Coronaciones y Reinas
Una de las tradiciones que durante mucho tiempo
esperaban los jóvenes olimareños con excitante ansiedad, durante muchísimos
años arraigadas en la actividad social de nuestro medio y a la fecha
prácticamente desaparecidas, eran las “Coronaciones”, serie de
Elección liceal en los años 70 |
actividades
bailables casi siempre primaverales, donde cada institución social y educativa
del medio reunía sus más conspicuas bellezas, elegía con distintos métodos cuál
era la más bella del año, y con pompa y glamour se le otorgaba el reinado de la
correspondiente institución por el siguiente período, siendo “coronada” por la
saliente “Miss”.
Sin dudas que habría que rebuscar mucho en los
primero años de la historia Treintaitresina para indicar con certeza dónde se
realizó la primera de estas actividades y a que club o centro de enseñanza le
corresponde el honor de ser el creador de esa tradición, aunque es dable
suponer que se haya instaurado en el seno del Club Centro Progreso a principios
del siglo pasado, haciéndose extensiva luego a la mayor parte de las
instituciones del medio.
Lo cierto es que, al menos desde finales de los años
60 y durante muchos años más, quizá hasta mediando los 90, año a año se
realizaban no solamente en el mencionado Progreso, sino que también en el
Centro Democrático, la UTU, el Liceo y algo más acá en el tiempo se sumaron
algunas instituciones privadas, como la Alianza Cultural Uruguay – EEUU, y se
aprovechaba prácticamente cualquier ocasión para celebrar ese tipo de eventos,
como las “Reinas del Carnaval”, la “Reina del Sol” que se llevó a cabo durante
muchos años en el parque del Río Olimar, o la “Reina de la Primavera” que en su
cenit organizativo supo convocar multitudes a la Plaza 19 de Abril. No
escaparon a esta contagiosa tradición tampoco, durante muchos años, los Centros
de Barrio de nuestra ciudad, sobre todo los tres primeros que funcionaron, en
los barrios Nelsa Gómez, Sosa y 25 de Agosto respectivamente.
Sin ningún lugar a dudas, los más pomposos y
significativos para la población en general eran los organizados por el Centro
Progreso, el Democrático y el Liceo (en ese entonces el único), seguramente por
ser las instituciones que contaban con mayor cantidad de público. Recuérdese
que en el caso de los clubes sociales, en su auge de participación, alcanzaron
a registrar ambos más de mil asociados, y teniendo en cuenta que solo se
asociaba el “cabeza de familia”, tenían posibilidad de participar de estas
actividades no menos de tres o cuatro
mil personas, mientras que el Liceo alcanzó la friolera de más de 2000 alumnos
en tres turnos antes que se inaugurara el liceo Nº2.
Había en aquellos tiempos, además, una especie de
“guerra fría” o competencia con regla no establecidas entre las tres grandes
coronaciones, primero y antes que nada intentando elegir a la más bella primero
que los demás, ya que no se consideraba correcto que la misma joven fuera
elegida como Reina de más de una institución. Pero además, cada una de ellas no
escatimaba esfuerzos ni dinero para intentar que su fiesta fuera superior a las
demás en todos los detalles: desde los vestidos de las integrantes del
“cortejo” que acompañaba las elegidas, las orquestas y amenizantes de las
fiestas hasta la
preparación de las escenografías y tronos donde se llevaba a
cabo la coronación. Recuerdo nítidamente, de mis años mozos, por ejemplo, a
Alma Helal y a “Pocha” De Craviotto a cargo de estos menesteres, preocupándose
por todos los detalles, desde el peinado y maquillaje de las “señoritas” hasta
la especie de coreografía ensayada con que se llevaba a cabo la “entrada” de
las reinas y su cortejo.
Llegaron a ser eventos tan populares y que
concitaban tanto la atención, que apenas el canal 11 local contó con la
tecnología suficiente, se ocupaba de transmitir en directo los eventos, en un alarde
de producción que sin dudas debió significar mucho esfuerzo para la época,
donde había que trasladar pesados equipos y no era tan solo como lo permite la
actual tecnología, llevar una cámara y transmitir inalámbricamente.
Quienes ya doblamos el codo de los 50 años, y
descartando que seguramente cada cual tenga más vívidos los recuerdos de sus
propias participaciones en este tipo de actividades, cada vez que surge el tema
no conseguimos escapar de la fascinación que produjo en Treinta y Tres que
varias de estas “Misses” en el entorno de los años 70, hayan participado y
conquistado lauros importantes en eventos nacionales, como cuando Rossana
Pintos obtuvo el cetro de Miss Juventud y si no me equivoco al año siguiente
también la representante olimareña fue seleccionada finalista del mismo
prestigioso concurso que se llevaba a cabo en el balneario de Piriápolis.
Las coronaciones eran una fiesta de todos. Eran, por
aquellas épocas de los años 70, una de las pocas actividades bailables del año
de carácter “oficial” de los Clubes, donde hombres y mujeres, muchachos y
chiquilinas, nos vestíamos de etiqueta para estar a tono con la importancia de
la ocasión.
Como testimonio gráfico de ello, han quedado decenas
de registros fotográficos muy interesantes, algunos de los cuales es posible
publicar aquí gracias a la amabilidad del Archivo Fotográfico del Museo.
Sería muy lindo y gratificante que además de mis
propios recuerdos tan sucintamente narrados, se animaran a dejar sus remembranzas
en los comentarios de esta nota, que quizá entre todos podamos traer a la luz
una época añorada por muchos.