezquinos manejos e intrigas”.
Nació el general don Manuel Correa, en la villa de San
Carlos, departamento de Maldonado, uno de los que componen este Estado, el 12
de julio de 1790, hijo legítimo deI comandante de milicias provinciales, don
Juan Correa y doña Juana Angós, naturales también de esta república (1); y a los doce años de edad,
obtuvo la clase de cadete, con la que entró a servir en el cuerpo de
Blandengues de Montevideo, e hizo la primera campaña contra le? indios, cuya
expedición mandaba el señor don Francisco Javier de Viana. Invadido el Río de
la Plata por los ingleses en 1806, desembarcaron en Maldonado, y al tomar aquel
punto, fue herido de un bayonetazo defendiendo su puesto. En 1807, ocupado
Montevideo por el enemigo, fue llamado por el jefe de la comandancia de
Maldonado y le dio la importante comisión de marchar por tierra con despachos
para el virrey de Buenos Aires; cruzó entonces nuestra poco poblada campaña, se
embarcó en la Colonia bajo un fuerte temporal y salvando de varios peligros,
desembarcó en Buenos Aires, en ese pueblo que tantas simpatías mereció de su
corazón, solamente acompañado por el baqueano, y se presentó al virrey,
entregándole los despachos. Regresó por mar, pero ya con la oferta voluntaria
del virrey de darle empleo en el real cuerpo de granaderos del rey, el más
honorífico cuerpo del virreinato, y cuyo coronel era el rey en persona; y muy
luego recibió el despacho de teniente de milicias de Maldonado. — Se separó de
su familia y de su patria a principios de 1809, y fue agregado en su clase, al
regimiento de granaderos ya expresado, en cuyo servicio le halló la revolución
de 1810; llena su alma de ese amor santo de independencia, libertad y
civilización para la América,, orden e instituciones para sus pueblos,
principios que fueron la pauta invariable de todos los actos de su vida.
Pronunciada la revolución y acordada la expedición al Paraguay, se ofreció
voluntariamente a hacer parte de ella, y como no marchaba su regimiento, pasó
en comisión de ayudante edecán del general en jefe don Manuel Belgrano. Entre
sus papeles se halla escrita la campaña (2), que si no fue
feliz, decía, era debido a la pequeñez de las fuerzas con que invadieron, y a
los poderosos recursos y tropas que opusieron los españoles, pero el hecho
cierto es, que ella y especialmente la capacidad de su jefe, contribuyó a que
el Paraguay observase la neutralidad que conservó durante la guerra de la
independencia. El certificado que este general se sirvió darle de esa campaña,
le es sobremanera honorífico. Hecho prisionero en Yuquerí, en una acción de
guerra con el mayor general del ejército, señor Machain y otros oficiales, fue
remitido con ellos, cargados de prisiones a esta ciudad, y el pontón, las
bóvedas y la ciudadela (hoy mercado), fueron testigos de sus sufrimientos y de
su constancia, a pesar de muy halagüeñas promesas, por la causa que había
abrazado. Canjeado por otros prisioneros tomados a los españoles en la acción
de Las Piedras, regresó a Buenos Aires y se incorporó a su regimiento que
después vino con el ejército que sitió esta ciudad y la tomó de los españoles
en 1814. Al entrar a esta plaza, su empleo era el de capitán.
Sobrevino la disidencia entre las tropas orientales y
argentinas, pero en la rectitud y nobleza de su carácter, no obstante sus
afecciones, no podía abandonar las banderas argentinas, siguió la suerte del
ejército, habiendo sido destinado al mando de una de esas divisiones pequeñas
de infantería que marcharon a nuestra campaña, pero que arrastradas por la
sublevación general, tuvieron que retirarse a Entre Ríos después de varios
encuentros, teniendo la fortuna de que las fuerzas a sus órdenes no fuesen
deshechas y proteger sobre las márgenes del Uruguay, a la división que mandaba
el mayor general Dorrego.
En mayo de 1815 es ascendido a sargento de su
regimiento; en 1816 hace una campaña sobre el territorio de Santa Fe; en 1819,
otra campana a las órdenes del director del Estado, desempeñando el cargo de
mayor de brigada, en 1820, otra campaña a las órdenes del general Soler, que le
confía el mando de la vanguardia; en el mismo año, el gobierno le nombró jefe
de la sección del centro al Norte de la campaña de Buenos Aires, en
circunstancias que a invadían los indios Ranqueles y Pampas, dirigidos por
Carreras, y formo una división de 700 hombres que fue la 3° del ejército al
mando del señor Hortiguera, con la que maniobró independientemente de las otras
dos mandadas por los señores Lamadrid y Rosas durante toda la campaña. En 1821,
ya graduado teniente coronel, desempeñó la mayoría del cuerpo denominado del orden.
En 1822 pasa a comandante del 3° batallón de la Legión Patricia, y después, en
el mismo empleo, al 2° de la misma Legión. A fines del mismo año es nombrado
comandante del 1° batallón de cazadores de línea, con cuyo cuerpo hizo, en
1823, una campaña al Tandil; en 1824, otra hasta las inmediaciones de Bahía
Blanca, cuyas dos expediciones mando en jefe el general don Martín Rodríguez.
Todas estas campañas constan en su honorable toja de servicios, firmada por el
ilustre general Rondeau, la que va publicada al pie.
Declarada la guerra al Brasil y cambiado el nombre de
su batallón por 1° de Cazadores, marcha con el ejército a campaña en la que recibió
sus despachos de coronel y se halló en la batalla de Ituzaingó, mandando un batallón
de Cazadores, y que dio por resultado la independencia de su tierra natal. (3).
Regresa con su batallón a Buenos Aires, y muy luego
tuvo lugar la revolución llamada deI 1° de diciembre de 1828. — "Yo no
defiendo, decía, varios hechos de esa revolución, porque no tuve en ellos
parte, pero me queda la conciencia tranquila de haber entrado a ella, porque
conocía que si derramé mi sangre para trozar las cadenas de la servidumbre
colonial, aún quedaba el segundo punto de la gran cuestión de emancipación, que
era hacer imperar las instituciones y la ley al capricho y arbitrariedad de los
mandones”. El tiempo, en veintidós años que no ha vuelto a pisar las playas
argentinas, ha justificado bien tristemente que no se engañó.
Vuelto emigrado a su patria, empezó a trabajar bajo el
título de Agente de Negocios de Campaña para adquirir bienes de fortuna, cuando
después de doce años de laboriosidad y trabajo, había logrado, en parte, sus
deseos, invadió esta República don Manuel Oribe en 1843. Recibía en 1851 los
diplomas de representante por el departamento de su nacimiento a la Asamblea
General
Llamado por un decreto del Gobierno al servicio de la
República, fue dado de alta en el ejército el 15 de diciembre de 1842, con la
antigüedad de su clase en la República Argentina, y se hizo cargo de la
comandancia general de armas; a los pocos días, nombrado general en jefe de las
fuerzas de la capital el general don José M. Paz, Correa fue uno de los amigos
del general que más eficazmente lo indujo a recibirse del mando, diciéndole
"nada hay hecho, pero con los grandes elementos que tiene la capital, todo
puede hacerse” Durante cerca de cincuenta días, mereciendo la ilimitada
confianza del Gobierno, Correa no descansó un instante, preparando los
elementos para la resistencia incontrastable opuesta al enemigo.
Medidas propuestas por él y realizadas, son fortificar
el Cerro y la isla de la Libertad, sin desatender a la organización del
ejército, la línea de fortificación, maestranza, parque, en fin, a todos los
medios de defensa, como segundo jefe del general Paz. El enemigo se presentó
ante esta ciudad, cuando aún no existía artillería, puede decirse, para la
defensa que se preparaba, pues no la había; se le ocurre, entonces, arrancar
los cañones que servían de poste; en las calles, y logra, al fin de tres meses,
ver artillada perfectamente la línea, montando primero, la mayor parte de las
piezas, en potros y cureñas de mar, y después hacerle un excelente montaje con
el producto de una suscripción voluntaria que promovió entre varios patriotas
nacionales y extranjeros, y otras sumas entregadas por el gobierno a pesar de
los inmensos apuros en que se hallaba el tesoro.
En 1845, como Jefe de E. M. G. hizo construir la
batería denominada "2° Legión de’ Guardias Nacionales”, en el centro de
nuestra línea de avanzadas. En abril de 1846 tiene lugar una revolución entre
la guarnición de la capital, que como era consiguiente, trajo el desquicio y la
desmoralización en ella; en ese conflicto el gobierno nombra a Correa
Comandante General, quien con su calma inalterable, con la prudente conducta
que observaba, logro subordinar el desorden introducido en todos los cuerpos;
restablecida la organización (4), formó la línea exterior de
defensa, de manera que todos os cuerpos del país se acantonaron entre ambas
líneas. (5)
Amigo de la educación del pueblo, porque con ella
adquiere virtudes y conocimiento de sus derechos, establece entre líneas una
escuela de primeras letras, cuya apertura honra con su presencia el gobierno y
el ejército, se admiten en ella, indistintamente, los hijos de militares y
familias pobres. Dejó el mando a fines de julio de 1847 y vino a ocupar el
Ministerio de Guerra y Marina. Dos meses antes, el 24 de junio fue ascendido al
grado de general.
Los años de 1848 y 49 permaneció retirado en su casa,
aunque como miembro de la A. de Notables, desde su creación, y como patriota
jamás se negó a contribuir a la conservación de la defensa de la causa por que
se había sacrificado. — En abril de 18 50, es nombrado Capitán del Puerto, y con
esa asiduidad y celo con que llenaba los deberes del cargo que se le confiaba, con
esa integridad de que no habrá un ejemplo contrario en toda su vida, principió
por organizar todos los ramos y dependencias de su administración, rodeándose
de una comisión de jefes de marina permanente, para examinar los prácticos del
río; estableció la estricta observancia de los reglamentos del Puerto; propuso
el proyecto de construir un edificio para capitanía, venciendo una porción de
dificultades por la escasez de recursos; balizó todos los escollos del Puerto y
la Panela, auxiliado por el donativo voluntario de varios artículos necesarios
para aquel fin. Deja en planta el pensamiento de reconstruir la farola del
Cerro para lo que había obtenido autorización del Gobierno.
En ese puesto, una enfermedad que hace tiempo le
aquejaba, lo ha arrebatado a la vista de su familia y amigos.
He hecho relación de la vida militar del general don
Manuel Correa en presencia de innumerables documentos que justifican la
reputación intachable que anheló obtener durante su vida y después de su muerte;
ellos prueban patentemente que no la manchó con la más pequeña acción que le
desdorase. — La estimación pública de hombres de todos los partidos, y la
sincera adhesión de todos los que fueron sus amigos, han sido el mejor
testimonio de la probidad y el celo por la mejora de las instituciones y
porvenir de su patria, que adornaron su vida.
Montevideo, Octubre 6 de 1851.
Hoja de servicios
"El coronel D. Manuel Correa, su edad treinta y
nueve años, su país, San Carlos, su calidad distinguida, su salud robusta, sus
servicios v circunstancias los que se expresan: —
Tiempo
en que empezó a servir los empleos
Cadete de
Blandengues –
desde 21 de Enero de 1804
Teniente
Urbano -
desde 4 de Noviembre de 1808
Subt. grad. de
teniente –
desde 11 de Marzo de 1809
Teniente de
gra. de inf. –
desde 3 de Agosto de 1810
Capitan de
ídem. –
desde 5 de Febrero de 1811
Sargento mayor
de idem. –
desde 26 de Mayo de 1815
Graduado de
ten. Coronel –
desde 15 de Enero de 1819
Sargento mayor
del ord. –
desde el 24 de Febrero de 1821
Com. del 3er
Bat. Lejion - desde el 11 de Marzo de 1822
Id. deI 2º. Bat.
de id. - desde el 9 de Mayo de 1822
Id. Del 1°. de
Cazadores -
desde el 14 de Noviembre de 1822
Coronel del
mismo – -
desde el 23 de Diciembre de 1826
Tiempo que
ha servido y cuánto en cada empleo
De Cadete: 4
años, 9 meses y 13 días
De Teniente
Urbano: 4
meses y 7 días
De Subt. grad.
Teniente: 1
año, 4 meses y 22 días
De Teniente: 1año,
6 meses y 2 días
De Capitán: 3
años, 3 meses y 21 días
De Mayor: 5
años, 8 meses y 28 días
De id. del
orden: 1
año y 17 días
Comandante del
3°. Bat. 1
mes y 28 días
Id. del 2°.: 6
meses y 16 días
Id. de
Cazadores: 3
años, 1 mes y 16 días
Id. de Coronel: 1
año, 1 mes y 23 días
Total en fines
de Febrero de 1828: 23
años, 1 mes y 3 días.
Regimientos donde ha servido
En el cuerpo de Blandengues en una compañía creada
para la campaña, de Maldonado. En el regimiento de cazadores de Infantería. En
el del Orden. En la Legión Patricia, y actualmente en el N° l de Cazadores.
Campañas y acciones de guerra donde se ha hallado
En el ataque que dieron los ingleses a Maldonado el 9
de Octubre de 1806, en que fue herido con dos golpes de bayoneta. En la expedición
al mando del Sr D. Francisco Javier de Viana en la campaña oriental, que tuvo
cerca de año y medio, en la cual se halló en una acción de guerra contra los
indios infieles. En la expedición del Paraguay, al mando del representante y general
en jefe D. Manuel Belgrano, siendo su edecán, donde fue prisionero y conducido
a Montevideo después de dos batallas generales y un ataque parcial que mandaba,
en el que quitó un trozo de caballada, otro de ganado y nueve canoas que
facilitaron el paso deI Teviguarí al ejército, cuyas canoas eran defendidas por
los enemigos con una fuerza de artillería. En la división que salió a reforzar
el sitio de Montevideo, mandada por el Sr coronel Terrad, haciendo de ayudante,
la que solo llegó hasta Santa Fe. En la campaña contra los portugueses y segundo
sitio de Montevideo, desde Febrero de 1812 hasta Setiembre de 1813, con los
Sres generales Sarratea y Rondeau. Al sitio y rendición de Montevideo desde
Abril de 1814 hasta junio del mismo año, después de haber perseguido la división
de Otorgués, que amagaba la Colonia, todo a las órdenes del general Alvear;
obteniendo por la rendición de Montevideo, que guarneció después, una medalla
de distinción (6). Campaña de medio año en el
territorio oriental y Entre Ríos, teniendo una acción, de guerra en el Pospos,
habiendo en la expresada campaña protegido sobre las márgenes del Uruguay la división
del mayor general Dorrego, habiéndosele confiado una pieza de artillería y
considerable número de cabalgadura, con lo que tenía que hacer las travesías de
65 leguas hasta los Potreros del Queguay, siendo esta travesía un campo que
estaba en posesión deI enemigo. En la misma campaña se le confió por el señor
Hortiguera una división que marchaba sobre el Fraile Muerto, con orden de batir
la división de Otorgués, que se creía trajese esa dirección, habiendo
retrogradado después por orden del expresado Sr a cubrir los pasos principales
del Yi, para oponerse a las fuerzas de Fructuoso que amagaba por aquella parte.
En 1816 marchó con. una división sobre el territorio de Santa Fe, habiendo
llegado solo hasta el Rosario. A fines de 1819 una campaña bajo las órdenes del
Director del Estado, desempeñando las funciones de mayor de brigada. En 1828
salió a campaña bajo las órdenes del Sr general Soler, quien le confió el mando
de la vanguardia del ejército campado sobre el Puente de Marquez, siendo
compuesta aquella de caballería y dos piezas de artillería volante, y fue
situada diez leguas del ejército ya en la villa de Lujan o en sus inmediaciones
según convenía. En el mismo año salió bajo las órdenes del Sr general Rondeau, quien
le nombró comandante de las fuerzas de línea que existían bajo las órdenes del
expresado Sr siendo aquel nombrado jefe de las fuerzas del Norte de Buenos
Aires. Fue nombrado por el gobierno jefe de la sección del centro en campaña,
en circunstancias que era invadida por los indios Ranqueles y Pampas dirigidos
por Carreras y desde la frontera de aquella sección abrió campaña con una división
de setecientos hombres que formo y compuso la 3° en el ejército que mandaba el
señor Hortiguera, que se dirigió sobre aquellos y en la retirada de la Sierra
lo hizo esta división con independencia de la 1° y 2° que mandaba el Sr
Lamadrid y Rosas, buscando la frontera de donde había salido, conservándose en
el mando de la ya citada sección, hasta que el gobierno tuvo a bien dar otra
forma a la campaña de esta provincia. En 1823 con el Sr gobernador Don Martin
Rodríguez hasta el Tandil, y en 1824, con el mismo hasta las inmediaciones de
la Bahía Blanca. En 1827 en la campaña del Brasil, habiéndose hallado con su
batallón en la batalla de Ituzaingó.
Don José Rondeau, inspector y comandante general de
armas.
Certifico que la presente foja de servicios es copia
del original de la que existe en la inspección general de mi mando. Buenos
Aires, febrero 15 de 1828 Rondeau”. (7)
Como acaba de verse, desde un principio, Manuel Correa
había escrito sobre su actuación en la campaña deI Paraguay (8), bajo el mando de general
Belgrano; así que vamos a reproducir tan sólo la parte concerniente a su estada
aquí, cuando fue remitido como prisionero.
"A nuestra llegada (a Montevideo) los Oficiales
fuimos a los calabozos de la Ciudadela menos 3 y el Mayor Gral. Machain los que
se destinaron a la fragata Ifigenia, estos recibieron buen trato de los marinos
Españoles pero el resto padecimos bastante, Al poco tiempo supimos el
movimiento en a provincia del Paraguay derrocando las autoridades españolas y
fuimos reembarcados y conducidos a la fragata mercante Carmelita cuyo
cargamento había sido sal; nuestros acompañantes fueron 13 presidiarios que por
sus famosos y repetidos crímenes no se les dio entrada en los presidios que
saco el Cap. Mena también presidiario y que organizó en caballería. Con esos 13
hemos sido conducidos por las calles de Montevideo bajo una escolta y este insulto
nunca lo perdonaré a los españoles que lo hicieron.
Colocados en la bodega los Oficiales con una barra de
grillos los sargentos con grilletes y cadena, los soldados con grillete y los
presidiarios con dos barras; esta porción de hombres apiñados tenían por aire
el que entraba de día por un escotillón enfrente del cual estaban 4 barriles,
dos para agua otros denominados sambullos que se sacaban cuando estaban llenos
por consiguiente la fetidez era excesiva, los piojos abundantísimos, el fuego
para fumar prohibido, el alimento era un caldero de mal cocido arroz con peor
tasajo que descendía por una roldana y se dejaba a discreción de hombres hambrientos
En esta situación se permaneció algunos días hasta que dispusieron que los
oficiales pasasen a entrepuentes y de allí volvimos a la Ciudadela no sé si a
consecuencia del sistema que tenían de no dejarnos mucho tiempo en un lugar
(cosa que es muy buena para asegurar presos) o si fue porque nos preparásemos
para marchar a España porque así lo habían determinado, debiendo ir cuatro en
cada buque mercante.
La Batalla de las Piedras ganada por el General Dn
José Artigas hizo cambiar nuestro destino. Se nos volvió al pontón Juan y el
trato ya fue más soportable. El Sr Elío tenía
interés en canjear los oficiales de marina que había perdido en la batalla
citada y especialmente a su cuñado y con esta propuesta fue el Sr Obregon Jefe
distinguido de la marina Real a la Junta Gubernativa, la que no accedió sin
comprender nosotros hasta ahora la razón que tubo para ello. Presentado un día
creo el mayor de órdenes de marina en nuestro pontón nos leyó la propuesta que
nos hacía el Virrey la que si mal no me acuerdo era reducida a ofrecernos sacar
los Grillos y bajarnos a tierra alojándonos en las casas de nuestras relaciones
en donde se nos sostendría por el Gobierno siempre que ofreciésemos debajo de
nuestra palabra de honor el conservarnos en la clase de prisioneros hasta ser
canjeados. Bien, impuestos de la propuesta me separé del círculo con el Cap. Dn Diego Balcarce y conferenciamos y uniformes
nos dirigimos al enviado a quien manifestamos nuestra resistencia a firmar
aquel documento que nos ligaba más que la barra de grillos que nos aseguraba;
pero que firmaríamos un compromiso de no tomar las armas contra el partido que
sostenía la Regencia que no reconocíamos, siempre que se nos pusiese en
libertad en Bs. Ays. reservándonos el poder tomarlas contra cualesquiera poder
extranjero que invadiese el territorio”.
De ahí que lograron verse libres de los grillos y
pudieron tener cierta libertad; pero más tarde, al verse desligados del
compromiso que habían firmado, y considerándose en su derecho para intentar la
fuga, empezaron las maniobras con ese fin. Fue a raíz de una de éstas, que el Virrey,
habiendo llegado a traslucir algo, los hizo encerrar de nuevo en los calabozos.
"El tratamiento desde entonces fue cruel y nuestro rostro lo manifestaba. La
casualidad hizo que nos viese un Oficial de Marina de la Fragata Efigenia y
dijo a Machain nuestro Mayor General que sino hacían algo para sacarnos de ese
estado moriríamos; y fue entonces que Machain y Warnes pidieron hablar al Virrey;
lo consiguieron y ofrecieron pasar a Buenos Ayres a solicitar el canje ofreciendo
bajo palabra de honor volver al estado en que estaban sino lo conseguían.
Obtuvieron el permiso, fueron a Buenos Ayres, y se efectuó el canje, entregando
la tropa al General sitiador y los oficiales fuimos conducidos a Buenos Ayres.
Manuel Correa”. (9)
Las exequias fúnebres:
"Hoy tuvieron lugar en la iglesia Matriz, los
funerales del finado general D. Manuel Correa con toda la solemnidad que
correspondía a su alta categoría militar, sus grandes servicios y su mérito
personal.
A las 9 ½ bajó el cadáver de los altos de su morada,
conducido por varios amigos del finado, que desde temprano ocupaban su casa, y
otros que le habían acompañado desde la noche anterior. Entre aquellos se
notaban algunos oficiales de las tropas expedicionarias francesas y muchas
señoras distinguidas.
Al pie de la escalera le esperaba el Sr Presidente de
la República, los Sres Ministros de Gobierno y Relaciones Exteriores y el de
Guerra, muchos otros jefes, oficiales y ciudadanos distinguidos para
acompañarle hasta el sepulcro.
Una comisión de la Honorable Asamblea de Notables
compuesta de los Sres. brigadieres generales D. Enrique Martínez y D. Rufino
Bauzá, el Sr juez de comercio D. Salvador Tort y el Sr Alcalde ordinario del
departamento D. Francisco Ordeñana cerraban el duelo.
El cadáver fue conducido a brazo alternativamente, por
varios Sres. de los que hemos mencionado, hasta el sepulcro. En la plaza se
hallaban formados los batallones Extramuros y Voltíjeros, mandados por el Sr coronel
Tajes con su correspondiente, los que, al entrar el cortejo fúnebre a la plaza,
batieron marcha, haciendo los honores debidos al gobierno y al cadáver del general.
A las diez entraba en la iglesia, y muy luego las
espaciosas naves del templo se cubrieron de una inmensa y lucidísima
concurrencia de todas las clases de la sociedad.
Comenzados los oficios entró el Sr comandante general
de armas acompañado de varios jefes y oficiales de todos los cuerpos de la
guarnición.
Terminada en el templo la función religiosa, el cortejo
fúnebre se dirigió al cementerio por la calle del 18 de Julio. El cadáver con
sus insignias de general sobre su féretro, fue conducido a mano y seguido de la
misma numerosa comitiva a pié. Los batallones seguían haciéndole los honores
debidos: una guardia seguía inmediato a él.
El Sr Presidente de la República y el Sr Ministro de
Relaciones Exteriores, se retiraron del tránsito por sus atenciones oficiales.
El Sr Ministro de Guerra y el Sr Comandante General de Armas continuaron hasta
el cementerio.
En todos los semblantes se pintaba el pesar que la
pérdida del general Correa ha producido en todas las clases de la sociedad.
Llegados al cementerio, los batallones hicieron alto a distancia competente, y
al colocar el cadáver en el sitio de su última morada, tributaron los honores
de general con las competentes descargas.
Las lágrimas de sus deudos y amigos corrían todavía,
cuando el Sr Figueroa (D. Francisco), que no iba preparado para hablar, instado
por el Sr coronel Lavandera, pronunció los sentidos versos que transcribimos a continuación:
Improvisación ante el sepulcro del general Correa:
Llora la patria, y el cañón retumba,
Y gimen angustiados los guerreros,
Que uno de sus ilustres compañeros,
Para no verle más, bajó a la tumba.
Ilustre general, fiel ciudadano,
Por cívicas virtudes distinguido,
Fue Correa modelo esclarecido,
Como hijo, como padre y como hermano.
Adiós, caro Correa, en triste duelo
Te dedico este voto acongojado,
Que goce paz, honor tu polvo amado,
Y que tu alma virtuosa goce el cielo”. (10)
Manuel Correa falleció en Montevideo, el 2 de octubre
de 18 51, a los 61 años de edad.
De ese mismo poeta, más tarde, se leía en la lápida de
aquél:
"La Patria llora al hijo esclarecido
Y su familia al protector querido”.
(1) El primero no era
uruguayo. Había nacido en Río Grande, y la segunda en Montevideo.
(2) Breve noticia sobre
la campaña al Paraguay, dirigida por el representante del Gobierno y Gral en
jefe deI Exito Dn Manuel Belgrano que da el que firma que sirvió de Edecán del
Expresado General.
(3) En ese ínterin,
habiéndosele terminado una comisión en el departamento de Maldonado, que le
fuera confiada por el general Lavalleja, le escribía desde San Carlos, con
fecha 8 de agosto de 1827, para que le "concediera licencia para existir en
este destino hasta el quince o veinte del próximo mes de Setiembre que marchará
al Cuartel General en razón de tener que atender a asuntos de su familia sobre
la testamentaria de su finado padre y proceder a la venta de una casa. Esta
solicitud la hace porque considera de ninguna necesidad su persona por ahora en
el Ejercita puesto que el Batallón l . v que tiene el honor de mandar se
encuentra con organización y disciplina” . . . (Archivo del Estado Mayor del
Ejército).
(4) En ese período,
necesitando tal vez el apoyo de un Ministro de Gobierno de su confianza, al ser
nombrado Gabriel A. Pereira y ver que no aceptaba tal puesto, le dirigía las
siguientes líneas:
"Sr
Don Gabriel A. Pereira. Señor de mi aprecio y respeto:
En el Ejército que tengo el honor de mandar,
he comprendido un sentimiento de júbilo al ver la acertada elección que el
Gobierno ha hecho en su persona para desempeñar los Ministerios de Gobierno y
Hacienda.
He visto la renuncia de Vd a aquellos
destinos v por este motivo le dirijo la presente rogándole, se digne aceptarlos,
por considerar que llevarán las esperanzas que he traslucido en el Ejer , v las
que tiene.
Su affmo y atento Servidor Q. B. S. M. Manuel
Correa”
Cuartel General Sepbre 28 de 1846. (Correspcia
de Gabriel A. Pereira. Vol. VI, pág. 434). Arch. Gral. de la Nación.
(5) En ese tiempo hizo
levantar un plano de la ciudad de Montevideo, donde pueden verse los detalles
completos de ambos reductos.
(6) Es la que puede
verse en su retrato, junto a los cordones de Ituzaingó.
(7) "Comercio deI
Plata”. Octubre 8 de 1851,
(8) Estos apuntes se
habían conservado inéditos hasta 1913.
(9) "Revista
Histórica”, T. VI, 1913.
(10) "La Defensa”,
octubre 3 de 1851.